Dom 12.05.2002
turismo

PANAMA CULTURAS INDíGENAS DEL CARIBE

Encuentro con los Kunas

La región panameña de Kuna Yala resguarda una de las culturas indígenas más originales y no mestizadas de América latina. Para conocerla, el visitante puede viajar al archipiélago caribeño de la Bahía de andinga y alojarse en cabañas rústicas con piso de arena o en confortables hoteles, cerca de las playas y los poblados kunas.

La región panameña de Kuna Yala resguarda algunas islas paradisíacas en el Caribe que todavía son territorio virgen de Centroamérica, donde la población indígena –originaria de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia– se mantiene escasamente mezclada con el mundo exterior.
De los diferentes grupos étnicos de Panamá, la cultura Kuna es una de las más estudiadas y más conocidas, tanto local como internacionalmente, aunque siempre fue celosamente defendida por su pueblo, como lo demuestra la Revolución Dule de 1925, que se recuerda cada año en el mes de febrero. Esta revuelta provocó el levantamiento de los indígenas contra las autoridades oficiales, específicamente la policía, que no respetaba sus tradiciones y querían obligarlos a integrarse a la vida cotidiana del resto del país. La resistencia de los kunas permitió preservar el modo de vida y las costumbres ancestrales que hoy admiran y sorprenden a los visitantes.
Una de las prácticas culturales que más llama la atención es el hecho de que las mujeres no reciban su nombre hasta llegar a la pubertad. Hasta ese momento, el más importante en la vida de las mujeres kunas, sólo tienen un sobrenombre. Sin embargo, ellas son las depositarias de la tradición y la cultura. Su ropa, joyas y belleza son un fiel reflejo del bienestar familiar. Su vestimenta tradicional son las molas, consideradas como una de las artesanías más sofisticadas de América latina. Están hechas en tela de algodón de vivos colores y los motivos son variadísimos. De hecho, se pueden encontrar molas con diseños geométricos y abstractos, así como figuras de animales y escenas de la vida cotidiana. Como complemento de las molas, las mujeres usan una tela de colores brillantes amarrada a la cintura, a la manera de una falda, y un pañuelo rojo con motivos amarillos en la cabeza. Además, se adornan con collares, anillos y brazaletes de oro. Muy preocupadas por su apariencia física, las kunas se envuelven los tobillos y las muñecas con pulseras de vivos colores.
Otro aspecto que llama la atención a los visitantes es el alto índice de albinismo que se da en la comarca. Los expertos lo atribuyen al hecho de que en raras ocasiones los kunas se casan fuera de su comunidad. Los hijos de la luna, como se conoce a los albinos, son reverenciados y tratados como seres especiales. Como resultado de este trato, suelen tener una personalidad beligerante y juegan un papel protagónico en la vida de las comunidades.

“Wagas” de visita En Kuna Yala hay cientos de islas, algunas más pobladas que otras, pero no en todas entran los turistas. En la línea costera existen nueve poblados sin facilidades para recibir a los “wagas” (personas no kunas). Por esta razón, la forma más conveniente para tomar contacto con el pueblo kuna es volar desde el Aeropuerto de Albrook hacia alguno de los 20 destinos en Kuna Yala.
La entrada a Kuna Yala es el poblado de El Porvenir. Los visitantes a las islas ubicadas en la Bahía de Mandinga suelen llegar en avión y desde allí en bote hasta las islas de Malunega y Wichub–Wala, donde hay hoteles y cabañas. Estas islas no tienen playas, pero los paquetes turísticos incluyen visitas a islas cercanas, con frecuencia deshabitadas, donde se puede disfrutar de playas de arena blanca y aguas cristalinas.
Otro sitio de interés son los Cayos Holandeses y su docena de pequeñas islas de arena blanca y palmeras. Aunque en los cayos no hay hospedaje, se suelen hacer excursiones náuticas para bucear en los arrecifes.
La economía de la comarca se centra en la cosecha de cocos, los cuales venden principalmente a barcos colombianos que navegan por la región. Los cocos son canjeados por comida, ropa o accesorios como gafas para el sol. Sin embargo, en los últimos años el turismo se ha convertido en una fuente de ingresos para algunas familias dentro de la región. El precio por visitar un poblado oscila entre los tres y cinco dólares. Todos los viajeros tienen que pagarlo, más un dólar por cada foto que tomen a un kuna.

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