Vie 14.08.2009
soy

LOHANA BERKINS

La maravilla de decir “yo soy”

¿Qué es para vos el feminismo?

–Una corriente ideológica y política, revolucionaria, necesaria en esta vida, que repercutió en nuestras agendas y en nuestras luchas. No en vano, a la hora de generar alianza, estamos tan cerca del movimiento de mujeres. Después, cuando algunas nos hicimos las pensadoras, las teóricas –antes muertas que sencillas– empezamos a profundizar e investigar y encontramos otras compañeras travestis que hacen el mismo planteo y necesitamos un nombre para ese maravilloso entrecruzamiento con el feminismo. Un lugar interesante es el transfeminismo, porque al feminismo hay que entenderlo desde muchos lugares, nadie lo puede patentar, al no haber un solo feminismo, hay muchas sujetas que lo construyen, a estas sujetas que lo viven por ende y per se no se las puede negar como tampoco a las corporalidades que lo encarnan. Ahí estamos las travestis por ejemplo.

¿Cuál es ese nombre?

–Yo apuesto a construir el transfeminismo, la posibilidad de que empiecen a ocupar los lugares nuevos cuerpos, una nueva representación y subversión. A pesar de que el patriarcado, el capitalismo y el fundamentalismo religioso sigan siendo tópicos que nos afectan a todos y todas.

Sin embargo, a pesar de los puntos comunes, siempre se están haciendo evidentes las tensiones...

–Yo veo al feminismo como una herramienta en permanente construcción, por eso voy en contra del fundamentalismo feminista porque no conozco el techo. Es cierto que este mismo año escuché de Julieta Paredes, feminista boliviana, integrante de Mujeres Creando, que nos habíamos metido por la ventana. Es lamentable. Además, me paraliza la metáfora de la casa, ¿quién puede pensar en el feminismo como una casa? Le contesté que si era así me levantaba y me iba. Y que si ella creía que nos habíamos metido por una ventana, seguramente fue porque alguien se sintió dueña de la cerradura.

¿Cómo entendés el género desde tu identidad travesti?

–Es la posibilidad de construirse a sí misma. Después cada una verá qué hace con sus herramientas. Para mí lo más importante fue que a partir de entender el género pude decir “yo soy”, con una potencialidad y una potencia increíble, incluso en términos prácticos. Antes, cuando era nombrada de manera peyorativa o violenta lo vivía como una tragedia y ahora puedo reírme y pensar qué manera tan acotada de pensar. Ojalá todos tengan esa posibilidad. Yo creo que decir “yo soy” es bien revulsivo, revolucionario, feminista. Y que además puedo enunciarlo con puntos suspensivos, no es estático ni predeterminado. Es una expresión que me puede seguir transportando, transformando... espero que con la alegría que nace de la rebeldía, que libera de presiones y mandatos culturales.

¿Cómo y por qué te sumás a luchas feministas que ya son clásicas como el acceso al aborto?

–Por mi visión feminista, el fundamentalismo no me va a hacer titubear un minuto por la bandera del aborto, porque la realidad concreta es que el avance de los derechos de las mujeres empuja a todas, cuanto más avancemos más espacio habrá para otras realidades. Creo que las mujeres tienen que decidir sobre sus cuerpos y eso es una metáfora para nosotras, que también decidimos si travestirnos, transformarnos, lo que sea. No es la religión ni el Estado los que deciden, son las propias mujeres. Creo que así se abre el abanico. Y además por la realidad misma, creo que la sociedad desconoce en lo cotidiano la violencia sobre las mujeres y con qué fragilidad se construye la mayoría de las mujeres. Creo que hay una agenda, como feminista, que es la mía y no admite dudas.

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