La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) está promoviendo la necesidad de proteger el patrimonio histórico de las ciudades y zonas rurales mediante la formación de expertos en preservación, conservación y reciclaje. Dicta una carrera de especialización que dura tres cuatrimestres.
“Un edificio restaurado es restituido a la ciudad, a sus habitantes y a los turistas, constituyéndose en una fuente de recursos económicos.” El profesor y arquitecto italiano Mario Docci sintetizó así uno de los valores generados por la preservación y reciclaje del patrimonio de las ciudades y áreas rurales. Fue en el marco de una conferencia realizada en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA), desde donde se está trabajando en la necesidad de proteger la identidad cultural y, a través de su Escuela de Posgrado, de formar graduados especializados.
“El acelerado y a veces descontrolado crecimiento de las ciudades hace que los testimonios físicos heredados de generaciones anteriores, que tienen incidencia en la identidad cultural de la comunidad, se vean expuestos a una amenaza constante, debida tanto al deterioro natural como a intervenciones indebidas, a lo que se suma la falta de adecuadas políticas y legislación orientadas a su rescate.” Para formar profesionales capacitados para combatir ese proceso, la FADU dicta una carrera de especialización en Preservación, conservación y reciclaje del patrimonio monumental urbano y rural.
Los principales objetivos académicos del posgrado son: especializar a graduados en el campo de la preservación de los monumentos, capacitar en el uso de recursos técnicos y científicos, a la vez que en el uso de recursos proyectuales, teniendo en cuenta aspectos sociológicos, históricos, arqueológicos, ecológicos, económicos, de planificación, restauración y conservación. El posgrado también busca contribuir a solucionar los problemas vinculados a la planificación urbana y rural, incluido el apoyo a organismos oficiales. Una de las habilidades que se pretende desarrollar en los graduados es la de, primero, detectar los desajustes ambientales en los edificios y centros históricos, en sus sitios de emplazamiento, y luego, la de indicar y dirigir los operativos de rescate y reciclaje.
Acreditada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau) y dirigida por el arquitecto Jorge Gazaneo, la carrera exige que sus alumnos sean arquitectos. Aunque los ingenieros, abogados, museólogos, arqueólogos, historiadores del arte, diseñadores gráficos y otros graduados vinculados al tema pueden cursar materias que resulten relacionadas con sus profesiones. Además de visitas a obras o sitios de interés, el posgrado prevé, entre sus actividades, el trámite de becas y pasantías para prácticas en obradores del país y el exterior.
El decano de la FADU y vicerrector de la UBA, Berardo Dujovne, recordó que el tema de la preservación patrimonial se instaló culturalmente en los últimos años y que todavía están presentes las depredaciones operadas en los ‘50, ‘60 y ‘70. “Hoy debe reconocerse no sólo el valor cultural, sino también económico del patrimonio. Y su importancia debe reflejarse en la enseñanza, no sólo en los posgrados, sino en la carrera de grado”, añadió en una conferencia ofrecida el jueves pasado. El encuentro se realizó en la facultad, tras una reunión de especialistas de universidades europeas y latinoamericanas en el contexto del Programa Alfa-Patrimonio, un programa de la Unión Europea para América latina dirigido a la innovación curricular de las universidades.
“Si el patrimonio se destruye o sustituye, no aporta nada, ni a la cultura ni a la economía. El patrimonio conservado permite ver las raíces de una sociedad. En Europa el desarrollo de las ciudades nuevas existe junto a la conservación de las existentes. No son intercambiables, una no sustituye a la otra”, apuntó, en la misma conferencia, Alessandro Sartor, profesor, como Mario Rocci, de la Universitá degli Studi di Roma. En el mismo sentido, la arquitecta Victoria Ramos Cebreros, de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima, destacó la alta presión inmobiliaria que pesa sobre los centros históricos en Latinoamérica y recordó que en Europa hay un manejo más equilibrado del territorio, “las ciudades son más pequeñas y diseminadas”. También advirtió que no se puede destruir unedificio de 80 años, porque así “nunca va a llegar a tener 300 o 500 años”.
El secretario académico de la FADU, Jorge Iribarne, agregó que “una ciudad ‘amigable’ para sus habitantes tiene valor en sí misma, ya que mejora su calidad de vida. Si bien el turismo no es un fin, no debe considerarse un dato menor, ya que además de generar ingresos genera empleos”. También alertó sobre el peligro de la sobreexplotación del patrimonio: puso como ejemplo a la ciudad de Stratford-on-Avon, en Inglaterra, que pasó de ser una ciudad medieval a ser un parque temático.
Un punto en el que los disertantes acordaron fue la necesidad de contar con créditos blandos, baratos y a largo plazo, para financiar tareas de preservación y recuperación patrimonial.
Los interesados en recibir información sobre la especialización en Preservación, conservación y reciclaje del patrimonio monumental urbano y rural pueden comunicarse con la Escuela de Posgrado de la FADU, Pabellón III de Ciudad Universitaria, 4º piso, 4789-6235/6,
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