Las empresas sufren tasas altas y menos creditos
Sequía
prolongada en la city
La
incertidumbre electoral ya no les sirve como excusa a los bancos
para limitar su asistencia al sector privado. Igualmente, el grifo
sigue cerrado, y sin crédito se demora el repunte de la economía.
Los
gerentes financieros de las empresas siguen en problemas. Para ellos,
no hay demasiadas diferencias entre el período pre y postelectoral.
Tal como ha venido ocurriendo durante todo este año, las
compañías tienen enormes dificultades para acceder
al crédito bancario. Las altas tasas de interés y
la escasa predisposición de las entidades a prestar dinero
les complica la vida a la hora de conseguir financiamiento. Y las
consecuencias están a la vista: al sector privado no le queda
otra alternativa que postergar las inversiones que tenían
pautadas.
Esa sequía crediticia afecta el repunte del nivel de actividad.
Resulta obvio que, si las empresas no ponen en marcha inversiones,
se retrasará el despegue de la economía, alimentando
un círculo vicioso: el sector privado no invierte porque
le resulta imposible afrontar los elevados costos financieros y
la economía no puede recuperarse.
Por ahora, las compañías líderes se limitan
a renovar sus abultadas deudas y se abstienen de tomar nuevos créditos,
por temor y, fundamentalmente, porque los bancos no amplían
las líneas a tasas de interés compatibles para que
un proyecto de inversión sea rentable. En tanto, las tasas
de interés se sitúan en los máximos del año:
según la encuesta del Banco Central, los créditos
en pesos para una compañía de primera línea
a 30 días de plazo se ubican en el 13,3 por ciento anual.
Y en el 10,1 por ciento anual si el préstamo es en dólares.
El dato no es menor: tanto esos niveles como el diferencial (spread)
entre las tasas en pesos y las nominadas en dólares son similares
a los que existían a principios de año, en medio de
la incertidumbre tras la devaluación brasileña. Y
se encuentran entre 3 y 5 puntos porcentuales por encima de lo que
debían pagar en abril o mayo pasados.
En la city dan cuenta de diversos motivos para explicar semejante
repunte en el costo del dinero. Los financistas señalan la
necesidad de liquidez por parte de las entidades ante la inminencia
del cambio del milenio: los bancos quieren estar preparados por
si, hacia fin de año, los ahorristas retiran por miedo parte
de sus depósitos, y por si fallan los sistemas informáticos.
En ese escenario las entidades seducen a los ahorristas con tasas
de interés más altas para que no retiren sus depósitos.
Además, a los financistas no se les escapa otro dato importante:
durante setiembre y octubre, un grupo de compañías
líderes extranjeras adquirieron en el mercado de futuros
un total de 3000 millones de dólares. Esas operaciones, ordenadas
desde el exterior por las casas matrices, fueron adoptadas como
una manera de cubrirse ante la incertidumbre cambiaria generada
en los meses previos a las elecciones. Como buena parte de aquel
monto fue cubierto en billetes físicos, se generó
una suerte de presión monetaria que terminó elevando
las tasas de los préstamos interbancarios, que también
sirven como referencia de las demás tasas de interés.
En el microcentro confían en que una vez que Fernando de
la Rúa anuncie las primeras medidas económicas, las
tasas bajarán. Y, a partir de allí, se reactive el
mercado crediticio, condición necesaria para la reactivación
de la economía.
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