La propuesta había sido ofrecida por un grupo de 60 senadores, que se mostraron dispuestos a mediar en el diálogo de negociación para frenar el conflicto, y aceptada por los manifestantes conocidos como "Camisas Rojas", que desde el 3 de abril instalaron carpas y centros improvisados de refugiados en tres kilómetros cuadrados de Ratchaprasong, la zona central de la capital tailandesa, en reclamo de la renuncia del gobierno.

Sin embargo, el poder mantuvo hoy un discurso de firmeza a través del ministro Satit Wonghnongtaey que aseguró que "la situación podrá solucionarse y podremos llegar a unas negociaciones cuando los manifestantes se hayan dispersado".

El viceprimer ministro, Suthep Thaugsuban, también rechazó la hipótesis de un alto el fuego. Es un "sinsentido", afirmó, y precisó que "los responsables de la seguridad no disparaban contra los civiles". "Los que disparan son terroristas", añadió.

Uno de los líderes del grupo de manifestantes,Nattawut Saikua, confirmó el deseo de todo el grupo --que contempla entre cinco mil y seis mil personas-- de "terminar con el derramamiento de sangre" y la voluntad de sostener una nueva ronda de conversaciones con el gobierno.

El diálogo se suspendió el jueves pasado, cuando quedaron sin efecto las negociaciones para celebrar elecciones en noviembre. El conflicto se agravó, el líder militar de los llamados "Camisas Rojas" recibió un disparo de un francotirador en la cabeza y la rebelión cruzó los límites del campamento, produciéndose enfrentamientos entre los manifestantes y el Ejército en otras áreas de la capital tailandesa.

Ambas partes se responsabilizan por la suspensión de la propuesta de las próximas elecciones. Según el Sathit, los opositores rechazaron las elecciones propuestas por el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, "a petición de un instigador" en el extranjero, en alusión a Thaksin Shinawatra, que fue derrocado como primer ministro en 2006. En tanto, desde el grupo manifestante aseguran que fue Vejjajiva quien anuló su propuesta, exasperado por las exigencias cada vez más elevadas de los "rojos".

La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, "exhortó los líderes a dejar de lado su orgullo y la política por el bien del pueblo tailandés". Los enfrentamientos sucedidos desde mediados de marzo recrudecieron durante la última semana, cuando a manifestantes armados con tirachinas, cócteles molotov y petardos, el agentes de las fuerzas de seguridad pública respondieron con balas reales.

Por tal motivo, Amnistía Internacional acusó al ejército de recurrir al "uso inconsiderado de armas mortales". "Hay testimonios e imágenes de vídeo que muestran claramente que los militares dispararon balas reales contra personas (...) que no representaban ningún peligro para los soldados o para los otros", remarcaron.