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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
26 DIC 1999








 REPORTAJE

Entrevista exclusiva al secretario de Agricultura

“Somos muy eficientes sólo hasta la tranquera”

El flamante secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray, está decidido a bajar el costo para los productores, pero sabe que sus instrumentos no son muchos. “Hay margen para negociar los peajes.”

Por Aldo Garzón

Aunque no tendrá cartel de ministro en las reuniones de gabinete –como hubieran preferido los sectores de la producción–, el nuevo secretario de Agricultura y Ganadería, Antonio Berhongaray, comenzó su gestión colocando paraguas por lo menos en los casos en que arrecia más la crisis. Este verano, entonces, no habrá ejecuciones de deudas para el campo. Pero lo más difícil para Berhongaray será tratar de torcerles el brazo a los proveedores de servicios, como los concesionarios de los peajes, para que se empiece efectivamente a bajar el costo agropecuario. “Tenemos margen para negociar una rebaja de las tarifas”, aseguró a Cash. Del retraso cambiario prefiere no hablar. “Soy un hombre de campo, no economista”, se defiende.
¿Cómo se enfrentará el problema de la refinanciación de los pasivos para el sector rural?
–Ya acordamos con el Banco Nación la suspensión de las ejecuciones hasta el 1º de marzo. Con el resto de la banca, como la privada, no se puede hacer nada sin una ley del Congreso.
¿En qué quedó la promesa de eliminar el componente impositivo de 12 centavos en el gasoil que se usa para actividades agrícolas?
–Nosotros tuvimos grandes presiones externas, concretamente del Fondo Monetario Internacional, para que ocurriera al revés. Es decir, para que se aumentara ese componente impositivo, según la teoría de que la diferencia entre el gasoil y la nafta no puede ser de más del 20 por ciento. Hubiera significado llevar el precio del litro de gasoil a 80 centavos. Fue una gran lucha, al final de la cual todo quedó como estaba.
Entonces, ¿con ese tema no se puede hacer nada?
–Bueno, en principio todo el costo que se tiene por gasoil se descuenta de Ganancias. Lo que se había hablado en su momento era que fuera de libre disponibilidad para todos los demás impuestos. Pero eso hubiera significado, seguramente, buscar otros sucedáneos en el paquete impositivo.
¿Tienen la intención de reflotar la Junta Nacional de Granos o la de Carnes?
–No. Con las funciones que tenían antes de comprar y vender, no. Sí vamos a hacer un desarrollo muy fuerte en la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario, para la cual estoy buscando un hombre de un gran perfil para que la dirija. Con la Oncca trataremos de evitar las distorsiones que se dan en el aspecto impositivo o en el comercial, tanto en granos como en carnes, que era la otra función, además de la de entes reguladores, que tenían las juntas.
Claro que con esas juntas se sostenían los precios agropecuarios, si bien en un contexto donde no faltaban las retenciones por parte del Estado. Ahora el problema es cómo aguantar cuando los precios son tan bajos.
–En el caso de la cosecha fina, el Banco Nación reconvirtió una de sus líneas para poder retener el trigo, de manera que la gente no esté obligada a venderlo de manera inmediata. El Nación afectó 100 millones de pesos para eso. Su tasa es del 13,5 por ciento anual, pero queda en 10,5 porque esta Secretaría dará un subsidio de 3 puntos. El margen entre el precio del disponible y el de futuro es más alto que este costo financiero. Por ejemplo, si hoy el precio del trigo disponible está a 80 u 85 dólares, el futuro a junio es de 105. Así que si a 80 le ponemos un 5 por ciento de interés y algún pequeño gasto de almacenamiento, para junio queda bastante margen todavía.
¿Esta es una medida de emergencia o va a ser una política normal?
–Nosotros vamos a hacer todas las políticas activas que creamos razonables y que podamos.
¿El tipo de cambio es el principal problema en la merma de los ingresos del campo?
–El tipo de cambio es un dato, algo a partir de lo cual tengo que moverme.
–¿Pero está retrasado o no?
–Algunos dicen que sí y otros que no. Yo no tengo opinión sobre eso porque no soy economista, soy un hombre de campo. Algunos economistas dicen que ése no es el tema. Creo que nosotros, fundamentalmente lo que tenemos que hacer es bajar el costo argentino y bajar el riesgo país, que no son dos cosas iguales.
¿Y se puede bajar el costo con este paquete impositivo que mandaron al Congreso?
–Sí, controlando las tarifas. Nosotros somos muy eficientes hasta la tranquera. De ahí para afuera, no. Porque tenemos los fletes más caros del mundo, y no por culpa del pobre camionero, sino porque el camión tiene un arancel externo del 35 por ciento, como si fuera la Ferrari de Menem. El flete de Santa Rosa a Bahía Blanca, que son 300 kilómetros, es más caro que el de Bahía al puerto de Rotterdam, que son 14 mil kilómetros. Nuestros peajes, además, son los más caros del mundo.
¿Pero se puede meter mano en eso sin que el Estado se ligue un juicio por una cuestión de derechos adquiridos?
–Depende de cómo se haga. Si se analizan los incumplimientos de las empresas de peaje en materia de inversión, por ejemplo, por ahí pueden aparecer márgenes para negociar. Además, después de que se hicieron las privatizaciones se bajaron los aportes patronales. Eso cambió la ecuación económica de las empresas concesionarias, a las cuales se les alivió los costos. Esas cosas dan margen para conversar la baja de tarifas.
¿Usted cree que la mayoría de los economistas tiene plena conciencia de que este país sigue viviendo, básicamente, del campo?
–Yo soy un convencido de que aquí hay una distorsión cultural tremenda, provocada ex profeso para trasladar la renta agraria a otros sectores. Al principio, al sector de la industria liviana, después al de los proveedores o contratistas del Estado y, finalmente, al sector financiero. Aquí se instaló el tema del deterioro de los términos del intercambio, cosa que desde el punto de vista económico es absolutamente falso. Se estableció que el campo era lo atrasado y lo demás era lo nuevo, y la realidad nos demuestra que los precios suben o bajan tanto para un sector como para otro. La verdad es que con un camión de soja un día se pueden comprar cinco computadoras, después dos y más tarde quizá diez.

La carne y su futuro

¿Cómo será el futuro reparto de la Cuota Hilton para exportar cortes finos de carne a Europa?
–Es algo que tenemos que solucionar a partir de junio, ya que hasta ese mes está aprobada la actual lista de frigoríficos. Cuando yo estaba en el Senado, logramos aprobar un sistema de adjudicación por licitación de la cuota, que después fracasó en Diputados. El 70 por ciento se adjudicaba por past perfomance (desempeño anterior en estas mismas exportaciones) y el 30 por ciento se licitaba, aunque se aplicaba a todos el precio por tonelada de este último segmento y lo recaudado tenía que ir al futuro Fondo de Promoción de Carnes.
Es decir, que la industria se haría cargo de ese instituto...
–La idea que yo tenía era que el instituto se hiciera con el aporte de la industria, no tanto de los productores, porque sacarle un peso por cabeza a un productor que por ahí tiene solamente 200 animales puede significar que no pueda mandar a sus chicos a la escuela. Al instituto lo tendrían que manejar los industriales en relación a los aportes que realicen. Pero eso vamos a ponerlo sobre la mesa, lo podemos discutir. Quizás hay un esquema mejor. Además, hay que ver qué se promociona en realidad, si la marca “carne argentina”, que es muy general, o algo más particular.