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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
16 ENE 2000

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MAKON DICE QUE EL PROBLEMA ES LA INEFICIENCIA

“Este es un Estado muy chico”

Marcos Makón ingresó a la administración pública en 1963 y por diez años trabajó en el Consejo Federal de Inversiones. Se exilió durante la dictadura. Entre 1991 y 1996, como subsecretario de Presupuesto, fue quien le manejó las cuentas fiscales a Domingo Cavallo. Hoy cautiva a Carlos “Chacho” Alvarez, quien lo nombró en el Senado al frente de la “Secretaría de Modernización del Estado”. Esa es la carta con la que el líder del Frepaso piensa seguir los pasos de Al Gore, el segundo de Bill Clinton, quien logró ganar protagonismo desde el incómodo lugar de vicepresidente con su propuesta de “reinventar el gobierno” norteamericano, un slogan que sedujo a la sociedad norteamericana, siempre crítica de los gastos del Estado.
–¿No era que la reforma del Estado ya la habían realizado?
–Acá hubo dos reformas del Estado. La del inicio de la década, la de las privatizaciones, la de (Domingo) Cavallo. Cumplió su etapa, tiene críticas, pero logró transformar al Estado. El Estado era muy grande e ineficiente. Ahora es chico e ineficiente. De ser un elefante blanco, se convirtió en una liebre descontrolada, que uno no sabe para dónde va, ni contra qué se puede golpear. La segunda etapa de la reforma del Estado se planteó en 1996, pero nunca se cumplió.
–¿Qué están planteando para “modernizar” el Estado?
–Queremos llevar adelante procesos de reingeniería en cada organismo público, tendientes a lograr una mejor utilización de los recursos y una mejor prestación de los servicios. Estamos previendo para una primera etapa dos herramientas: 1) La carta del ciudadano para los organismos que presten atención al público: fijar estándares de calidad en la prestación de servicio. Por ejemplo, que un trámite no debe demorar más de tantos días, que los pasos son cuatro y no más, que el funcionario tiene que prestar una atención amable, evitando que el ciudadano tenga que recorrer distintas oficinas, etc. 2) Gestión por resultados: compromiso del funcionario con los niveles políticos para prestar los servicios con calidad, con el mejor costo político. Para esto se fijaría un sistema de incentivos, que pueden ser monetarios o morales. En algunos países, como Costa Rica, el presidente de la República, en un acto, menciona cuáles son las áreas que fueron más eficientes.
–Como el empleado del mes de Mc Donald’s.
–Algo similar. Pero pueden ser mecanismos que flexibilicen la administración. En Bolivia, todo ahorro que se pudiera hacer en la partida de personal permite dar premios a los funcionarios que lo hayan logrado. Puede haber premios por productividad.
–¿Cómo mide la productividad de un empleado público?
–No es fácil. Pero se puede hacer: la cuestión está en saber medir la producción de cada área.
–¿Cómo mediría la productividad en el Poder Judicial?
–Es complejo, porque puede haber juicios que se pueden llevar en un día y otros que duran años. Pero sí hay indicadores para saber comparar la estructura tipo de un juzgado, en base al fuero o el lugar en que está ubicado, con su funcionamiento real: cuántos expedientes lleva por mes, etc.
–¿Y en el Congreso por leyes aprobadas?
–No dirían nada. El trabajo en comisiones, la cantidad de intervenciones de los diputados en esas comisiones, etc.
–¿Hay estadísticas de ausentismo en el Estado?
–No. Pero hay casos que con una “carpeta médica” pasó sin trabajar más de un año cobrando sueldo. Hay un problema grave en lo que se llama las ausencias justificadas.
–¿Usted cree que en el Estado se están pagando sueldos demasiados altos en relación al sector privado, como plantean algunos?
–Hay que distinguir dos tipos de salarios. Las funciones ejecutivas y el resto. En el resto, yo creo que están en el promedio general de la economía. En las funciones ejecutivas (director nacional, director, subdirectores, coordinadores, etc.), a lo mejor están un poquito altos.Pero el problema más grave es que no hay incentivos para los funcionarios eficientes. En las evaluaciones hay mucha “subjetividad”, tiene que haber criterios más objetivos de productividad para que no haya tanta discrecionalidad. En las evaluaciones de los últimos años, el promedio de “excelente” fue ridículamente alto. La ley de Emergencia propone impedir las cláusulas de enganche salarial o de incremento automático de las remuneraciones: los sueldos tienen que aumentar en base a productividad, no por el mero paso del tiempo.
–¿Es necesario seguir achicando el Estado?
–Yo creo que el Estado nacional ya está muy chico. A nivel del Estado nacional es uno de los Estados más chicos del mundo. Pero hay una muy mala asignación de recursos.

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