Viernes, 26 de junio de 2009 | Hoy
La Federación Argentina LGBT, que preside María Rachid, se fundó en 2006.
Cuando María Rachid se asumió como lesbiana, en 1996, dio por sentado que eso implicaría luchar por sus derechos. Venía militando en movimientos de mujeres y de derechos humanos, y ese impulso la llevó a vincularse con otras lesbianas activistas que, preocupadas por la situación de mujeres que vivían en la calle por motivos de discriminación, decidieron crear un espacio donde albergarlas: La Fulana. Como presidenta de esa organización, Rachid lideró la creación de la Federación Argentina LGBT, que hoy reúne a treinta y cinco organizaciones de todo el país y que desde junio de 2006 trabaja de manera conjunta con el Inadi. Inspirada en la Federación Española LGBT, la agrupación que preside Rachid —que incluye, entre otras, a la asociación civil Vox de Rosario, a Attta (Asociación Travestis, Transexuales, Transgéneros de la Argentina), a la Fundación Buenos Aires Sida y al grupo Nexo— comenzó a gestarse al calor de la aprobación de la ley de unión civil en la ciudad de Buenos Aires.
“Como La Fulana, nosotras veníamos de trabajar por la ley de unión civil y en el trabajo en la Legislatura sentimos que las organizaciones estábamos muy desarticuladas –explica Rachid–. Eso se sintió sobre todo el día en que se aprobó la ley, cuando éramos La Fulana y la CHA los que perseguíamos a los legisladores hasta el baño para que no se fueran del recinto y no se perdiera el quórum. De hecho, la unión civil se aprobó gracias a los diez legisladores que votaron en contra y permitieron que la sesión se realizara.”
La Federación nació con la convicción de que luchar por el matrimonio entre personas del mismo sexo es un objetivo prioritario. No en vano la propia Rachid y su pareja, Claudia Castro, se presentaron en febrero de 2007 en un registro civil porteño a pedir un turno para casarse que les fue negado y que les dio pie para presentar un recurso de amparo que llegó a la Corte Suprema y este año obligaría al tribunal a pronunciarse al respecto. “El matrimonio es una herramienta, no tanto un objetivo, que nos permite instalar determinados temas en la agenda pública. El matrimonio llama la atención de la prensa y de la gente y nos permite hablar de otras cosas. Si mando una gacetilla de prensa y digo que quiero hablar de la educación de las personas trans, es difícil que venga un periodista a hacernos una nota. Sin embargo, hablar de matrimonio es hablar de igualdad, de diversidad, del respeto al diferente, y eso tiene consecuencias en la vida cotidiana de las personas trans, inclusive.”
Si bien Rachid reconoce que la lucha por el matrimonio en algún punto deja afuera a travestis y transexuales, señala también que “en nuestro concepto, las personas trans no entran dentro de la ley de matrimonio formalmente. Y digo ‘formalmente’ porque nosotros queremos que se respete su identidad de género y puedan cambiar sus datos registrales. Con esto cumplido, las personas trans no necesitarían una ley de matrimonio para parejas del mismo sexo porque ellas no formarían parejas del mismo sexo de ese modo”.
Para Rachid, luchar por una ley de unión civil a nivel nacional es insuficiente. “Nosotras empezamos a trabajar el tema del matrimonio cuando fuimos a un debate en televisión en donde nos hicieron debatir con un cura que nos decía: ‘Yo estoy de acuerdo con que ustedes hereden, con que puedan compartir una pensión, una obra social... La iglesia quiere eso. Pero el matrimonio... El matrimonio es otra cosa’. Entonces entendimos que el matrimonio es un punto neurálgico en la sociedad y que era ahí donde había que pegar porque lo único que hace la unión civil, en última instancia, es reconocer derechos. Desde la Federación acabamos de hacer una encuesta entre todos los candidatos para saber qué opinan sobre temas de diversidad sexual, y tanto Michetti como Prat Gay se mostraron a favor de la unión civil pero no del matrimonio (ver pág. 15). Y por algo la derecha quiere unión civil, ¿no te parece? Entonces, ¿le hacemos el juego a la derecha y le dejamos el matrimonio a la comunidad heterosexual? ¿O luchamos, sin necesidad de descartar la unión civil, que puede ser un instrumento interesante, por el derecho a casarnos y formar una familia?”
En cuanto al trabajo que la Federación viene realizando con el Inadi, Rachid sostiene que las organizaciones sociales están para presionar al Estado para que haga lo que tiene que hacer y no para hacer lo que el Estado no hace. “Lo que está pasando ahora es que por primera vez se nos convoca desde el Estado a participar de las políticas públicas de nuestro sector. Algo que no había pasado ni con Menem, ni con De la Rúa ni con Duhalde. Y con esto no quiero decir que este gobierno sea perfecto, sino que es la primera vez que nos pasa, como movimiento social, que el Estado nos pregunta qué hay que hacer y cómo lo hacemos. Hay que aclarar que la Federación nació antes de que María José Lubertino fuera presidenta del Inadi y nuestras reivindicaciones son anteriores a que el Inadi las tomara. Fuimos, las propusimos, las peleamos, y el Inadi tiene prácticamente la agenda de la Federación no porque nos la haya impuesto, sino todo lo contrario.”
Así, la Federación marca una de las tantas diferencias que tiene con la CHA, organización que según Rachid no prioriza el trabajo articulado. “La CHA tiene un presidente que está hace mucho y la comisión directiva prácticamente no ha cambiado en los últimos años. Además, consideran que no hay que confrontar con la Iglesia y piensan que hay que ir por la unión civil como instrumento jurídico. Si bien la CHA no está en contra del matrimonio y nosotros no estamos en contra de la unión civil, hoy la unión civil tiene consenso en todos los partidos porque nosotros instalamos el matrimonio. Nosotros corrimos el eje del debate hacia el matrimonio, y por este motivo hasta la derecha está pidiendo unión civil, y nosotros no podemos estar ahí obviamente. Yo puedo no querer casarme pero tengo que tener el derecho a hacerlo. Por eso hablamos de ‘los mismos derechos, con los mismos nombres’. Ir por la unión civil era una buena estrategia hace algunos años, pero hoy ya no lo es. No sólo porque se aprobó el matrimonio en España y se corrió el eje del debate, sino porque hay personas importantes del oficialismo, que todavía tiene mayoría en el Congreso, que están a favor de la adopción y el matrimonio.”
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