HOTEL ASTOR Times Square New York
New York, 12 enero 1915
Mi bien amado y querido Amado Nervo:
Te escribo estas cuantas líneas, seguro de que al recibo de estas mías te encuentres lleno de alegría y felicidad, de salud y buen humor [¿bienestar?]: confiado en que hayas recibido el poema que recientemente, con fecha de Barcelona, Septiembre del año pasado te lo hice y dedicado como muestra de mi gran amor hacia ti, el cual titulé “Ah! Recuerda!” como tributo al sentimiento y gran amor y pasión que nos une. Aunque todo esto sea secreto por aquello del qué dirán, pues tú tienes a tu esposa e hijos al igual yo, [¿por?] nuestras preferencias y [¿gustos?] secretos que [¿ricamente?] hemos compartido hasta la saciedad. Y es que así debe quedar para ambos, pues si se sabe lo antes referido, dejaría de ser secreto y perdería todo el encanto y lo especial que nos une como amantes silenciosos y por aquello de aclaración particular. Te recuerdo nuestro juramento y lo que siempre hemos compartido, como nuestro más profundo y sublime secreto. Todos los hombres somos mujeres porque hemos sido mujeres en el cuerpo de nuestra madre y hasta feto de mujer, los primeros cuatro meses del embarazo. O en plan más simbólico: que todo deseo apunta a lo que no somos. Ya para despedirme, te envío un beso y un hasta pronto.
Ps: Salúdame con cariño al amigo especial en común Vargas Vila.
*Incluida por Alberto Acereda en su polémico artículo “«Nuestro más profundo y sublime secreto»: los amores transgresores entre Rubén Darío y Amado Nervo”
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