Jueves, 22 de febrero de 2007 | Hoy
20 años en el espejo: Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas
Por Claudio Zeiger
Publicado el 29 de diciembre de 1992
Por estos días, Augusto Roa Bastos estuvo de visita en el país natal, pero ya sabe: lo comentó durante esta entrevista realizada in situ, que no volverá a afincarse en Asunción. Al día de hoy, el escritor que con su última novela sobre Colón, Vigilia del Almirante, rompió un prolongado silencio literario de casi dieciocho años, es un profesor universitario de la reposada ciudad de Toulouse y tiene la mira puesta en la visita a Buenos Aires que comienza esta semana, con temor, dice, “de encontrar todo demasiado cambiado”. Lógico: en Buenos Aires vivió un exilio aún más largo que el de Rafael Alberti y encontró un clima cultural bien propicio para largarse a escribir. Bastante lejos de la mera nostalgia, además, Roa vino a Asunción con un proyecto concreto bajo el brazo. Cuando en 1990 recibió el Premio Cervantes, donó el efectivo para una fundación destinada a fomentar la lectura en Paraguay. Ahora vino a poner en orden los papeles de esta iniciativa que lo tiene como motor y que cuenta con el patrocinio de Naciones Unidas. Fundalibro Cervantes se largará a proveer de libros, material audiovisual y hasta imprentas a unas 2 mil escuelas, sobre todo rurales, una difusión de lectura nada fácil, puede imaginarse, sobre el arrasado panorama cultural de este país.
Aquí en Asunción, dígase claramente, Roa Bastos es un tótem que despierta fervores en la calle, activa a los cazadores de autógrafos y a todo el que ande con una cámara de fotos o un manuscrito bajo el brazo. En su opinión, recién ahora empieza a leerse en Paraguay Yo, el supremo, pero los que conocen los círculos intelectuales y universitarios de Asunción lo desmienten. Siempre fue el referente más fuerte, dicen, aun con sus visitas esporádicas y muchas veces clandestinas. Es, simplemente, el escritor que pudo salir y beber de las fuentes del cosmopolitismo, tener la proyección internacional vedada a casi todos los autores locales. “Cuando vuelvo aquí me parece percibir una gran desorientación en el panorama intelectual, creo que vuelve a jugar otra vez ese espíritu de encierro que vivió Paraguay durante cuarenta años”, es su diagnóstico.
–A veces, el exilio tiende a inmovilizar la mirada sobre lo que se dejó. En sus últimas visitas de estos años, ¿notó cambios en la sociedad?
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