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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 ABRIL 2000








10 AÑOS DE CASH

 

LA CONVERTIBILIDAD Y EL PODER ECONOMICO

“El modelo está en discusión”

El autor sostiene que la volatilidad de la economía mundial, la gravedad del cuadro social y las diferencias en la cúpula empresarial adelantan los conflictos sociales e institucionales.

Por Claudio Lozano *

Una adecuada lectura de la coyuntura permite bosquejar los desafíos del futuro. El punto a observar es que atravesamos una nueva etapa y que como tal no puede ser pensada ni gestionada de la misma manera. Las tres condiciones que hicieron posible la vigencia del régimen convertible están hoy puestas en discusión. En el plano internacional, la Convertibilidad descansó en una situación de bonanza en la economía mundial que garantizaba un acceso fácil y barato al endeudamiento, al tiempo que la relación entre el dólar y las restantes monedas compensaba la situación de rigidez cambiaria. Hoy, el cuadro es visiblemente distinto. No sólo porque el recurso al endeudamiento público aparece agotado frente al desequilibrio en cuenta corriente que exhibe la Argentina, sino porque la situación internacional evidencia una fuerte inestabilidad.
La crisis en la Bolsa americana, la devaluación del euro y el cuadro de terapia intensiva que exhibe el Mercosur, son signos elocuentes respecto del agotamiento de una tesis que sigue pensando el dinamismo económico en una clave exclusivamente exógena. Es decir, como resultado casi excluyente de los efectos positivos que sobre nuestra realidad promueva la economía mundial. En el terreno social, la Convertibilidad descansó en el efecto narcótico y domesticador que la hiperinflación impuso sobre las demandas populares. El cuadro actual es otro. Se ha constatado que la estabilidad ha puesto en marcha un proceso estructural de pauperización de la sociedad argentina que se expresa hoy en la presencia de 14 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, y en la afirmación de un patrón de comportamiento económico cuyas característica básica se define por el hecho de que aun en contextos de crecimiento, resulta incapaz de traccionar positivamente los ingresos del conjunto de la comunidad. Por lo tanto, la sola apelación al crecimiento ya no resuelve la problemática argentina ya que el mismo reproduce los patrones de concentración y exclusión que definen el cuadro de gravedad social que presenta nuestro país.
Por último, la Convertibilidad expresó por vía del proceso de privatizaciones el acuerdo interno del bloque dominante a la salida de la experiencia inflacionaria. La primera mitad de los noventa permitió la configuración de una nueva comunidad de negocios que articulaba a la cúpula empresarial local con los acreedores externos y la incorporación de nuevos capitales extranjeros. Desde 1995, dicha comunidad de negocios ha comenzado a resquebrajarse. Las ventas que los grupos locales realizaron de sus posiciones en los consorcios privados los han consolidado en activos financieros en el exterior y los han concentrado en el control de la base productiva local y fundamentalmente de su segmento exportador. En este marco, la preocupación de estos sectores por recuperar el manejo de la política cambiaria se inscribe como estrategia dirigida a mejorar sus tasas de beneficio y a proteger su ciclo económico en el marco de las nuevas condiciones internacionales. En otro plano, los que han quedado como dueños de las empresas privatizadas, los acreedores externos y el sistema financiero, promueven la profundización del esquema convertible como camino obligado hacia una definitiva dolarización de la economía argentina.
En suma, la volatilidad de la economía mundial, la gravedad del cuadro social y las diferencias que se observan a nivel de la cúpula empresarial potencian la afirmación de un escenario futuro donde primen los conflictos sociales e institucionales. El punto a discernir es si este cuadro nos conducirá a una resolución que sólo tome en cuenta los problemas que hoy se plantean al interior de la comunidad de negocios, o si será capaz de incluir las demandas que hoy exhibe el conjunto de la comunidad. Cualquier proyección a diez años de las reglas actuales del comportamiento económico argentino, indica que al final de la década (en el mejor de los casos) la desocupación se mantendrá prácticamente en los niveles actuales. Ninguna de las opciones que hoy plantean los distintos polos del bloque dominante da respuestas a este problema. Ninguna responde por tanto a una estrategia económica que puede compatibilizarse con la afirmación de un escenario democrático. Argentina requiere, en este sentido, desplazar el debate del crecimiento por la problemática de la distribución de los ingresos y, en base a esta, afirmar la posibilidad de una estrategia económica que recupere la relevancia de los factores endógenos en el proceso de desarrollo. Redistribución progresiva de los ingresos por vía fiscal, ampliación de la demanda interna, replanteo de la apertura, regulación del proceso de concentración y nueva estrategia productiva son los desafíos de la Argentina del futuro.

* Director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA.