BUENOS AIRES LA REPúBLICA DE LOS NIñOS
Con la llegada del buen clima y los días más largos, La Plata propone acercarse a sus plazas, parques y museos con toda la familia. Pero sobre todo a ese mundo en miniatura que es la República de los Niños, con su doble carácter de diversión y educación que sorprende gracias a sus cuidadas réplicas de edificios a escala, para que los chicos sean protagonistas.
› Por Pablo Donadio
Fotos de Pablo Donadio
La autenticidad y encanto de La Plata no radican sólo en su prolija planificación ni en sus muchísimas plazas o parques. Tampoco en la variedad de museos, sus múltiples actividades culturales o las eclécticas edificaciones. Pese a ser sede administrativa de la provincia y un destacado polo universitario, la ciudad jamás ha dejado de sentirse como un pueblo, y en esta época del año los tilos de la avenida 7, las tipas de la diagonal 73, las acacias de la 9 y los arces de casi todas sus plazas llenan el entorno de vida y colores. En muchos de esos rincones, aunque transformada por el hombre, la naturaleza es protagonista central y permite encontrar la calma frente al crecimiento urbano o el reguero de estudiantes que llegan de todo el país y el exterior. A seis kilómetros y en pleno barrio Manuel Gonnet, la República de los Niños es todo un ejemplo de cómo una ciudad puede ser amigable para la visita en familia.
DE GONNET ¿AL MUNDO? Si de mitos se trata, la República de los Niños cuenta con una leyenda “de aquéllas”. Dicen, algunos muy convencidos aún, que el mismísimo Walt Disney visitó el lugar y, sorprendido ante tanta belleza e ingenio, se inspiró para construir lo que más tarde sería Disneylandia, icono del mundo feliz para los niños. Con otra lógica y objetivo, enfocado como un “parque temático y educativo que sorprende” –como les gusta llamar al lugar en la propia administración– la República de los Niños alterna entre los mítico y lo real, entre las escenas de fantasía y los derechos y obligaciones que el mundo plantea.
Para empezar, el predio ofrece 35 edificios construidos a escala y pensados netamente para los más chicos, con castillos y palacios orientales, pero también edificios públicos, una granja, un puerto y la estación de un tren que recorre el predio. Eso lo constituyó durante muchos años en el mayor emprendimiento infantil de Latinoamérica, y en el primer parque temático de América, fundado con el propósito del esparcimiento, el juego y la creatividad en un mundo de sueños y cuentos ligados a la infancia; y, por otro lado, con la idea del aprendizaje de los derechos y obligaciones que los ciudadanos tienen en un país democrático. Construida de 1949 a 1951 gracias a la labor de 1600 obreros, la República fue desde su inauguración la meta de numerosos contingentes de alumnos de toda la provincia, que no sólo llegaban a disfrutarla sino a organizar su vida interna: desde el comienzo los chicos han sido partícipes de la elección de autoridades para su Gobierno Infantil, y los recintos que emulan las Cámaras del Congreso Nacional han funcionado para debatir distintos temas de interés, siempre desde su particular mirada.
Sin perder de vista los sueños y deseos de los niños, el equipo proyectista se inspiró asimismo en los cuentos de Hans Andersen, los hermanos Grimm y las leyendas versionadas de Alfred Tennyson, y así planificó una construcción con influencias de estilos medievales, europeos y orientales. En esas edificaciones habita un clima mágico, y la voz de María Elena Walsh propone un mundo sonoro entrañable. Tan grande es el lugar que es casi imposible recorrerlo en un día, ya que a las construcciones se suman además los juegos, ubicados bien al fondo del parque casi sobre la avenida Centenario. Hasta ahí también llegan las familias, que encuentran espacios verdes perfectos para el mate y el picnic, o rincones con la sombra de añosos árboles, sobre áreas onduladas con agua o troncos que hacen de banquitos, cerca de la laguna y sus islas.
CIRCUITOS Y SORPRESAS Tres áreas, la urbana, la rural y la deportiva, distribuyen el quehacer local. En el área urbana es donde se ubica la mayoría de los edificios, conectados con sus respectivas calles y un completo Centro Cívico. Todo está a escala infantil, desde el edificio del Gobierno de la República, con sus techos de torres y miradores, hasta los baños. Además de los “edificios públicos”, los castillos y palacios respetan esa ley del más pequeño, y los muebles y objetos son siempre en escala infantil.
Cruzando la Plaza San Martín está el Banco Municipal Infantil, una réplica del Palacio Ducal de Venecia, y. en el extremo opuesto –comunicada por una calle peatonal donde se instalan los comercios– se encuentra la Legislatura, copia del Parlamento inglés, con su sala de audiencias, los despachos y los recintos para diputados y senadores. Pero para quitarle tanto realismo y aportar a lo lúdico, lo enfrenta un gran espacio de juegos, que deja ver el edificio más sorprendente, el Palacio de Cultura. De reminiscencias indias (fue inspirado en el Taj Mahal de Agra) es otro de los atractivos desde el exterior, aunque la sorpresa mayor está adentro: allí tiene su sede el Museo Internacional del Muñeco. Creado en el año 1968, con un patio interior similar al de los Leones de la Alhambra, en España, alberga una colección de títeres, maquetas y marionetas del cineasta y titiritero Cándido Moneo Sáenz, quien resguardó los obsequios recibidos en sus viajes por el mundo. Así se formó una compilación de muñecos de distintos países, que son un muestrario de las costumbres, las ropas típicas y la historia de esos sitios lejanos. Poco a poco, la colección se fue incrementando con donaciones particulares y de representantes diplomáticos, y así se llegó a las 2500 piezas. Otros edificios, como la aduana, los bomberos, la policía, la capilla, la estación de servicio o el estudio radiofónico donde se instaló la Radio República, completan una nutrida zona urbana. Frente a la Plaza de la Amistad está la estación del tren, que sale a cada rato a descubrir el parque con su ferrocarril.
La granja educativa, una pileta, un estadio y el anfiteatro son otros espacios convocantes donde se dan espectáculos y actividades abiertas a grandes y chicos. Ejemplo de ello es El Reino del Revés, un viaje por las canciones y personajes de María Elena Walsh, con memorables historias reunidas en un show colorido y para disfrutar con toda la familia. En tanto, un convenio entre la Dirección General de Cultura y Educación, Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y Fundación Valorar realiza talleres destinados a alumnos de distintos niveles, como “Democracia participativa”, “Los derechos del niño”, “La educación vial” o “El derecho a la identidad”, estableciendo múltiples actividades que van de la diversión al aprendizaje, y cubren las 53 hectáreas del parque que fuera propiedad del Swift Golf Club pero hoy, aseguran, le pertenece a cada niño de este paísz
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