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Por Andrew Osborn *
Desde Moscú

Desde hace tiempo, San Petersburgo también es llamada “la Venecia del Norte” por los ríos y canales que corren entre los suntuosos palacios de estilo italiano de la ex capital de la Rusia zarista. Pero hasta ahora, la ciudad carecía de esa forma maravillosa de transporte veneciano: la góndola. Una falta que subsanó un abogado empresario de San Petersburgo cuando decidió introducir los “cisnes negros de Venecia en las majestuosas vías acuáticas de la ciudad que fundó el zar Pedro el Grande en 1703.
Alexander Smirnov, director de la empresa Venetsia Nord (Venecia del Norte), está comenzando de a poco. La ciudad tiene unos cinco millones de habitantes y sólo seis góndolas contra las 500 de Venecia, pero se espera aumentar el número si los turistas se entusiasman con la posibilidad de navegar en estas estilizadas embarcaciones. “Será maravilloso que los cisnes negros de Venecia se trasladen a lo largo de los canales de San Petersburgo”, dijo Smirnov al St. Petersburgo Times. “El boleto cuesta lo que cuesta en Venecia, ni más, ni menos.” Eso, según su empresa, equivale aproximadamente a unos 10 euros (12,20 dólares) por una hora de romántico paseo a remo.
Smirnov explicó que las góndolas fueron cuidadosamente diseñadas tal como las originales venecianas y, aunque se construyeron en San Petersburgo, afirmó que son auténticas “hasta el último detalle”. La idea de importar este símbolo de la ciudad italiana se le ocurrió a Smirnov después de asistir a una presentación sobre la historia de San Petersburgo que se realizó en un museo de Venecia, donde se exhibió la réplica de una góndola.
Hace pocas semanas, tres góndolas comenzaron a ofrecer tours alrededor de la fortaleza de Pedro y Pablo, cuyas húmedas celdas solían albergar a los revolucionarios comunistas. Todavía prefieren no aventurarse a navegar demasiado lejos del río Neva, por temor a quedar atrapadas entre el oleaje de las lanchas a motor.
Se espera que “en los próximos días” otras tres naves se sumen a la pequeña flota para pasear a los turistas por alguno de los pintorescos canales de la ciudad. Según Smirnov, los gondoleros no llevan los uniformes y los sombreros adornados con borlas de sus contrapartes italianos, pero sí esgrimen esa especie de forcola o remo largo usado en Venecia.
Simone Kozuharov, una residente y reportera de San Petersburgo, considera que los paseos en góndola estarán fuera del alcance de la mayor parte de la población local, por el precio. “Creo que serán populares para los turistas, pero no estoy segura de que lo sean para los rusos. Diez euros es un precio alto para ellos”, le dijo a The Independent. El salario promedio ruso es de 200 dólares al mes. Otra variable, añade, es el famoso clima cambiante de la ciudad. Las góndolas podrán operar hasta septiembre u octubre, siempre y cuando el tiempo acompañe.
Pareciera que San Petersburgo está haciendo un esfuerzo consciente para emular a Venecia. Hace unos meses, comenzaron a operar en la ciudad los primeros ómnibus oficiales acuáticos, 123 años después que Venecia adoptara este tipo de transporte. Actualmente, unos 20 “ómnibus”, con capacidad para 78 pasajeros, operan en cuatro rutas diferentes en el centro de la ciudad y el viaje cuesta sólo 30 rublos (1,03 dólares). La ironía es que Pedro el Grande dijo haber construido San Petersburgo teniendo a Amsterdam como modelo, no a Venecia. Y “la Venecia del Norte” tampoco es el único sobrenombre de la ciudad: algunos prefieren llamarla “la París del Este” z

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.