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Por J.V.
Hace justo un siglo, el perito Francisco Moreno sugirió “sembrar” truchas en la Patagonia para poblar sus ríos y lagos. Estos salmónidos –que se traían en barco desde el Hemisferio Norte y luego en carreta desde Buenos Aires– se adaptaron rápidamente a la región, pasando a formar parte del equilibrio del ecosistema. Hoy en día la trucha es el pez más buscado por los pescadores deportivos de todo el mundo, y la Patagonia es una de las “mecas” de la disciplina de pesca conocida como fly-casting o pesca con mosca.

En el lago o en el río
Quienes viajen a El Calafate para conocer los glaciares Perito Moreno y Upsala tienen una buena razón para extender su estadía en la zona si son amantes de la pesca. Aunque desde la ciudad se organizan diversas excursiones, la mayoría de los pescadores generalmente opta por la salida al lago Roca, ubicado en el Parque Nacional Los Glaciares. El paisaje que rodea la zona no es estepario sino boscoso, con una densa profusión de ñires y árboles de lenga. El lago tiene varias bahías que se van recorriendo a pie o en 4x4 en busca de los mejores piques de truchas arco iris, percas y truchas del lago. En las dos primeras especies, el porte oscila entre un kilo y kilo y medio, mientras que la mejor pieza que se ha encontrado hasta ahora de trucha del lago llegó a pesar ocho kilogramos. Un buen día de pesca en el lago Roca puede deparar alrededor de cuatro o cinco ejemplares por pescador. Las técnicas que se utilizan aquí son el fly-casting (pesca con mosca) y el spinning (lanzamiento de señuelos con una caña tradicional).
Una alternativa más sofisticada es pescar en las aguas del río Bote, a 50 kilómetros de El Calafate, que atraviesan una estancia en medio de la estepa patagónica, donde aparecen alegrando el paisaje las tropillas de guanacos y los grupos de choikes (pequeños ñandúes). La pesca es similar a la del lago Roca, pero en la estancia también hay varias lagunas de origen volcánico sembradas con peces. Allí los portes son menores, con truchas arco iris de 800 gramos de promedio. Además pueden aparecer en estos lagos ejemplares de trucha steelhead de 5 a 7 kilogramos. Esta singular clase de trucha es anadroma, es decir que nacen en el río y migran hacia el mar, donde encuentran mayor comida y en la adultez vuelven al río una vez por año para desovar. La pesca embarcada no se utiliza en la zona.

Cuestión de técnica
El “mosquero” –como se llama al que pesca con “mosca”– es por lo general un deportista con una alta conciencia ecológica. Siempre devuelve las piezas al agua y disfruta de pescar en medio de paisajes solitarios y de ensueño, en compañía de dos o tres amigos. Además, se pesca vadeando los ríos con el agua hasta la cintura o las rodillas. Por eso las empresas de pesca siempre le dan al pescador un wader, que es un enterito impermeable que sirve para entrar al agua sin mojarse ni tener frío.
La “mosca” es un anzuelo camuflado con plumas, pelos y materiales sintéticos con forma de los insectos o peces que comen las truchas. La caña es de grafito, relativamente corta, muy flexible y liviana. Para lanzar la caña, el pescador la mueve de un lado al otro con una sola mano, cada vez más rápido, como dando latigazos, hasta que se arquea al máximo. Así, cuando se suelta el reel con un swing final, la “mosca” vuela a toda velocidad hasta el centro del río o el lago. Los lanzamientos no son al azar sino que tienen una dirección muy definida y concreta. En cierta medida se hace tiro al blanco con la caña, lo cual requiere de una afinada destreza. Pero tampoco es cuestión de sentarse a esperar novedades. Por el contrario, hay que ir recogiendo de a poco el hilo con el reel para que la “mosca” simule estar nadando a poca profundidad y tiente las mandíbulas del pez. Cuando se siente el tirón de un pique, el pescador tiene que dar un cañazo rápido para que se clave el anzuelo (que no debe llevar rebaba para poder extraerlo sin lastimar mucho al pez). Luego del pique secomienza a recoger el reel con la caña bien levantada y se da inicio a una especie de combate que puede durar entre diez minutos y media hora si el ejemplar es muy grande. Si se recoge el hilo forzando mucho la tensión, se corre el riesgo de que se corte.

