Domingo, 24 de abril de 2005 | Hoy
ESPAÑA > VERANO EN LA REGIóN DE CANTABRIA
Noble por el palacio real que desde hace un siglo se asoma a las agitadas aguas del Cantábrico, pero rural por naturaleza, Santander es la capital de una región muy valiosa culturalmente y distinguida por el sello del buen vivir. Además de la ciudad, un recorrido por playas y pueblos de la costa.
Santander, la capital de Cantabria, en el norte de España, está rodeada por un abanico de playas que van desde las colmadísimas, por donde pasarán las modas del próximo verano europeo, hasta las más desérticas, donde eligen veranear los amantes del turismo natural. La ciudad es uno de los puntos de partida de un circuito que abarca desde el País Vasco hasta Galicia, conocido como “España Verde”, porque la tradición agrícola de sus tierras y el color de sus paisajes le ganaron este merecido sobrenombre: sin embargo, si creció y se hizo célebre fue gracias al mar. Este mar, muy distante de las tranquilas aguas del Mediterráneo, fascina por el rebote espumoso de las olas contra los peñascos, pero en playas como la Magdalena, Los Peligros o El Sardinero –algunas de las playas urbanas más concurridas de Santander– se va aquietando mansamente contra las arenas doradas que desembocan en elegantes paseos marítimos.
Hace más de un siglo, este mismo mar se hizo famoso cuando se descubrieron los beneficios de los llamados “baños de ola”, que empezaron a promocionarse en Madrid a mediados del siglo XIX. El paisaje de Cantabria sin duda atrajo a Victoria Eugenia de Battenberg, la princesa inglesa –nieta de la reina Victoria, y sobrina de Eduardo VII– casada con el rey español Alfonso XIII. Victoria Eugenia, cuyo retrato preside hoy uno de los salones del Palacio de la Magdalena, había nacido en el castillo escocés de Balmoral. Comparativamente, el mar Cantábrico probablemente le pareciera tranquilo y cálido. En los primeros años del siglo pasado, los reyes españoles eligieron Santander como lugar de vacaciones: la ciudad les donó la construcción del Palacio de la Magdalena, que con el advenimiento de la república se transformó en sede de la Universidad de Verano Menéndez Pelayo. La familia real española, sin embargo, conserva y utiliza aposentos en el palacio, que pueden visitarse –como la habitación del príncipe Felipe, bisnieto de Victoria Eugenia– cuando no están presentes en la ciudad.
La arquitectura del Palacio de la Magdalena, enclavado en una finca de casi 30 hectáreas que incluye caballerizas y un pequeño zoológico (el conjunto se puede visitar en un trencito turístico llamado “El Magdalena”, con un guía que va relatando historia y anécdotas del lugar), hace pensar en un castillo más inglés que español, con algunos toques franceses. Sin embargo, pese al eclecticismo el conjunto conforma una elegante silueta gris que tiene cierta escala humana, por comparación con otros palacios más imponentes, y desde donde se goza de una vista incomparable de las playas cercanas. Una de las más famosas, la elegida de las turistas nórdicas en los años ‘70, se conoce con el nombre de “Los bikinis”: es que las modernas muchachas extranjeras que estudiaban más de treinta años atrás en la Universidad Menéndez Pelayo fueron las primeras en usar desprejuiciadamente los diminutos trajes de baño que finalmente cedieron su nombre a la playa. Durante un tiempo, fue un escándalo, y abundaban los curiosos en busca de avistar lindas siluetas femeninas. Pero con el tiempo, las bikinis pasaron a ser apenas una anécdota inocente del verano europeo.
Al norte del promontorio donde fue construido el Palacio Real se encuentra el barrio El Sardinero, un centro turístico extendido junto a las playas, donde predomina la elegante silueta del casino. Todos los veranos, se concentra aquí la vida social de Santander, y se realiza un festival de teatro y música que forma parte de los principales eventos veraniegos del norte de España. Santander es sede del Museo de Bellas Artes, que tiene importantes obras de Goya y Zurbarán, y pronto habrá en la región un nuevo atractivo artístico-turístico: se trata de la Ciudad del Cine, un proyecto dedicado al séptimo arte, pero también a las nuevas tecnologías, que acaba de ser firmado entre el gobierno cántabro y una empresa de parques temáticos. Por el momento, no se reveló la ubicación precisa, pero los santanderinos confían en que será en las cercanías de la capital.
En Cantabria convive la cultura agrícola que revelan sus viejas casonas de piedra, sombreadas de bosques y cada vez más buscadas por los amantes del turismo rural, con la cultura del mar que desde siempre acompañó a este pueblo tradicionalmente pesquero. Basta verlo en la mesa: la buena cocina cántabra siempre estará acompañada de frutos de mar, sean langostas, nécoras o pescados, que conocen –de la mano de la renovación culinaria– infinitas variantes a la hora de llegar al plato.
En numerosos pueblos de la costa se vive, por otra parte, la tradición del mar. Laredo, Castro Urdiales, Puente Viesgo, Comillas y muchos otros han sabido vivir, antes de reconvertirse más o menos al turismo, al ritmo de las olas y los barcos pesqueros. Cada mes de abril en San Vicente de la Barquera, uno de los pueblos más lindos de Cantabria, se celebra la Folía, una suerte de bendición del mar. Según la tradición, la Virgen de la Barquera llegó a San Vicente en una embarcación sin tripulación, sin remos ni velas. En homenaje a ese episodio, la Virgen es colocada cada año en un barco pesquero adornado con flores y banderas, que navega frente a la procesión para brindar su bendición al mar, mientras los jóvenes cantan en la costa. La fiesta, una de las más lindas de Cantabria, merece ser vista: pero si ya ha pasado la época, San Vicente de la Barquera igualmente no debería faltar en un recorrido, por la hermosura de su puerto pesquero y la belleza del pequeño casco antiguo donde se destaca, contra los relieves del Parque Nacional de los Picos de Europa, el campanario de Santa María de los Angeles. El pueblo está situado en el corazón del Parque Natural de Oyambre, donde conviven playas y dunas, rías y sierras, acantilados y prados, en una infinita sucesión de paisajes de increíble riqueza natural.
En las estribaciones del Parque Nacional de los Picos de Europa se encuentra además el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde se dice que se conserva la “lignum crocis”, o Cruz de Cristo, supuestamente llevada por Santo Toribio desde Jerusalén. En 1512 el papa Julio II estableció que cada vez que el 16 de abril –día de Santo Toribio– cayera domingo, sería Año Santo Lebaniego: así será el año próximo, y por lo tanto toda Cantabria está en plenos preparativos para recibir a peregrinos y turistas en el lugar, que forma parte del tradicional camino de Santiago. Para entonces ya estará avanzado un proyecto de la Unión Europea que tiene en Cantabria uno de sus principales encabezadores: se trata de la Red Europea de Primeros Pobladores y Arte Rupestre Prehistórico (Repparp), que busca elaborar bases de datos sobre la enorme importancia del patrimonio prehistórico cantábrico, promoviendo exposiciones, una gestión correcta de los sitios arqueológicos y la edición de material especializado sobre el tema, que es un fuerte patrimonio cultural pero también un importante atractivo turístico.
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