Entrevista
exclusiva al secretario de Agricultura
Somos
muy eficientes sólo hasta la tranquera
El
flamante secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray, está
decidido a bajar el costo para los productores, pero sabe que
sus instrumentos no son muchos. Hay margen para negociar
los peajes.
Por
Aldo Garzón
Aunque
no tendrá cartel de ministro en las reuniones de gabinete
como hubieran preferido los sectores de la producción,
el nuevo secretario de Agricultura y Ganadería, Antonio
Berhongaray, comenzó su gestión colocando paraguas
por lo menos en los casos en que arrecia más la crisis.
Este verano, entonces, no habrá ejecuciones de deudas para
el campo. Pero lo más difícil para Berhongaray será
tratar de torcerles el brazo a los proveedores de servicios, como
los concesionarios de los peajes, para que se empiece efectivamente
a bajar el costo agropecuario. Tenemos margen para negociar
una rebaja de las tarifas, aseguró a Cash. Del retraso
cambiario prefiere no hablar. Soy un hombre de campo, no
economista, se defiende.
¿Cómo se enfrentará el problema de la refinanciación
de los pasivos para el sector rural?
Ya acordamos con el Banco Nación la suspensión
de las ejecuciones hasta el 1º de marzo. Con el resto de
la banca, como la privada, no se puede hacer nada sin una ley
del Congreso.
¿En qué quedó la promesa de eliminar el componente
impositivo de 12 centavos en el gasoil que se usa para actividades
agrícolas?
Nosotros tuvimos grandes presiones externas, concretamente
del Fondo Monetario Internacional, para que ocurriera al revés.
Es decir, para que se aumentara ese componente impositivo, según
la teoría de que la diferencia entre el gasoil y la nafta
no puede ser de más del 20 por ciento. Hubiera significado
llevar el precio del litro de gasoil a 80 centavos. Fue una gran
lucha, al final de la cual todo quedó como estaba.
Entonces, ¿con ese tema no se puede hacer nada?
Bueno, en principio todo el costo que se tiene por gasoil
se descuenta de Ganancias. Lo que se había hablado en su
momento era que fuera de libre disponibilidad para todos los demás
impuestos. Pero eso hubiera significado, seguramente, buscar otros
sucedáneos en el paquete impositivo.
¿Tienen la intención de reflotar la Junta Nacional
de Granos o la de Carnes?
No. Con las funciones que tenían antes de comprar
y vender, no. Sí vamos a hacer un desarrollo muy fuerte
en la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario, para
la cual estoy buscando un hombre de un gran perfil para que la
dirija. Con la Oncca trataremos de evitar las distorsiones que
se dan en el aspecto impositivo o en el comercial, tanto en granos
como en carnes, que era la otra función, además
de la de entes reguladores, que tenían las juntas.
Claro que con esas juntas se sostenían los precios agropecuarios,
si bien en un contexto donde no faltaban las retenciones por parte
del Estado. Ahora el problema es cómo aguantar cuando los
precios son tan bajos.
En el caso de la cosecha fina, el Banco Nación reconvirtió
una de sus líneas para poder retener el trigo, de manera
que la gente no esté obligada a venderlo de manera inmediata.
El Nación afectó 100 millones de pesos para eso.
Su tasa es del 13,5 por ciento anual, pero queda en 10,5 porque
esta Secretaría dará un subsidio de 3 puntos. El
margen entre el precio del disponible y el de futuro es más
alto que este costo financiero. Por ejemplo, si hoy el precio
del trigo disponible está a 80 u 85 dólares, el
futuro a junio es de 105. Así que si a 80 le ponemos un
5 por ciento de interés y algún pequeño gasto
de almacenamiento, para junio queda bastante margen todavía.
¿Esta es una medida de emergencia o va a ser una política
normal?
Nosotros vamos a hacer todas las políticas activas
que creamos razonables y que podamos.
¿El tipo de cambio es el principal problema en la merma
de los ingresos del campo?
El tipo de cambio es un dato, algo a partir de lo cual tengo
que moverme.
¿Pero está retrasado o no?
Algunos dicen que sí y otros que no. Yo no tengo
opinión sobre eso porque no soy economista, soy un hombre
de campo. Algunos economistas dicen que ése no es el tema.
Creo que nosotros, fundamentalmente lo que tenemos que hacer es
bajar el costo argentino y bajar el riesgo país, que no
son dos cosas iguales.
¿Y se puede bajar el costo con este paquete impositivo
que mandaron al Congreso?
Sí, controlando las tarifas. Nosotros somos muy eficientes
hasta la tranquera. De ahí para afuera, no. Porque tenemos
los fletes más caros del mundo, y no por culpa del pobre
camionero, sino porque el camión tiene un arancel externo
del 35 por ciento, como si fuera la Ferrari de Menem. El flete
de Santa Rosa a Bahía Blanca, que son 300 kilómetros,
es más caro que el de Bahía al puerto de Rotterdam,
que son 14 mil kilómetros. Nuestros peajes, además,
son los más caros del mundo.
¿Pero se puede meter mano en eso sin que el Estado se ligue
un juicio por una cuestión de derechos adquiridos?
Depende de cómo se haga. Si se analizan los incumplimientos
de las empresas de peaje en materia de inversión, por ejemplo,
por ahí pueden aparecer márgenes para negociar.
Además, después de que se hicieron las privatizaciones
se bajaron los aportes patronales. Eso cambió la ecuación
económica de las empresas concesionarias, a las cuales
se les alivió los costos. Esas cosas dan margen para conversar
la baja de tarifas.
¿Usted cree que la mayoría de los economistas tiene
plena conciencia de que este país sigue viviendo, básicamente,
del campo?
Yo soy un convencido de que aquí hay una distorsión
cultural tremenda, provocada ex profeso para trasladar la renta
agraria a otros sectores. Al principio, al sector de la industria
liviana, después al de los proveedores o contratistas del
Estado y, finalmente, al sector financiero. Aquí se instaló
el tema del deterioro de los términos del intercambio,
cosa que desde el punto de vista económico es absolutamente
falso. Se estableció que el campo era lo atrasado y lo
demás era lo nuevo, y la realidad nos demuestra que los
precios suben o bajan tanto para un sector como para otro. La
verdad es que con un camión de soja un día se pueden
comprar cinco computadoras, después dos y más tarde
quizá diez.
La
carne y su futuro
¿Cómo será el futuro reparto
de la Cuota Hilton para exportar cortes finos de carne a Europa?
Es algo que tenemos que solucionar a partir de junio, ya
que hasta ese mes está aprobada la actual lista de frigoríficos.
Cuando yo estaba en el Senado, logramos aprobar un sistema de
adjudicación por licitación de la cuota, que después
fracasó en Diputados. El 70 por ciento se adjudicaba por
past perfomance (desempeño anterior en estas mismas exportaciones)
y el 30 por ciento se licitaba, aunque se aplicaba a todos el
precio por tonelada de este último segmento y lo recaudado
tenía que ir al futuro Fondo de Promoción de Carnes.
Es decir, que la industria se haría cargo de ese instituto...
La idea que yo tenía era que el instituto se hiciera
con el aporte de la industria, no tanto de los productores, porque
sacarle un peso por cabeza a un productor que por ahí tiene
solamente 200 animales puede significar que no pueda mandar a
sus chicos a la escuela. Al instituto lo tendrían que manejar
los industriales en relación a los aportes que realicen.
Pero eso vamos a ponerlo sobre la mesa, lo podemos discutir. Quizás
hay un esquema mejor. Además, hay que ver qué se
promociona en realidad, si la marca carne argentina,
que es muy general, o algo más particular.