Un mundo de secretos
Cuando un pescador con mosca llega a un lugar que no conoce, necesita contratar un guía de pesca. Para dar con las truchas hace falta un bagaje de conocimientos de la zona y del comportamiento de los peces, que lleva años de aprendizaje. Esta virtual semiología pesquera permite interpretar los signos e indicios que se leen en el ambiente. Por ejemplo, en tiempos de luna llena las truchas permanecen aletargadas por estar inapetentes durante el día, ya que la luz nocturna les permite alimentarse de noche. Inevitablemente habrá menos pique y lo recomendable es usar “moscas” que imiten ser insectos. Los días de mucho viento los insectos desaparecen de la superficie del agua y las truchas se van al fondo del río. Entonces lo recomendable es usar un señuelo streamer.
Los guías son verdaderos estudiosos de la situación y están a la búsqueda constante de los mejores lugares. Miran la luna, calculan el viento, miden la temperatura del agua. Cuando las aguas están muy frías o muy calientes, la trucha está más quieta y cuesta mucho pescarla. El lugar natural donde se ubican es justo al costado de la corriente –en el remanso–, y detrás de una piedra o un tronco, para que la comida les llegue sola, sin tener que nadar en contra del curso del agua.

En el Chalten
En el Calafate existen empresas que ofrecen excursiones de pesca de dos a cuatro días a la zona de El Chaltén, donde están algunos de los paisajes más frondosos y deslumbrantes de Santa Cruz. En los alrededores de esa localidad está el río Las Vueltas, considerado el más productivo para la técnica del fly-fishing. Sus aguas cristalinas atraviesan un bosque casi impenetrable y se encajonan en paisajes idílicos con cascadas y toda clase de fauna patagónica. Según los expertos es uno de los mejores ríos de la provincia por la cantidad de pesca que depara. Los portes, en cambio, son por lo general pequeños. No lejos de este río está el Lago del Desierto, rodeado de bosques en un estado prácticamente virgen. También es un lugar de pesca con mosca, pero destinado a los expertos, ya que el bosque llega prácticamente hasta la costa y no queda mucho espacio para realizar los lanzamientos. Aquí proliferan las truchas arco iris y marrones.
El río Diablo –que desemboca en el Lago del Desierto– ofrece una excelente alternativa de pesca justo en el lugar de la desembocadura. Se llega en vehículo y luego hay que caminar unos 50 minutos por antiguos y solitarios senderos. Allí hay pequeñas bahías muy reparadas por el bosque que garantizan una pesca notable y permiten incluso acampar a resguardo de los vientos. Según cuenta Miguel Almandoz, guía de Calafate Fishing, la última vez que visitó este lugar lo hizo con un grupo de cinco personas de Buenos Aires que “entre todos sacaron 67 truchas de un kilo y medio promedio en un lapso de cinco horas”.

Datos utiles
Cuándo ir: La temporada de pesca en Santa Cruz comenzó el 23 de octubre y se extenderá hasta 10 de abril de 2005. Por lo general se recomienda devolver las piezas a su hábitat. El limite diario de captura está indicado en el reglamento de pesca y es diferente para cada río, lago o laguna. En toda la Patagonia está prohibido pescar con carnada. La modalidad permitida es la del señuelo o “mosca”.
Salidas de pesca: La empresa Calafate Fishing ofrece salidas de pesca de medio día, día completo y programas especiales de varios días. Más información en www.calafatefishing.com - E-mail: [email protected] - Tel.: (02902)-493311 / 491407.