Preocupación en la City por las deudas empresarias
El riesgo de quedarse de brazos cruzados
La
situación financiera de varias compañías es
peor que la registrada durante el tequila. Caída de facturación
y elevadas tasas reales están afectando la rentabilidad empresaria.
La
posibilidad de que las empresas no puedan pagar sus deudas inquieta
a los financistas. Ni siquiera durante el tequila el índice
de riesgo crediticio había llegado a un nivel tan preocupante.
La caída en la facturación de las compañías
en medio del ciclo recesivo y el repunte de las tasas de interés
crearon las condiciones para aumentar el peligro de que las empresas
tengan problemas al momento de hacer frente a sus compromisos. Durante
el 2000, el sector privado necesita no menos de 6390 millones de
dólares para renovar sus pasivos. Ese es el monto global
de vencimientos de capital e intereses de Obligaciones Negociables
durante el próximo año, sin contabilizar los préstamos
bancarios directos.
La agencia de calificación DCR Duff & Phelps, que elabora
semestralmente un índice sobre la situación crediticia
del sector privado, sostiene que el riesgo de que las empresas no
puedan cumplir con sus vencimientos de deuda pasó de bajo
a medio. Y pronosticó que el peligro se acrecentará
aún más durante el próximo semestre, aunque
descartó que haya riesgos de una crisis sistémica.
El fantasma de que durante el 2000 se repitan casos de incumplimiento
como los que ocurrieron a lo largo del 99: Comercial
del Plata, Piedra del Aguila y el grupo Vila, entre otros
sobrevuela la City. Los sectores de las telecomunicaciones, petróleo,
gas y de la energía eléctrica son los que tendrán
un mayor volumen de vencimientos.
La percepción de los analistas es que la situación
financiera que deben afrontar las empresas es peor que durante el
efecto tequila de 1995-1996. En aquel momento se evidenció
una rápida mejora de las tasas de interés ni bien
la economía dio signos de recuperación. En cambio,
ahora, y pese a que no hay turbulencias financieras locales ni internacionales,
el costo del dinero se mantiene alto, apenas levemente más
bajo que durante el peor momento de la crisis, tras la cesación
de pagos de Rusia y la devaluación brasileña. Este
efecto se potencia con la deflación, ya que eleva aún
más la tasa de interés real. Este incremento de las
tasas golpeó a las compañías endeudadas, y
su colchón financiero se redujo a la mitad este año.
En efecto, la mayor carga por intereses sumada a la menor facturación
redundó en que la relación entre la generación
de caja y los intereses que pagan se ubique ahora en dos a uno,
cuando un año atrás era de cuatro a uno.
A lo largo del 2000, el Estado será un directo competidor
de las empresas al momento de absorber capitales. Daniel Marx, el
secretario de Financiamiento, ya anunció que tres de cada
cuatro pesos que necesite para financiar el déficit fiscal
los tomará en el mercado interno: unos 13 mil millones de
pesos en total. De esta manera, los financistas piensan que al sector
privado le será muy difícil conseguir préstamos
de largo alcance. Según un relevamiento de la Fundación
Capital, seis de cada diez pesos tomados este año fueron
a menos de doce meses de plazo, rompiendo una tendencia histórica
hacia el largo plazo.
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