Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
09 ABRIL 2000








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


Para mal de ninguno

Vilfredo Pareto era en 1900 uno de los economistas más prestigiosos y admirados, con fama cimentada en dos obras: Curso y Manual de Economía Política. Tal fama se fundó en trabajos previos de Pareto, publicados como aportes originales a la ciencia económica en 1892-95 como artículos del Giornale degli Economisti: “Consideraciones sobre principios fundamentales de la Economía Política pura”, en junio de 1892 y siguientes; “La ley de la demanda”, enero de 1895; y “Teoría matemática del comercio internacional” en abril de 1895. Aquellos artículos anticipaban el enfoque de Slutsky, la ley de la distribución personal del ingreso y el tratamiento matemático de los costos comparativos en el comercio internacional. Incorporados en francés a los dos tomos de su Curso de Economía Política (1896-97) llegaron a un público lector más amplio. Ugo Broggi, colaborador del Giornale, que vendría a la Argentina en 1910, los conocía en italiano. Luis Roque Gondra, profesor de Historia del Comercio en la UBA, fue uno de los pocos lectores del Curso de Pareto. La economía paretiana, de la mano de Gondra, se instaló en la enseñanza de la UBA a partir de 1920. Al fallecer el sabio de Celigny, varios de sus aportes fueron comentados, criticados y aun extendidos por académicos del país: el enfoque de equilibrio general, por Broggi (1923-24), la sociología, por Raúl Prebisch (1923), la ley de la distribución, por L. Cavandoli (1926) y los costos comparativos, por Barral Souto (1941). Pero hoy, ningún punto es tan citado como el llamado “óptimo paretiano”, definido en el Curso y en el Manual: “Decimos que los miembros de una colectividad disfrutan, en una cierta posición, de un máximo de bienestar, si es imposible hallar un medio por el cual, apartándose apenas de tal posición, todos los componentes de la sociedad tuviesen mayor disfrute o mayor penuria. Vale decir, que cualquier pequeño desplazamiento desde esta posición tiene necesariamente como efecto aumentar el bienestar de que disfrutan ciertos individuos y disminuir la que disfrutan otros: es agradable para unos y desagradable para otros”. La condición de validez del criterio es que haya una cantidad fija de recursos para repartir y ellos estén asignados totalmente. En cambio, si es posible expandir los bienes, puede hacerse realidad el criterio del Martín Fierro: no para mal de ninguno, sino para bien de todos.

Pensar en los demás

Irving Fisher comenzó sus aportes mayores a la ciencia económica en la misma época que Pareto, al publicar su tesis doctoral Investigaciones en la teoría matemática del valor y los precios (1892), donde hizo una magistral exposición del equilibrio general, sin haberlo leído a Walras. En 1906 publicó La naturaleza del capital y el ingreso, obra de consulta sobre la distinción stocks-flujos y sobre dimensiones de las magnitudes. Le siguieron La tasa de interés (1907) y El poder adquisitivo del dinero (1911). Esta última fue la obra más conocida e influyente de Fisher. Su fórmula MV=PT, donde M es la cantidad de moneda, V su velocidad de circulación, P el nivel general de precios y T un índice de transacciones, fue usada prácticamente por todos los analistas monetarios casi hasta nuestros días. Cada uno de sus términos motivó un aporte entre nosotros: T (ingreso nacional) fue medida por Bunge en 1917 y P (índice de precios) por el mismo Bunge en 1918; Prebisch ofreció en 1944 una versión propia del multiplicador keynesiano: Prebisch notó que el valor total del multiplicador de la inversión, de Keynes, equivalía a una suma infinita de términos; pero, en la realidad, sólo merecían tenerse en cuenta los términos que se desarrollaban a lo largo de un año, y ello dependía de los hábitos de pago y de la velocidad (V) de circulación del dinero, o número de rotaciones anuales de la masa monetaria. Lo distintivo de Fisher, que lo destacó entre otros economistas, fue su afán por crear movimientos quellevasen a la práctica sus ideas con el fin de beneficiar a los demás. En 1898, por ejemplo, contrajo tuberculosis, que pudo superar mediante hábitos de vida y alimentación muy estrictos. A partir de su experiencia redactó un tratado con recomendaciones para una vida saludable y formó un movimiento provida sana. Otro ejemplo: durante la Primera Guerra Mundial ocurrieron grandes fluctuaciones en los precios, con la consiguiente fluctuación en el poder adquisitivo del dinero. Y no hay peor motivo de incertidumbre y turbación que no saber cuánto compra el dinero que se tiene: ideó el “dólar compensado”, consistente en un dólar no equivalente a una cantidad fija de oro, sino en un reajuste continuo del precio del oro en función inversa del índice de precios de una canasta prefijada de bienes.