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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
16 ABRIL 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Una tv nada boba

Vivir, lo que se dice vivir, se puede de muchas cosas. Del trigo y las vacas, del petróleo, del turismo o de emitir pasaportes, como Sealand. Es incluso posible prosperar en base a un monocultivo o monorrubro, escapando así de la miseria. Tal el caso de Tuvalu, un minúsculo país insular de la Polinesia, que abarca varios atolones habitados por apenas 10.600 almas, ex súbditos ingleses. Su único recurso natural es la pesca, con lo que la mayor fuente de ingresos fiscales hasta ahora fue la extensión de licencias.
Todo esto ha cambiado ahora gracias a Internet, pero no porque en los islotes haya habido un brote de la nueva economía, dado que casi ningún isleño se asomó alguna vez a la red de redes. La clave está en el código de país, que en el caso de Tuvalu es .tv y, por esa sola razón, despertó la codicia de empresas de adquirir el derecho de vender nombres de sitios y de e-mails que terminen, no en .com sino en esas dos consonantes, tv, la pareja más célebre de todas..
De hecho, una empresa californiana de negocios virtuales acordó pagarle al diminuto país, situado a medio camino (acuático) entre Australia y Hawaii, 50 millones de dólares anuales a lo largo de la próxima década como regalía por la posibilidad de vender dominios terminados en tv. La cifra de 50 millones triplica, aproximadamente, el PBI tuvalense.
¿Qué diría un economista si el gobierno de Tuvalu le consultara qué hacer con tanto dinero? Ante todo, les prohibiría subir sueldos y otros gastos corrientes, aunque sean sociales, porque este ingreso es de única vez (o de diez veces) y no permite sostener un flujo permanente de egresos. Además, les vedaría monetizar ese ingreso, ya que, no habiendo tanta demanda de dinero, sólo se generaría inflación. ¿Invertirlo en obras públicas? ¡Cuidado con recalentar la economía!
En una palabra: lo que el economista terminaría recomendando es deshacer el contrato, recuperar la terminación .tv y emprender un programa de desregulaciones y privatización para que cualquiera pesque en las aguas de Tuvalu.