MAKON
DICE QUE EL PROBLEMA ES LA INEFICIENCIA
Este
es un Estado muy chico
Marcos
Makón ingresó a la administración pública
en 1963 y por diez años trabajó en el Consejo Federal
de Inversiones. Se exilió durante la dictadura. Entre 1991
y 1996, como subsecretario de Presupuesto, fue quien le manejó
las cuentas fiscales a Domingo Cavallo. Hoy cautiva a Carlos Chacho
Alvarez, quien lo nombró en el Senado al frente de la Secretaría
de Modernización del Estado. Esa es la carta con
la que el líder del Frepaso piensa seguir los pasos de
Al Gore, el segundo de Bill Clinton, quien logró ganar
protagonismo desde el incómodo lugar de vicepresidente
con su propuesta de reinventar el gobierno norteamericano,
un slogan que sedujo a la sociedad norteamericana, siempre crítica
de los gastos del Estado.
¿No era que la reforma del Estado ya la habían
realizado?
Acá hubo dos reformas del Estado. La del inicio de
la década, la de las privatizaciones, la de (Domingo) Cavallo.
Cumplió su etapa, tiene críticas, pero logró
transformar al Estado. El Estado era muy grande e ineficiente.
Ahora es chico e ineficiente. De ser un elefante blanco, se convirtió
en una liebre descontrolada, que uno no sabe para dónde
va, ni contra qué se puede golpear. La segunda etapa de
la reforma del Estado se planteó en 1996, pero nunca se
cumplió.
¿Qué están planteando para modernizar
el Estado?
Queremos llevar adelante procesos de reingeniería
en cada organismo público, tendientes a lograr una mejor
utilización de los recursos y una mejor prestación
de los servicios. Estamos previendo para una primera etapa dos
herramientas: 1) La carta del ciudadano para los organismos que
presten atención al público: fijar estándares
de calidad en la prestación de servicio. Por ejemplo, que
un trámite no debe demorar más de tantos días,
que los pasos son cuatro y no más, que el funcionario tiene
que prestar una atención amable, evitando que el ciudadano
tenga que recorrer distintas oficinas, etc. 2) Gestión
por resultados: compromiso del funcionario con los niveles políticos
para prestar los servicios con calidad, con el mejor costo político.
Para esto se fijaría un sistema de incentivos, que pueden
ser monetarios o morales. En algunos países, como Costa
Rica, el presidente de la República, en un acto, menciona
cuáles son las áreas que fueron más eficientes.
Como el empleado del mes de Mc Donalds.
Algo similar. Pero pueden ser mecanismos que flexibilicen
la administración. En Bolivia, todo ahorro que se pudiera
hacer en la partida de personal permite dar premios a los funcionarios
que lo hayan logrado. Puede haber premios por productividad.
¿Cómo mide la productividad de un empleado
público?
No es fácil. Pero se puede hacer: la cuestión
está en saber medir la producción de cada área.
¿Cómo mediría la productividad en
el Poder Judicial?
Es complejo, porque puede haber juicios que se pueden llevar
en un día y otros que duran años. Pero sí
hay indicadores para saber comparar la estructura tipo de un juzgado,
en base al fuero o el lugar en que está ubicado, con su
funcionamiento real: cuántos expedientes lleva por mes,
etc.
¿Y en el Congreso por leyes aprobadas?
No dirían nada. El trabajo en comisiones, la cantidad
de intervenciones de los diputados en esas comisiones, etc.
¿Hay estadísticas de ausentismo en el Estado?
No. Pero hay casos que con una carpeta médica
pasó sin trabajar más de un año cobrando
sueldo. Hay un problema grave en lo que se llama las ausencias
justificadas.
¿Usted cree que en el Estado se están pagando
sueldos demasiados altos en relación al sector privado,
como plantean algunos?
Hay que distinguir dos tipos de salarios. Las funciones
ejecutivas y el resto. En el resto, yo creo que están en
el promedio general de la economía. En las funciones ejecutivas
(director nacional, director, subdirectores, coordinadores, etc.),
a lo mejor están un poquito altos.Pero el problema más
grave es que no hay incentivos para los funcionarios eficientes.
En las evaluaciones hay mucha subjetividad, tiene
que haber criterios más objetivos de productividad para
que no haya tanta discrecionalidad. En las evaluaciones de los
últimos años, el promedio de excelente
fue ridículamente alto. La ley de Emergencia propone impedir
las cláusulas de enganche salarial o de incremento automático
de las remuneraciones: los sueldos tienen que aumentar en base
a productividad, no por el mero paso del tiempo.
¿Es necesario seguir achicando el Estado?
Yo creo que el Estado nacional ya está muy chico.
A nivel del Estado nacional es uno de los Estados más chicos
del mundo. Pero hay una muy mala asignación de recursos.
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