PARA DOMINGO
CAVALLO, EL, MAS CARLOS RUCKAUF, JOSE MANUEL DE LA SOTA Y CARLOS
REUTEMANN, CUENTAN MAS
¿De
la Rúa? No es tan importante
Mientras
en un piano alguien tocaba Mi Buenos Aires querido,
Domingo Cavallo habló largamente con Cash en una mesa del
café Módena. La idea era ceñirse a la política
económica, soslayando la campaña electoral porteña.
Y el Mingo cumplió, pero con algún desliz.
Por
Julio Nudler
Por
qué después de nueve años de Convertibilidad
hay tanta desesperanza, tanto abatimiento en la gente?
Este es un típico problema de pérdida de
competitividad porque no se mantuvo el impulso. Se cortó
la política de remover los impuestos que aumentan los costos
de producción y de desregular. En muchos sectores los costos
de producción están por encima de los precios de venta,
tanto para exportar como para competir con las importaciones. Producir
no genera ganancias. Esto ha paralizado las inversiones. Los consumidores
tienen miedo sobre el futuro y se retraen. La recesión tiene
así origen en el lado de la oferta, por la pérdida
de competitividad.
¿La rigidez de la Convertibilidad no es culpable de esto?
Ese es un error. Los que dicen eso añoran las
devaluaciones, que eran empobrecedoras. Por culpa de ellas la Argentina
no creció. Devaluar significa reducir los ingresos de la
gente y afectar sus ahorros. Si devaluásemos, en el corto
plazo recuperaríamos competitividad, pero no crecimiento.
Lo que debe hacerse es eliminar impuestos distorsivos y remover
regulaciones que atentan contra la eficiencia. Hay que reactivar
la demanda, pero de manera creíble.
Brasil, después de devaluar, volvió a crecer, y
además el real recuperó parte del valor perdido...
Depende de cómo se mida. Desde el punto de vista
del poder adquisitivo de los brasileños, no hubo crecimiento.
En cuanto a la revaluación del real, lógica después
de una fuerte devaluación, significó introducir una
gran inestabilidad y una incertidumbre, muy costosas en términos
de la tasa de interés. Por esto, a pesar de la devaluación,
Brasil no resolvió el problema de la deuda externa ni de
la interna. Su problema de endeudamiento se agravó. Están,
como nosotros, en una encrucijada, pero peor que la nuestra por
haber introducido una incertidumbre adicional.
Si las privatizaciones ya se hicieron, si ya fueron vendidos
los bancos y las empresas apetecibles, y si, como usted dice, en
la Argentina se produce a pérdida, ¿cómo esperar
que sigan ingresando capitales?
Mientras haya recesión y pérdida de competitividad,
no van a venir capitales. Pero lo peor de todo es que no se van
a invertir los ahorros argentinos. Hoy se da la paradoja de que
los bancos tienen capacidad prestable, porque el ahorro interno
ha estado aumentando, y el mismo sistema de las AFJP está
generando acumulación de ahorros. Pero cuando los bancos
ofrecen créditos, como los hipotecarios, se encuentran con
que no hay demanda porque la gente tiene temor del futuro. La recesión
prolongada afecta el estado de ánimo de los consumidores.
¿A usted le parece que impuestos distorsivos como Ingresos
Brutos son tan significativos como para hacer la diferencia entre
competitividad y falta de competitividad?
Bueno, son un elemento. No hay que olvidar que desde
octubre de 1996 se han ido recreando y creando impuestos distorsivos.
En aquel momento reimplantaron el impuesto al gasoil, que tiene
efectos muy negativos sobre el costo de transporte y de laboreo
agropecuario. Estados Unidos, con una geografía extensa,
como también es la argentina, subsidia el precio de los combustibles
para ganar competitividad. Nosotros lo gravamos. Hoy el combustible
es mucho más caro en la Argentina que en Brasil y Chile,
dos países que no tienen la abundancia de petróleo
y gas que tenemos nosotros.
Sí, pero recaudan cobrando el impuesto a las Ganancias
en serio...
De acuerdo, pero yo estoy hablando de factores que restan
competitividad. No se ha eliminado Ingresos Brutos en las etapas
intermedias de la producción, a pesar de que se había
aumentado el IVA con ese objetivo. Se gravó el gasoil. Luego
se crearon impuestos sobre la tasa de interés, pero en lugar
de gravar los intereses pasivos, como hubiese sido lo correcto...
Las rentas financieras...
... gravaron el endeudamiento. Pero esto aumenta significativamente
el costo del capital. El noventa por ciento de las empresas, y sobre
todo las pymes, cuando recurren al endeudamiento no lo hacen para
no pagar impuestos, sino porque no tienen acceso al mercado de capitales.
Por tanto, el endeudamiento es como un factor de producción
más. Encarecer ese capital financiero, cuando ya es caro
por el riesgo país, por la incertidumbre, causa una importante
pérdida de competitividad.
Con ese impuesto se quiso acabar con maniobras para evadir Ganancias,
porque se traían capitales disfrazándolos de préstamos.
Pero eso podía corregirse como lo está
en todos los países del mundo: gravando la renta financiera
y no el endeudamiento empresario. Ahí se equivocó
el equipo de Roque Fernández, creyendo que da lo mismo gravar
de uno u otro lado. Eso sólo es verdad si todas las empresas
tuvieran igual acceso al mercado de capitales, a emitir acciones
o conseguir que un fondo de inversiones le compre una parte del
capital. Pero en la Argentina muy pocas empresas están en
esa situación. Para las que tienen que endeudarse, el costo
financiero es a veces más alto que el laboral. Después
de eso, viene el gobierno de De la Rúa y vuelve a aumentar
impuestos.
