AUSTRALIA EN EL TERRITORIO DEL NORTE
El desierto rojo
Australia es uno de los países más sorprendentes del mundo por sus ancestrales culturas aborígenes y por su impactante naturaleza. Desde Alice Springs, en el lejano oeste australiano, travesías por el desierto hasta la gran mole roja de Uluru, el mítico monolito que resume misteriosas creencias indígenas.
Por Graciela Cutuli
Australia también tiene su propio “far west”. Sólo que es tan grande la isla continente que además de un “lejano oeste” tiene “un lejano centro” y un “lejano norte”: es decir, todo lo que se encuentra a prudencial distancia de las ciudades de la costa, donde tradicionalmente se concentró la población. Esas regiones lejanas son muy distintas entre sí, y abarcan desde los ríos plagados de cocodrilos del norte tropical hasta las llanuras del outback de Perth; sin embargo, es difícil encontrar un lugar más sorprendente y mítico que el desierto rojo enclavado en el corazón mismo de Australia, allí donde el monolito de Uluru –o Ayers Rock, según su nombre en inglés– resume las más antiguas y misteriosas creencias de los aborígenes.
Para evitar el intenso calor del verano, el mejor período para visitar esta zona es de abril a octubre. A pesar de las enormes distancias, Alice Springs –la principal (en realidad la única) ciudad de esta parte del Territorio del Norte– es de fácil acceso: se puede llegar en avión, en tren –desde Adelaida, en el sur de Australia, parte el Ghan, un antiguo tren de pioneros que hoy lleva hasta Alice Springs a los turistas deseosos de conocer el desierto– o en auto, que es también una de las maneras más lindas de recorrerlo. En este último caso, conviene alquilar un vehículo 4x4 para darse el gusto de hacer un poco de off road y tener en cuenta que los tramos por el desierto son tan largos y solitarios como pueden serlo en la Patagonia (con la particularidad de que en Australia se conserva la costumbre inglesa de circular por la izquierda).
ARTE Y NATURALEZA Alice Springs es el punto de partida para explorar el desierto rojo. En la ciudad es común cruzarse con familias y grupos de aborígenes, ya que aquí se está en el corazón de su territorio; sin embargo, también es claro que se impuso la presencia blanca y que el legado de la población nativa está relegado a las artes –bellísimas representaciones de la fauna y la flora en los colores de la tierra y mediante el “arte de puntos”–, las artesanías –con los boomerangs en primer lugar– y la gastronomía, ya que toda una corriente busca volver a los alimentos originales de la tierra australiana. Fuera de la ciudad, la naturaleza parece competir en espectacularidad: 150 kilómetros al sur de Alice Springs se encuentra la Reserva Henbury Meteorites, una serie de 12 cráteres provocados por la caída de una serie de meteoritos que formaron huecos de hasta 180 metros de ancho y seis metros de profundidad; en las afueras se encuentra también los McDonnell Ranges, restos de una cadena montañosa que alguna vez fue como el Himalaya y que hoy ofrece curiosas gargantas de piedra, cascadas y senderos de trekking. Al norte de Alice Springs, el Devil’s Marbles Conservation Park es famoso porque posee una serie de bolas de granito de tamaño gigantesco, formadas hace miles de años como resultado de los movimientos geológicos de la zona y aún hoy inmóviles y de un color intensamente rojo que se hace particularmente sugestivo al atardecer.
ULURU Y KATA TJUTA Hay que ir, sin embargo, un poco al sur de Alice Springs para descubrir el monolito de Uluru, el gran símbolo de Australia en el mundo. Sobre la plana llanura, surge de pronto solitaria la inmensa mole de piedra que los aborígenes consideran sagrada, tanto que jamás se atrevieron a escalarla. El lugar es de una soledad total: apenas se divisan a lo lejos las masas rocosas de Kata Tjuta, o “The Olgas”, un conjunto de granito que se levanta a 45 kilómetros de distancia. Lo mejor es hacer una visita guiada por el Parque para conocer las discretas fauna y flora del desierto, y aprender sobre las ancestrales creencias aborígenes. Pero basta con el recorrido alrededor de la base, de unos 9 kilómetros, para darse una idea de la imponencia del lugar, donde es posible descubrir también cuevas con arte rupestre. Otras caminatas proponen descubrir los secretos de la vida cotidiana de los aborígenes, obien alejarse hasta el sistema de gargantas y valles de Kata Tjuta, no menos asombrosas. El Parque cuenta, además, con un interesante Centro Cultural cercano a la base de Uluru, que vale la pena visitar antes de conocer los sitios para interpretar mejor su significado y saber más sobre la cultura aborigen. Hay que recordar, además, que éste es el lugar ideal para conseguir artesanía aborigen auténtica, y para asistir a espectáculos de música y danza nativa.
Subnotas