turismo

Domingo, 25 de julio de 2004

ESCAPADAS - FIN DE SEMANA EN EL SPA

Cálido y suave

En la provincia de Buenos Aires ha surgido en los últimos años una serie de hoteles-spa, cuyo índice de ocupación se acrecienta en los meses del invierno. Una opción para escapar al estrés de la gran ciudad, entre masajes, saunas y piscinas climatizadas.

Por Camila Fernández

Si hace frío, se busca calorcito; si hay mucho trabajo, se busca el ocio. Y los spa parecen ser la opción ideal para quienes quieren matar los dos pájaros con un solo tiro. Cada año se inauguran en todo el país nuevos spas, y cada vez son más los hoteles que realizan una fuerte inversión para agregar este servicio pura y exclusivamente orientado al placer. Todo deriva –dicen los expertos–, de uno de los grandes males del siglo XXI: el estrés ligado al exceso de trabajo. La temporada fuerte de los spa es el invierno. A continuación, dos opciones en los alrededores del Gran Buenos Aires.

En Luján
En el Mora Spa lo primero que tiene que hacer el visitante es quitarse el calzado, una antigua costumbre oriental ligada tanto a la tradición como al aseo personal. Se ingresa por un arco morisco que remite al Palacio de La Alhambra, y al avanzar se descubre imágenes de deidades tailandesas del Gran Palacio Real de Bangkok, tallas de templos hindúes de Varanasi, estatuas budistas de Nepal, lámparas marroquíes y jarrones chinos de porcelana.
El spa fue inaugurado en septiembre de 2003 y ofrece una serie de sofisticados masajes que son un distintivo del lugar. El más original de los masajes es el sonoro, que en los hechos es también físico, ya que trabaja por la vibración que producen los sonidos de los instrumentos al rozar el cuerpo. La sesión comienza con el canto de un mantra tibetano y el tintineo de unos cascabeles. El instrumento más efectivo es el didgeridoo, una especie de tronco hueco a través del cual los aborígenes australianos soplan produciendo un sonido grave. El didgeridoo se coloca a dos centímetros del cuerpo y produce una vibración placentera que reverbera hasta en los huesos, acompañada de un envolvente sonido que va creando una cierta somnolencia. Más tarde se recurre a unos cuencos tibetanos elaborados con siete aleaciones de metal. El cuenco se coloca sobre la espalda de la persona recostada boca abajo en un colchón. La técnica consiste en pasar un trozo cilíndrico de metal por el borde del cuenco, que comienza a vibrar asombrosamente y produce un sonido muy agudo y largo que va descendiendo de a poco en intensidad y en vibración.
Las salas de masajes están ubicadas en el piso superior del spa, donde hay un salón vidriado de relax con vista a la piscina climatizada. Una modalidad muy solicitada es el masaje a cuatro manos para parejas. Se trata de una combinación de diferentes técnicas que comienzan con elongaciones musculares y masajes de digitopuntura (shiatsu). Por momentos se aplica la vibración del didgeridoo y el golpeteo suave del masaje tailandés. Y por último se realiza una aplicación de gemoterapia, que es la utilización de piedras calientes en un masaje. Se recurre a piedras como lapislázuli, cuarzo, amatistas y diversos cristales calentados en agua.

En Lobos
A una hora de la ciudad de Buenos Aires se levanta un edificio de dos pisos en forma de ele, con una galería de columnas clásicas que, combinadas con la piscina al aire libre, remiten a los antiguos baños romanos. Tanta sofisticación y estilo en las líneas edilicias del spa Aquae Sulis se explican porque los dueños y creadores del proyecto son dos arquitectos que combinaron su profesión con el rubro turístico. Eso se refleja también en el hermoso cubo de cristal que protege a la piscina climatizada y a un enorme jacuzzi.
Los huéspedes de Aquae Sulis tienen acceso al jacuzzi, al baño turco, las sesiones de aqua gym, gimnasia aeróbica y localizada, streching, paseos en bicicleta por el pueblo y caminatas en una pista de atletismo. Las instalaciones incluyen un sauna con piedras volcánicas que irradian calor seco entre los 60 y los 85 grados que penetra en el tejido óseo y expulsa los líquidos y toxinas del cuerpo. El baño turco, en cambio, despide vapor con calor húmedo en una serie de tres cámaras sucesivas interconectadas, donde se va pasando de los 35 a los 40 y los 65 grados. La fangoterapia aplicada por dos especialistas cubanas formadas en Termas de Collantes es un capítulo aparte en Aquae Sulis. La aplicación se hace en tres etapas: primero se cubre todo el cuerpo con fango; luego se nutre y finalmente se hidrata. La sesión cuesta $25. También se hacen aplicaciones de fangoterapia anticelulítica.
En Aquae Sulis hay 14 masajistas que ofrecen una serie de masajes muy distintos. El masaje oriental es uno de los más pedidos. Por un lado se utiliza el shiatzu (de origen japonés) combinado con acupuntura. Luego se recurre a técnicas chinas como el ki-gongo y el tueina, que son terapias para dolencias localizadas. Por último, se recurre a la sutileza de las elongaciones del masaje tailandés (una sesión combinando estas técnicas cuesta $30 y dura cincuenta minutos)

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En Aquae Sulis, un cubo de cristal protege la piscina climatizada y el jacuzzi.
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