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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
02 ENE 2000








 BUENA MONEDA
 por Alfredo Zaiat


Ojitos cerrados

Los gestos que involuntariamente se expresan en la cara, a veces, dicen más que las palabras. “¿Por qué no gravaron las ganancias de las privatizadas?”, pregunté, hace tres semanas, cuando el paquete impositivo estaba empantanado en el Congreso, a José Luis Machinea en una reunión informal de editores de Economía de los principales diarios nacionales. Machinea empezó a contestar y abruptamente dijo: “¿Por qué cerrás los ojitos?”, increpó, con simpatía. “Lo que sucede es que no entiendo por qué no viola la seguridad jurídica aplicar una cuota extraordinaria de Ganancias para aquellos que ganaron más de 120 mil pesos anuales, que a todo esto no me parece mal, y ustedes piensan que sí se viola si se aplica un impuesto extraordinario a las fabulosas ganancias de las privatizadas”, dije, con los ojos abiertos. “Lo que pasa es que vos estás pensando no en las ganancias de un año, sino en las que han acumulado desde 1991”, terció Pablo Gerchunoff, jefe de asesores del equipo económico. “Y, además, le sacamos más por la rebaja de tarifas”, sentenció. Más hábil estuvo Raúl Dellatorre, con cara más dura, que preguntó al pasar “¿por qué no se gravan las rentas financieras?”. Gerchunoff tomó la posta porque Machinea tuvo que marchar con urgencia a la Casa Rosada para tratar con el presidente la situación de Corrientes, y empezó a explicar las razones de ese privilegio por la fragilidad del sistema financiero y de lo poco desarrollado que es el mercado de capitales argentino. Para, finalmente, revelar cuándo será la prometida segunda etapa de la reforma: “Ese impuesto no se puede aplicar en Argentina sino hasta dentro de diez años”.
Machinea & Cía. ya no tendrán que trabajar en la tarea de convencimiento de la necesidad de esta nueva reforma tributaria. El paquete impositivo y el Presupuesto del 2000 ya son ley. Antes se había aprobado el Pacto Fiscal con las provincias. Después de tanto batallar, el Gobierno tiene las tres herramientas reclamadas para poner en orden las cuentas. Aunque pareció una dura puja la que tuvo que enfrentar Fernando de la Rúa para conseguir esas leyes, en realidad las logró en un tiempo record de 17 días desde que tomó el bastón de manos de Carlos Menem. Pero la percepción general es que le costó mucho más, debido al pedido de la Alianza de tenerlas aprobadas antes del 10 de diciembre, lo que implicó una desgastante negociación previa. Sin embargo, no deja de llamar la atención la poca trascendencia que hasta ahora ha tenido en el mercado ese veloz paso por el Congreso de polémicas leyes. Lo que sucede es que los financistas acostumbrados a diez años de menemismo, al cual se abrazaron con fruición, se encuentran en un período de adaptación. Todavía no les resulta familiar el estilo De la Rúa que, con un débil marketing de sus actos, no produce un cambio inmediato de expectativas en la city, como bien lo sabía hacer en su momento Domingo Cavallo.
Pero los financistas van a tener que acomodarse al nuevo escenario político, proceso que está avanzando de acuerdo a lo que se va perfilando en el paño bursátil. Ahora el test que viene es la negociación con el Fondo Monetario, y posteriormente la Reforma Laboral y la Emergencia Fiscal. Con idas y vueltas, esas pruebas no serán un obstáculo para que Machinea pueda estructurar lo que él piensa como pilares de un plan para que la economía tenga un fuerte y sostenido crecimiento. De todos modos, hay un factor que está fuera de su alcance, que no se arregla con leyes del Congreso ni voluntad política del gobierno, que es la evolución de la situación externa y, en especial, de los precios de los commodities básicos, agropecuarios e industriales. Estos son la base de las exportaciones argentinas. Sin una recuperación importante de los precios de esos productos no hay paquete impositivo, presupuesto o emergencia que sirva para generar una reactivación importante y firme de la economía. Será cuestión de cerrar los ojitos y rezar.