El peligro está en los bancos
Los
bancos internacionales son los primeros en cortar el crédito
y salir huyendo de los países subdesarrollados cuando hay
río revuelto. Esta tesis fue sostenida días atrás
por Stephen S. Roach, director de economía global de Morgan
Stanley Dean Witter en Nueva York, ante una reunión del Foro
de Cooperación Económica Asiaticopacífica.
Su afirmación, apoyada en muchos datos, tiende a contradecir
la confianza argentina en el papel estabilizador de la banca extranjera.
Roach considera infundada la extendida idea según la cual
los fondos de inversión son los mayores culpables de los
ataques especulativos, porque el dinero que movilizan no llega a
representar el 2 por ciento del que administran los inversores institucionales
(fondos de jubilación, compañías de seguros,
etcétera).
De todas formas, hace falta muy poco para provocar un terremoto
en los mercados emergentes, según el propio disertante. La
capitalización bursátil (producto del número
de acciones por su valor de mercado) suma un total de 30 billones
de dólares en Estados Unidos, Europa Occidental y Japón,
mientras que juntando todas las bolsas significativas del mundo
subdesarrollado se llega apenas a un billón y medio. La relación
es de 20 a 1.
En este sentido, cualquier cambio en la actitud de los capitales
respecto de Estados Unidos tiene consecuencias multiplicadas sobre
los mercados emergentes. Bastará que sólo un uno por
ciento de la plata colocada en activos norteamericanos se mude rumbo
al Sur para que éste reciba 150 mil millones y pueda inflarse
como una burbuja. De hecho, todo el tinglado especulativo internacional
vive en condiciones de peligrosa inestabilidad. Con un déficit
en cuenta corriente que no tardaría en representar el 5 por
ciento de su Producto Bruto, EE.UU. necesitará pronto que
ingresen desde el resto del mundo más de mil millones de
dólares diarios. Aunque parezca natural que reciba esos capitales,
e incluso más, no hay razones para no pensar que en algún
momento la percepción de los mercados cambie y el flujo se
revierta. Lo difícil es imaginar la magnitud de las consecuencias.
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