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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 ABRIL 2000








10 AÑOS DE CASH

El examen que enfrenta la Alianza en el gobierno

“El desafío, un nuevo Estado”

El economista de la Alianza propone definir reformas para recuperar un Estado dinámico en un marco de solvencia fiscal y federalismo. Y no temer a aplicar políticas locales que neutralicen los shocks externos.

Por Arnaldo Bocco

Los próximos cinco años enfrentarán a la Argentina a una definición precisa de su modelo económico. Hasta los comienzos del 2000, la suerte de ese derrotero estuvo más bien determinada por la superación de diferentes tipos de crisis. La economía argentina de hoy enfrenta una serie de vallas muy exigentes para el que quiera sobrepasarlas, y mucho más si quiere con esa superación hacer compatible su propósito con el interés general. En los años pasados se logró la estabilidad, pero no alcanzó para establecer un marco general que permitiera convertir los logros presentes en la entrada a un círculo virtuoso.
La salida del ciclo hiperinflacionario se realizó a costas de perder parte de la soberanía económica, lo que hoy hace más frágil el pensamiento de un programa de largo plazo. Un modelo con tipo de cambio fijo y caja de conversión, hace muy dependiente de la productividad externa, en este caso la de EE.UU., el avance y fortaleza de nuestra propia economía. Pero ese reino en el mundo, ganado con la ayuda de otras reformas, hoy sólo podrá ser mantenido si de las fluctuaciones y crisis aprendemos a ganar mayores grados de libertad que nos permita lograr la credibilidad de los agentes internacionales sin sacrificar a los propios.
¿Cómo lograrlo con una economía con alto desempleo, desigual distribución del progreso técnico, instituciones fiscales frágiles, evasores que se resisten a disminuir su evasión o su elusión, o su limitado rendimiento en inversión en tecnología de punta? Para lograr una inserción madura debe en el cortísimo plazo lograr credibilidad en el cumplimiento de la responsabilidad fiscal, cosa que para que no haya dudas lo hizo por ley, como la convertibilidad en materia financiera; y, tendrá que no pegar un ojo para materializar un crecimiento productivo sostenido con inversión y expansión de la productividad media, lo que se logra con una proporción constante de inversión en capital y tecnología y una mayor dotación de recursos en conocimiento y tecnologías de punta, en materia social, en activos intangibles.
La fuerza que adopte nuestra política económica en cerrar esos dos problemas y la manifestación clara de sus propósitos en materia de integración internacional ayudarán a definir condiciones elementales para un entorno que es hoy en materia internacional, y lo será mucho más exigentemente en los próximos años, de fuerte expansión tanto en los índices de crecimiento, la evolución del comercio como en la velocidad de los flujos financieros y de capital.
Además de los problemas señalados, Argentina tiene hoy una debilidad en la definición de sus patrones de crecimiento, de sus incentivos y de sus objetivos de largo plazo.
Para materializar esos grandes espacios de discusión, la sociedad civil y la sociedad política, junto con el Gobierno, debieran precisar cómo se restablecen los mecanismos de demanda en una economía rígida en las crisis y asimétrica en las expansiones. Para eso este esquema económico deberá definir las reformas conducentes a la formación del nuevo Estado, la solvencia fiscal y el federalismo, expresado en un sistema de coparticipación que potencia las fortalezas regionales y no motive las miserias provinciales. Esa institucionalidad, junto con la armonización de políticas locales compatibles con las aplicadas regionalmente por los países socios en la integración internacional, deberán promover, junto a la inversión en capital humano, las bases para producir un acercamiento de la economía doméstica a la dinámica exuberante que presenta la economía internacional, y de ese modo avanzar en la reducción de la vulnerabilidad externa y en aquella que muestra el mercado de trabajo.
Si hay políticas nacionales que privilegien lo internacional pero potencien las ventajas locales, la brecha que exhiben las regiones, los sectores sociales y los sistemas productivos argentinos, permitirá acercarnos a un país más equitativo. Y no hay que temer en aplicar políticas locales que neutralicen los desajustes provocados por economías externas más fuertes o de mayor porte.

* Economista de la Alianza.