Viernes, 7 de octubre de 2016 | Hoy
UNIVERSIDAD › OPINION
Por Judith Naidorf *
Se conocieron los números del presupuesto 2017 para ciencia y tecnología, que prevé un recorte significativo del presupuesto del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (que incluye no solamente al Conicet, sino también a la Anpcyt y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales): los fondos pasan del 0,71 por ciento del total del presupuesto nacional en 2016 al 0,59 por ciento del total en 2017, siendo que la falaz promesa de campaña anunciaba un aumento del 1,5 por ciento.
Simultáneamente, comenzó a circular un documento del Conicet que, desconociendo abiertamente los intensos estudios realizados en particular en los últimos 20 años sobre ciencia, tecnología y sociedad en Argentina, propone establecer prioridades de manera unilateral a cargo de una Secretaría de Prospectiva que en dos meses dictará lineamientos que afectarán procesos para todo el aún complejo (incipiente sistema) de ciencia y tecnología.
Dicho borrador preliminar afirma continuar con el plan Argentina Innovadora 2020 que generara la gestión anterior, pero sin recuperar los aportes de comisiones asesoras de evaluación del personal que han sido espacios propositivos incluso de modelos que orientan la ciencia al desarrollo social.
Como broche de oro (o de oscuridad) se proponen incentivos individuales que generan deshomologación salarial –tal como afirmó Mercedes Leal desde la Universidad Nacional de Tucumán a principio de los años 2000– y mayor competencia entre pares, promoviendo condiciones de producción intelectual que conspiran contra el trabajo colectivo. Otro retroceso.
* Investigadora adjunta del Conicet, Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
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