"Me parece que hay algo deformado en esa irracionalidad emocional de la gente que está yendo a la calle para pedir el regreso de los militares. Es con ellos que nosotros debemos dar la pelea", enfatizó el expresidente (2003-2011).

Luego de que el 16 de agosto pasado 800 mil personas se movilizaran en las principales ciudades del país para exigir la renuncia de Rousseff, cuya popularidad cayó al 8 por ciento, según los últimos sondeos, Lula advirtió que "no podemos estar nerviosos por el hecho de que haya gente haciendo manifestaciones en contra nuestra".

Más adelante hizo un comentario que se interpretó como un mensaje dirigido a José Dirceu, el titular del PT, preso por su vinculación a la red de sobornos y desvío de dinero en la petrolera Petrobras: "Es obvio que en un partido como el PT, con un millón y no sé cuantos miles de afiliados, que es una familia grande, existe el riesgo de que se cometan errores, y cuando se comete un error éste se paga".

Por su parte, el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, reconoció que la "casa no está en orden" a pesar de que Rousseff logró un acuerdo con los líderes del Congreso para que den trámite al presupuesto que arrojará un déficit cercano a los 9000 millones de dólares.

El presupuesto del año que viene es "un desafío para todo el mundo, para la sociedad, para el gobierno y también para el Congreso para que podamos poner la casa en orden, pero es evidente que ella no está en orden", observó Levy, quien apuesta a que el Congreso vote las leyes que permitan aumentar impuestos, recortar gastos y reducir el déficit fiscal.