Dicen que no tenían más remedio, o al menos no
se les ocurrió nada mejor...
El impuesto a las Ganancias para gente que cobra entre
1500 y 6000 pesos es también un factor de aumento en los
costos de producción, o castigo a sectores que no son de
altos ingresos. Esa gente es, justamente, la que constituye el mejor
factor de producción para la competencia que tiene la Argentina.
Son los mandos medios de las empresas, los ejecutivos de las pymes.
Es donde claramente tenemos ventaja respecto de Brasil.
O sea que han gravado una ventaja comparada.
Si uno mira lo hecho en materia impositiva, ha sido muy
equivocado desde 1995. Asumo también responsabilidad por
haber aumentado impuestos en medio de la crisis del tequila. Pero
ahí expliqué que no tenía otra alternativa,
porque la presión en ese momento no fue sólo del FMI
sino también de los economistas del establishment por
ejemplo Roberto Alemann y de la CGT, que quería que
eleváramos de nuevo los aportes patronales y las contribuciones
sociales. Yo ahí no tuve alternativa, porque en un fin de
semana tuve que tomar una decisión, para salir el lunes a
buscar capitales que se habían fugado y evitar que se descuajeringara
la Convertibilidad. Pero el aumento del IVA era por un año,
y sólo se mantendría si se bajaba Ingresos Brutos.
El aumento de aportes patronales lo revertí en seis meses,
incluso para los servicios, porque yo no creo en esa diferenciación
entre producción de bienes y de servicios.
¿Por qué se quedó tan sola la Argentina
en el mundo con su régimen cambiario?
No es así. Casi todo el mundo avanzado tiene moneda
convertible, canjeable por otra sin restricciones. Y hay muchos
países con cambio fijo.
¿Cuáles?
Los europeos, porque tienen el euro. Italia, España
tienen cambio fijo en relación con el marco alemán,
porque poseen una moneda común. Además, Inglaterra,
Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Singapur tienen monedas
convertibles con tipo de cambio flotante. Por tanto, las fluctuaciones
de la moneda no crean crisis de confianza. El gran peligro de las
monedas flotantes surge de la inconvertibilidad. Con monedas como
el real, el peso mexicano, y como era el austral, todas inconvertibles,
se afectan los derechos de propiedad de los ahorristas y se aumenta
el costo del capital.
¿Cómo ve la caída del euro?
La caída de una moneda convertible no provoca
crisis. Sólo afecta la competitividad relativa. Si como región
pudiéramos llegar a tener una moneda convertible y fluctuante,
seguramente tendríamos un mejor régimen monetario.
Pero la cuestión es cómo se llega allí, cómo
tener un euro para América del Sur.
¿Cuál sería la fórmula?
Mi teoría es que la única forma es pasar
por una etapa previa de Convertibilidad a la argentina, pero también
en Brasil. Es imprescindible pasar por un régimen de respaldo
en moneda extranjera para conseguir primero que la moneda sea convertible.
Si no, sería una moneda de baja calidad, poco confiable,
que incorporaría incertidumbre y altas tasas de interés,
lo que encarecería el capital y descolocaría competitivamente
a la región.
Si los brasileños no aceptan su teoría, ¿la
única salida de la Convertibilidad es la dolarización?
Pienso que nosotros vamos a seguir en la Convertibilidad
hasta que Brasil entre en un régimen similar. Y yo creo que
finalmente lo hará porque la Convertibilidad es el norte
de todos los sistemas monetarios.
¿Y con cambio fijo, por añadidura?
Es que no podría ser de otra forma. Todos los
países que hoy tienen moneda convertible atravesaron una
larga etapa de respaldo en una moneda fuerte, como el dólar
con el oro, desde 1880 a 1933. Ahora bien: aunque nunca lleguemos
a tener como región una moneda convertible y flotante, una
convertibilidad como la argentina nos conviene porque nos deja abierta
una puerta para negociar la dolarización con Estados Unidos,
con el objetivo de que el Banco de la Reserva Federal pase a ser
hemisférico. Si en cambio adoptáramos unilateralmente
el dólar, a la panameña, nunca podríamos obtener
un asiento en la Reserva Federal. Asimismo podríamos utilizar,
en conjunto con Brasil, no sólo el dólar sino también
el euro y el yen, y luego, si decidiéramos meternos en el
área del dólar, lo podríamos negociar.
Además de haber aumentado impuestos en el tequila, ¿qué
otros errores admite haber cometido? ¿El fuerte aumento del
desempleo, por ejemplo?
No pudimos hacer todo lo que era necesario, por ejemplo,
la reforma del Estado en las provincias, que es más importante
que a nivel nacional. Son 45 mil millones de Gasto Público,
clave de la política social, de la política de recursos
humanos. Es educación, salud, sanidad, seguridad, justicia.
Pero en la Argentina se discute todo como si todo lo resolvieran
el presidente de la Nación y sus ministros. Los gobernadores
y las legislaturas provinciales le echan la culpa de todo al gobierno
nacional, sin asumir su responsabilidad. Esto crea la falsa ilusión
de que la situación cambiará cuando cambia el presidente.
Pero es más probable que en la Argentina haya progresos por
cambios en gobiernos locales. Si Ruckauf, De la Sota, Reutemann
y yo en la ciudad de Buenos Aires tenemos éxito, eso beneficiará
la productividad, el crecimiento y la equidad mucho más que
las mejores políticas que pueda implementar De la Rúa.
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