REFORMA
Y CAPACIDAD DE GESTION DEL ESTADO
No
existen soluciones milagrosas
Quien
hubiese sido el ministro de Economía de Eduardo Duhalde presidente
plantea la necesidad de recuperar el Estado como protagonista para
impulsar el desarrollo social.
Por
Jorge Remes Lenicov *
Las perspectivas para el futuro próximo parecen exigir que
enfrentemos algunos temas en forma urgente. Es que si bien en la
primera mitad de la década del 90 se ha producido una gran
transformación en la organización económica
que ha permitido dar un salto cualitativo, falta avanzar en la resolución
de problemas que en su momento no han sido abordados y aquellos
nuevos que dificultan el mejoramiento de las condiciones de vida
de la gente.
Hoy tenemos dos problemas centrales: uno visible, el desempleo,
el subempleo, la fractura del mercado laboral, el empeoramiento
de la distribución del ingreso y el aumento de la pobreza;
otro, más etéreo, como es la competitividad, la capacidad
de exportar, la productividad.
Desempleo y falta de competitividad están indisolublemente
unidos porque no se puede crear empleo sin crecimiento y no se crece
sin mayor competitividad. El eje conductor, la pregunta central,
es cómo se enfrenta el crecimiento, porque nuestra economía
requiere de altas tasas de expansión para superar el problema
social y enfrentar la vulnerabilidad externa: con bajo crecimiento
aparece el doble riesgo de agudizar la crisis social y de fuga de
capitales.
Para crecer hay que tener una organización económica
adecuada, capitales, mano de obra calificada, management y recursos
naturales. Argentina tiene instituciones económicas que han
mejorado sustancialmente, aunque aún hay varias cuestiones
a modificar. Falta mayor volumen de capital (ahorro interno) y la
calificación de nuestra mano de obra se ha deteriorado, por
ello el problema de pertinencia y calidad educativa debería
ocupar un lugar central en la agenda pública. Contamos con
materias primas abundantes y el management se fue acomodando a las
nuevas circunstancias y está mejorando. Pero, no se puede
crecer con equidad en base a la abundancia de materias primas, con
productos intensivos en mano de obra barata o en grandes dotaciones
de capital. Hay que aumentar la capacidad de producir bienes sofisticados
y heterogéneos, que requieren conocimiento, información,
capacitación, buena formación y de la gestión
eficiente del Estado. Caso contrario el resultado se expresa en
alto desempleo y salarios reales declinantes.
Por todo ello, la agenda pública no debería focalizarse
sólo en el frente fiscal y esperar que la economía
real se reactive. Es necesario trabajar sobre los problemas y los
factores anteriormente identificados en forma integral. Como la
realidad es compleja y no existen soluciones milagrosas,
parciales, fáciles, se debe recurrir al análisis sistémico
que reconoce que no hay una sola medida para crear un entorno que
estimule el aumento constante de la productividad, en el que las
oportunidades de inversión y los nuevos negocios se difundan
hacia todos los sectores. Este enfoque, postula, en cambio, que
existen complementaridades y efectos sinérgicos entre las
políticas, que es posible prever, actuando simultáneamente
sobre la competitividad y la distribución.
De la agenda pública sobresalen tres grupos de temas, que
si no se resuelven favorablemente, no se podrá mejorar la
situación del conjunto de los argentinos: inserción
internacional, cambios institucionales, transformación de
la gestión pública.
1. La apuesta estratégica es el Mercosur: su replanteo exige
la definición de una agenda para viabilizar la integración,
que transforme al mercado ampliado en la plataforma de lanzamiento
al resto del mundo, y cláusulas de salvaguardia ante cambios
bruscos de la política macroeconómica, sistema de
solución de controversias y coordinación macroeconómica;
y a partir de ello fortalecer nuestra cadena de valor en los sectores
productivos. En lo político debemos mejorar la coordinación
de nuestra política exterior.
2. Es imperioso plantear y comenzar a actuar para resolver serios
problemas de tipo organizacional-institucional que están
pendientes y que afectan decididamente la marcha de la economía
y por ende del desarrollo social: la educación (sobre todo
secundaria y universitaria), la Justicia, las relaciones fiscales
federales (provincias-municipios), las regulaciones sobre empresas
privatizadas, mercados de baja competencia y las corporaciones profesionales;
el control de la evasión para poder bajar impuestos y sostener
el sistema previsional. El deterioro de estas instituciones afecta
día a día la cohesión social y la potencialidad
de nuestro país para seguir creciendo.
3. No hay posibilidad de políticas públicas en su
sentido amplio sin transformación del Estado (Nación,
provincias, municipios), para recuperar capacidad de gestión
en la educación, apoyo a pymes, seguridad, salud.
Estos son los tres grupos de temas que aún nos falta discutir
y es el enfoque necesario para la gestión pública
en nuestro país: priorizar las cuestiones estratégicas
de la agenda por sobre los problemas de la coyuntura y las urgencias.
Ello implica abandonar los enfoques parciales, sin medir simultáneamente
el efecto de las políticas sobre las restantes cuestiones
pendientes, ganar consenso en la comunidad, lograr que la clase
dirigente (política, empresarial, sindical, intelectuales)
participe activamente del debate y del nuevo proceso de transformación
que requiere la Argentina para su desarrollo integral.
* Diputado nacional.
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