Viernes, 3 de diciembre de 2010 | Hoy
ECONOMíA › EL GOBIERNOBUSCARA EN LA NEGOCIACION CON EL CLUB DE PARIS REPETIR LA FORMULA DE LA REESTRUCTURACION DE 2005
La primera reunión oficial para buscar un arreglo con el grupo de acreedores será en diez días. La Argentina propondrá pagar en seis años, aunque el plazo se acortaría si el PIB sube más o si los bancos europeos dan préstamos para inversión en el país. La deuda sería de nueve mil millones.
Por David Cufré
El Gobierno aspira a cerrar las negociaciones con el Club de París hacia marzo o abril de 2011. Maneja como alternativa proponer la cancelación de la deuda en default en seis años, con 24 cuotas trimestrales crecientes. El plazo podría acortarse en función de cómo evolucionen una serie de variables objetivas, como el monto de las reservas del Banco Central, el crecimiento del PIB o el superávit comercial. La lógica es la misma que se utilizó en la reestructuración de 2005 con los acreedores privados, a quienes se les paga un plus a fin de año si la economía avanza por arriba de determinado nivel. Fue una forma de “asociarlos” al éxito del país para que accedieran a condiciones iniciales más flexibles. En el caso del Club, otra forma de establecer un sistema de pago variable es atar la fecha de los vencimientos a la financiación que otorguen bancos europeos a empresas de ese origen que vengan a invertir en el país: a mayor volumen de crédito a la inversión, plazos de devolución de la deuda más cortos.
Estas son algunas ideas que llevará el ministro de Economía, Amado Boudou, a la primera reunión con el Club de París. El encuentro fue corrido para el 13 de diciembre, según indicaron fuentes oficiales a Página/12. El funcionario tiene previsto viajar a Francia con el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, para reunirse con el presidente del organismo de países acreedores, Ramón Fernández. Será el puntapié inicial de una negociación que las autoridades argentinas suponen intensa, pero que confían tendrá final feliz hacia marzo o –más bien– abril próximos.
Las conversaciones preliminares con los gobiernos de Alemania y Japón, potencias que concentran el 60 por ciento de la deuda impaga desde 2002, y también con Estados Unidos y la propia secretaría del Club, fueron auspiciosas, lo cual quedó reflejado en su aceptación de retirar al FMI del medio de las conversaciones. Sin embargo, no es poco lo que hay que conciliar. Lo primero es el monto del pasivo a saldar. La cifra es superior a lo conocido hasta el momento. Llega a 8950 millones de dólares al 30 de octubre último, si se cuentan no sólo el capital y los intereses vencidos hasta el default, 6026 millones, sino también los intereses compensatorios y punitorios tras nueve años de cesación de pagos.
El piso que manejan en el Ministerio de Economía son los 6026 millones de dólares, mientras que los casi tres mil millones adicionales serán el primer capítulo de la negociación. En la carta que Boudou le envió a Fernández el 16 de noviembre pasado, aceptando su invitación a iniciar un diálogo para resolver el default, se refirió indirectamente al tema. “Pongo a disposición los equipos de trabajo del Ministerio de Economía para que en conjunto con los del Club de París retomen la tarea de conciliación de las cifras”, dice el penúltimo párrafo de la misiva. Los países acreedores posiblemente reclamen más que 8950 millones de dólares, con un cálculo más estricto de los intereses caídos de 2002 a la fecha y los punitorios. La cifra que finalmente se pacte surgirá del ida y vuelta de las conversaciones, aunque en el Gobierno se hacen a la idea de que estará cerca de aquellos nueve mil millones.
Otra cuestión a resolver es si habrá o no un pago inicial en efectivo. En el Gobierno señalan que es probable que el Club lo demande y que la Argentina lo acepte, debido a que una de las motivaciones que llevó a los acreedores a acelerar la búsqueda de un arreglo es su necesidad de efectivo. La crisis financiera global impacta especialmente en Europa.
–¿Por qué el Club de París accedió a negociar sin el FMI? –preguntó este diario a altas fuentes oficiales.
–Porque quieren cobrar –fue la primera parte de su respuesta–. Y también porque quieren venir a hacer negocios al país. Son varias las empresas europeas que ven oportunidades en distintos rubros, por ejemplo obra pública, y que se quedan afuera porque no pueden acceder al financiamiento de las agencias de apoyo a la inversión de sus países o de la región –completó el funcionario.
Esto último obedece a que los bancos de inversión de Europa tienen prohibido financiar operaciones en países que estén en default con el Club de París. Uno de los más interesados es Alemania. Este país es el mayor acreedor: concentra el 34,2 por ciento de la deuda en default con el grupo. Según cuentan en el Gobierno, la entrevista que mantuvieron en octubre pasado la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la canciller alemana, Angela Merkel, fue clave para desatar el nudo que impedía el inicio de las negociaciones: la intervención del Fondo Monetario Internacional. La mandataria argentina fue categórica en su negativa a aceptar la participación del FMI, mientras que Merkel dejó en claro el interés europeo de que la Argentina se ponga al día con la deuda en default.
Detrás de Alemania, el segundo acreedor del Club de París es Japón, con el 26,2 por ciento del total de los pasivos. Mucho más atrás se ubican Holanda con el 7,9 por ciento, España con el 6,9, Italia con el 6,6 y Estados Unidos con el 6 por ciento. Después siguen Suiza (4,7 por ciento), Francia (3,1 por ciento), Canadá (2,2 por ciento) y un grupo de países entre los que figuran Gran Bretaña, Austria, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Finlandia e Israel con un 2,2 por ciento entre todos.
En las conversaciones preliminares con Fernández, el Club planteó que la deuda debería cancelarse en sólo un año. Esa posibilidad fue descartada por el gobierno argentino, que llevará a Francia una propuesta que se estira hasta 6 años, con 24 pagos trimestrales crecientes. La negociación marcará seguramente algún punto intermedio. Una posibilidad que se pondrá sobre la mesa es acortar los plazos de pago de acuerdo con un conjunto de indicadores objetivos. Como se explicó al principio, algunos de ellos son las reservas del BCRA, el crecimiento de la economía o la evolución de la balanza comercial. Mientras mejor le vaya al país, según esos u otros parámetros de medición, más rápido se cancelará la deuda. Combinado con esa fórmula, se estudia ligar directamente a los acreedores a la velocidad de recupero de los pasivos en default: a mayor financiamiento de bancos de desarrollo europeos a empresas que vengan a invertir al país, más acelerado el ritmo de cancelaciones de la deuda. La pelota comenzará a rodar en diez días y esta vez parece que las dos partes aspiran a que termine dentro del Arco del Triunfo.
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