Los
ingleses saben, por propia experiencia, qué pasa cuando el
sector privado desahorra, hasta que llega a estar tan endeudado
que, de pronto, cae en un arrebato de frugalidad. La consecuencia,
que los británicos vivieron entre 1989 y 1994, es siempre
una profunda recesión. Con esa autoridad, dos economistas
ingleses, Wynne Godley y Bill Martin, glosados por The Economist,
presagian en un estudio horas amargas para Estados Unidos.
La mayor economía del mundo arrastra hoy tres serios desequilibrios:
una Bolsa sobrevaluada, un desahorro privado equivalente a 4 por
ciento del PBI y una galopante suba del endeudamiento. Las tres
magnitudes marcan records históricos. El fenomenal efecto
riqueza provocado por la valorización accionaria parece capaz
de explicar esta enorme burbuja, pero es a su vez explicado por
ella. El desahorro privado (sólo parcialmente compensado
por el superávit del sector público) se traduce a
su vez en el gigantesco déficit de la cuenta corriente.
Godley y Martin piensan que esta tendencia es insostenible, aunque
no encuentran la manera de predecir cuándo se cortará.
Discrepan sin embargo con quienes creen en un aterrizaje suave,
porque aunque la economía estadounidense pasara a crecer
moderadamente en el próximo lustro, a razón de un
2,5 por ciento anual, el rojo externo seguiría ampliándose.
Aun en el caso de que Wall Street no sufra un derrumbe que subvierta
todos los parámetros, la única vía que tiene
la economía estadounidense para seguir creciendo es que la
demanda de consumo de las familias y la demanda de inversión
de las empresas siga apoyándose en más crédito.
Pero esto no podría mantenerse mucho tiempo, dado el nivel
de endeudamiento ya alcanzado.
Según los escenarios trazados por estos ingleses, Estados
Unidos ingresará cuanto más tarde lo haga, peor
en una era de recesión o estancamiento, como ya les sucedió
a Japón, Suecia o Inglaterra en circunstancias más
o menos similares. Para ellos, si Washington consigue escapar de
este destino, habrá que considerar lo ocurrido como un milagro.
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