Ojitos cerrados
Los
gestos que involuntariamente se expresan en la cara, a veces, dicen
más que las palabras. ¿Por qué no gravaron
las ganancias de las privatizadas?, pregunté, hace
tres semanas, cuando el paquete impositivo estaba empantanado en
el Congreso, a José Luis Machinea en una reunión informal
de editores de Economía de los principales diarios nacionales.
Machinea empezó a contestar y abruptamente dijo: ¿Por
qué cerrás los ojitos?, increpó, con
simpatía. Lo que sucede es que no entiendo por qué
no viola la seguridad jurídica aplicar una cuota extraordinaria
de Ganancias para aquellos que ganaron más de 120 mil pesos
anuales, que a todo esto no me parece mal, y ustedes piensan que
sí se viola si se aplica un impuesto extraordinario a las
fabulosas ganancias de las privatizadas, dije, con los ojos
abiertos. Lo que pasa es que vos estás pensando no
en las ganancias de un año, sino en las que han acumulado
desde 1991, terció Pablo Gerchunoff, jefe de asesores
del equipo económico. Y, además, le sacamos
más por la rebaja de tarifas, sentenció. Más
hábil estuvo Raúl Dellatorre, con cara más
dura, que preguntó al pasar ¿por qué
no se gravan las rentas financieras?. Gerchunoff tomó
la posta porque Machinea tuvo que marchar con urgencia a la Casa
Rosada para tratar con el presidente la situación de Corrientes,
y empezó a explicar las razones de ese privilegio por la
fragilidad del sistema financiero y de lo poco desarrollado que
es el mercado de capitales argentino. Para, finalmente, revelar
cuándo será la prometida segunda etapa de la reforma:
Ese impuesto no se puede aplicar en Argentina sino hasta dentro
de diez años.
Machinea & Cía. ya no tendrán que trabajar en
la tarea de convencimiento de la necesidad de esta nueva reforma
tributaria. El paquete impositivo y el Presupuesto del 2000 ya son
ley. Antes se había aprobado el Pacto Fiscal con las provincias.
Después de tanto batallar, el Gobierno tiene las tres herramientas
reclamadas para poner en orden las cuentas. Aunque pareció
una dura puja la que tuvo que enfrentar Fernando de la Rúa
para conseguir esas leyes, en realidad las logró en un tiempo
record de 17 días desde que tomó el bastón
de manos de Carlos Menem. Pero la percepción general es que
le costó mucho más, debido al pedido de la Alianza
de tenerlas aprobadas antes del 10 de diciembre, lo que implicó
una desgastante negociación previa. Sin embargo, no deja
de llamar la atención la poca trascendencia que hasta ahora
ha tenido en el mercado ese veloz paso por el Congreso de polémicas
leyes. Lo que sucede es que los financistas acostumbrados a diez
años de menemismo, al cual se abrazaron con fruición,
se encuentran en un período de adaptación. Todavía
no les resulta familiar el estilo De la Rúa que, con un débil
marketing de sus actos, no produce un cambio inmediato de expectativas
en la city, como bien lo sabía hacer en su momento Domingo
Cavallo.
Pero los financistas van a tener que acomodarse al nuevo escenario
político, proceso que está avanzando de acuerdo a
lo que se va perfilando en el paño bursátil. Ahora
el test que viene es la negociación con el Fondo Monetario,
y posteriormente la Reforma Laboral y la Emergencia Fiscal. Con
idas y vueltas, esas pruebas no serán un obstáculo
para que Machinea pueda estructurar lo que él piensa como
pilares de un plan para que la economía tenga un fuerte y
sostenido crecimiento. De todos modos, hay un factor que está
fuera de su alcance, que no se arregla con leyes del Congreso ni
voluntad política del gobierno, que es la evolución
de la situación externa y, en especial, de los precios de
los commodities básicos, agropecuarios e industriales. Estos
son la base de las exportaciones argentinas. Sin una recuperación
importante de los precios de esos productos no hay paquete impositivo,
presupuesto o emergencia que sirva para generar una reactivación
importante y firme de la economía. Será cuestión
de cerrar los ojitos y rezar.
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