Mozambique
De
pronto, la tierra ya no era dura y no sostenía sus cuerpos,
era como agua, pero sin ser transparente, parecía tierra
líquida. Y subía, subía, hasta tapar a las
crianzas y las chozas. Treparon a los árboles y formaron
como nidos, pero no tenían alas y no podían salir
de ahí. Una gigantesca libélula de metal se posó
justo encima de ellos y dejó caer una liana. Un hombre de
piel rosada bajaba y los atrapaba uno a uno, metiéndolos
en la panza de la libélula, donde el ruido hacía inútil
gritar. Cuando la panza se llenó, la libélula siguió
su vuelo, hasta posarse en tierra firme. Se abrió su panza,
y huyeron despavoridos, por miedo a ser digeridos por tan colosal
insecto. No sabían en qué país estaban, de
dónde venían, cuál sería el próximo
trastorno de los elementos, por qué la tierra se volvía
de pronto líquida. Sabían tanto, o tan poco, como
las gallinas y cabras que se les murieron al aparecer la tierra
líquida. Eran como los demás seres de la naturaleza.
Pero otros, muy lejos de ellos, sabían que esa tierra se
llama Mozambique y antes se llamaba Africa Oriental Portuguesa.
Hasta el presidente se llama Joaquim. Ellos sí saben que
llevan cuatro siglos de colonia, que comenzaron con la busca de
oro y siguieron con el horrendo tráfico de esclavos. Para
robar oro o capturar jóvenes y esclavizarlos, mejor que sepan
lo menos posible de sí mismos, desde ya, leer o escribir.
No estaba errado Hegel cuando ubicaba a Europa en la historia y
al Nuevo Mundo en la geografía o naturaleza. Expresaba el
deber ser conveniente a los imperios. Ningún
imperio ha invertido en sus colonias más que lo estrictamente
necesario para extraer de ellas los recursos requeridos por su propia
economía. Mal cabría esperar que Portugal, o las empresas
particulares que permitieron operar en Mozambique, tras cuatro siglos
de explotación, hubiera gastado un reis en obras de regulación
hídrica. Las inundaciones, al fin, exterminaban a los incapaces
de trepar a árboles y por ello incapaces de ser esclavos
fornidos. Y el mundo no ha cambiado. Hoy a Mozambique la rigen la
globalización y las directivas del FMI. Ambos necesitan poblaciones
lo más estúpidas e ignorantes posible, carentes de
memoria histórica, incapaces de discernir, atentas sólo
a los disfraces y sonidos que les inculcan los medios de comunicación.
Cuando el tiempo pase, y los recursos se hayan extraído,
los pueblos volverán a su estado natural.
Azeredo
Pareto
llamó derivaciones a la justificación de acciones
cumplidas o propuestas de acciones, destinadas a persuadir a otros
del carácter lógico o ético de las mismas,
ya por mera repetición, por apelación a la autoridad,
invocando valores aceptados, o por simple manipulación verbal.
Los economistas han sido maestros en producir derivaciones, sobre
todo en épocas de expansión territorial de los países,
como la expansión ultramarina europea después del
siglo XVI: aventajar a los otros estados europeos era razón
suficiente para invadir y sojuzgar territorios recién descubiertos.
Para Portugal su filón era Brasil. Y para ser economista
de nota, se debía justificar el saqueo a tal colonia. Fue
el caso de José Joaquim da Cunha de Azeredo Coutinho (1742-1821),
nacido en Campos (Río de Janeiro) y educado en Portugal.
En su Ensaio economico sobre o commercio de Portugal, e suas colonias
(1794) dice en la Parte II (Sobre los intereses que Portugal puede
extraer de sus colonias en las tres partes del mundo), cap. I (Portugal
por sus Establecimientos en las tres partes del mundo puede hacer
el Comercio más activo y ventajoso de todas las Naciones
de la Europa): Portugal tiene tres suertes de Establecimientos
en las dos Indias y en la costa de Africa. Los de las Indias Orientales,
y de la costa de Africa, sólo tienen por objeto el Comercio;
y los de América tienen por objeto conjunto el cultivo y
el comercio; por ello detodos los Establecimientos de Portugal,
el Brasil es el más rico y el que merece más cuidado
y atención. Su propuesta ya sugería deforestación
y tala masiva, resultado de la pobreza popular y la sed de ganancia
del mercader, que hoy la globalización hace realidad: Uno
de los mayores ramos de comercio de las Naciones del Norte es el
Comercio libre de sus maderas. Ninguna Nación tiene tantas
maderas tan preciosas como nosotros, y principalmente para construcción...
El labrador, que se ve en la necesidad de quemar aquella madera
para desembarazar la tierra de grandes matorrales, o reducir el
cultivo, la venderá por poco más que nada, y aun la
regalará, con tal de desembarazar el terreno para cultivar.
El pobre, carente de ocupación o que vive sólo de
alquilar sus brazos, la conducirá a bordo de las naves; este
tráfico aún reducido se irá haciendo de día
en día lucrativo, por las grandes utilidades e intereses
que el mismo necesariamente debe producir.
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