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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
26 MARZO 2000








 AGRO

IMPUESTOS, PARIDAD Y REACTIVACION

La crisis con Brasil reavivó el debate

Guillermo Alchouron dice que, antes que pensar en devaluar, hay que bajar los impuestos para reactivar la producción.

Por Aldo Garzón

El problema del tipo de cambio, que siempre discurre con sordina en los sectores de la exportación agropecuaria, reapareció con más fuerza que nunca en los últimos días, de la mano de las disputas con Brasil y de las declaraciones de Carlos Ruckauf. El gobernador bonaerense fue el primero que, desde el sector político y en lo que va del nuevo gobierno, se atrevió a hablar de un dólar diferencial, aunque sea para aplicárselo al socio mayor del Mercosur. Bloque que, por otra parte, desde hace más de un año está al borde de la muerte.
Claro que, en realidad, lo que Ruckauf planteó fue que debería llegarse a un acuerdo para que el país que devaluara en la región se hiciera cargo, en la misma medida, de los reintegros por exportaciones de sus vecinos que no ajustaron la moneda, de manera que éstos no tuvieran ningún costo fiscal extra. La discusión, de todos modos, reavivó el problema más general del sistema cambiario.
Guillermo Alchouron, que durante la etapa de Alfonsín fue presidente de la Sociedad Rural y ahora tiene una banca como diputado por Acción por la República, trata también, como muchos otros, de hacer equilibrio en esta cornisa que de un lado tiene al tipo de cambio retrasado y, del otro, una memoria colectiva que en cualquier momento puede volver a gatillar la inflación.
“Le tengo mucho miedo a romper la convertibilidad, porque sé que el virus inflacionario sigue presente en nuestra sociedad”, dice Alchouron. No quiere volver al ’89, sino al ’91, cuando el mentor de su partido, Domingo Cavallo, inauguró el actual sistema. Pero reconoce que “la convertibilidad no es una cosa que tenga que quedarse para siempre”.
Si no se ajusta la paridad con el dólar para devolverle algo de la competitividad perdida al agro y si, como estima el propio Alchouron, este año “apenas si creceremos un 2 por ciento” y no el 4 como espera el Gobierno, ¿cuál es la solución? Si el pronóstico del diputado cavallista es correcto, el PBI mermaría en 5000 o 6000 millones de pesos y la recaudación en 650. Quedaría poco para políticas activas que beneficien al campo, principal generador de divisas.
Alchouron propone atacar el problema, precisamente, desde el costado impositivo. “Hay que derogar el impuesto a la renta presunta, el que grava los intereses y el del gasoil, pero además hay que revisar todo el último paquete impositivo, el de los 1900 millones, porque tiene elementos distorsivos”. Algo así como trasladar la experiencia del gobernador de Córdoba, Juan Manuel de la Sota, a todo el país.
Esta sería una apuesta por la producción, riesgosa, según Alchouron, porque debe ir acompañada por una gran eficiencia para combatir la evasión, “pero absolutamente necesaria”. En última instancia, “es peor que se caiga la producción a que se agrande el agujero fiscal”, asegura. El razonamiento de Alchouron es que, si se mantiene el actual esquema impositivo y el mismo nivel de evasión, se ahoga a los sectores productivos y el Estado al final termina recaudando mucho menos, con lo cual el déficit fiscal termina agravándose. Sería, entonces, peor el remedio que la enfermedad.
Los problemas con Brasil son de otro orden. Alchouron piensa que, además de seguir negociando dentro del Mercosur para minimizar los efectos de un ajuste de la moneda en alguno de sus miembros, “es necesario buscar los mecanismos para neutralizar la crisis que sufren algunas producciones locales, como la del arroz, la avícola o la porcina”, todas ellas directamente afectadas por las políticas de Brasil.
Y, por otra parte, Brasil no es todo el mundo. “Pero no salimos a vender, no tomamos la valijita para participar del enorme mercado asiático”, reconoce. “Hace falta más presencia del Estado argentino en Oriente y es posible utilizar la experiencia de países como Chile, cuyo 70 por ciento de las exportaciones tiene como destino a aquella región”.
En algo, al menos, coincide con los voceros del actual gobierno: después de haber tocado los 2,20 reales por dólar y de haberse estabilizado en 1,70, la moneda brasileña está perdiendo mucho de su inicial nivel de devaluación, de tal modo que piensa que este proceso no se interrumpirá. En la vereda de enfrente, con Ruckauf a la cabeza, están los que no ven demasiado lejano otro ajuste en el tipo de cambio en Brasil y por eso ya han abierto sus paraguas.