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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
07 MAYO 2000








 Por Julio Nudler

DEFICIT FISCAL, AJUSTE DEL GASTO Y ATRASO DEL TIPO DE CAMBIO

“Hay un problema de competitividad”

Para el economista jefe del Banco BBV-Francés, la Argentina tiene un atraso del tipo de cambio real respecto de Brasil del 18%.

Frente a la dura meta acordada con el FMI para el segundo trimestre, ¿el nuevo corte en el gasto público revela un error de pronóstico por parte del equipo económico?
–No puede descartarse que el cumplimiento de la meta del segundo trimestre requiera un ajuste adicional de gastos, al menos un diferimiento, porque la velocidad de recuperación de la economía es más lenta que la prevista. En el primer trimestre el PBI habría crecido 2,8 por ciento respecto de igual trimestre del año anterior, pero la serie desestacionalizada no arroja aumentos con respecto al trimestre previo. Para este segundo trimestre los resultados serían mejores, pero siempre mostrando una lenta recuperación.
¿Qué es lo que falló?
–Sería apresurado decir qué falló, pero sí podemos afirmar que a corto plazo hay discrepancia entre la mejora en la solvencia fiscal y la velocidad de recuperación económica. Probablemente se deba a que con el correr del tiempo tenga más peso la calidad del ajuste fiscal. Es decir, que al basarse en suba de impuestos la población aumente el pesimismo porque tiende a pensar que las autoridades siguen con “un poco más de lo mismo”. Tampoco puede ignorarse que la baja en el riesgo país, medida por la caída del spread de los bonos soberanos, fue más rápida que la baja de la tasa de interés para el sector privado. En este marco, el Gobierno aprovechó mejor esta situación porque se financia con bonos de mediano plazo, mientras que el fondeo bancario descansa en depósitos a corto plazo, donde el piso viene dado por la tasa Libor, que está subiendo. Esto refleja la problemática de la tasa de interés en Estados Unidos: a corto plazo la Reserva Federal la sube para eliminar el peligro inflacionario de un alto crecimiento del PBI y una Bolsa sobrevaluada, que recientemente mostró correcciones parciales, pero a largo plazo las tasas caen porque el Tesoro dedica el superávit fiscal a rescatar bonos.
¿No se crea un círculo vicioso de ajuste fiscal y recesión (o no crecimiento), que aleja indefinidamente la posibilidad del equilibrio?
–Es cierto que el ajuste fiscal puede demorar el crecimiento y provocar la necesidad de más ajuste, pero no necesariamente nos alejamos cada vez más del equilibrio, porque otras variables pueden actuar en la dirección contraria. Por ejemplo, el aumento en los precios de exportación y el mayor crecimiento mundial, principalmente la recuperación de Brasil, ya están produciendo una mejora en nuestro sector externo. En consecuencia, aunque el peso de las exportaciones en el PBI sea reducido y la recuperación económica sea lenta, la entrada de capitales puede verse favorecida porque mejora el sector externo, el punto más débil de la Argentina a criterio de los analistas del exterior. También es posible, siguiendo el tradicional enfoque de la restricción externa, un equilibrio dentro de la convertibilidad, pero con una menor tasa de crecimiento, al costo de hacer más lenta la salida del desempleo.
¿Es correcto definir el déficit fiscal como “endógeno” a este programa económico, en el sentido de que, a esta altura, es una consecuencia inevitable de la convertibilidad y el retraso cambiario, con su impacto sobre el nivel de actividad?
–No comparto las visiones extremas: que la convertibilidad nos conduce inexorablemente al infierno (atraso cambiario, falta de crecimiento, déficit fiscal y más impuestos) o al paraíso (mejora en la solvencia fiscal, baja del riesgo país, entrada de capitales y mayor crecimiento), porque ambas actitudes se basan en supuestos restrictivos que sesgan la conclusión. Es indudable que tenemos un problema de competitividad. Así, por ejemplo, si miramos el costo laboral unitario relativo entre la Argentina y Brasil (comparando salarios en dólares ajustados por productividad), la Argentina tiene un atraso del tipo de cambio real respecto de Brasil del 18 por ciento, en relación con el promedio histórico de la última década. Lo relevante no es echarle la culpa a Brasil porque el año pasado devaluó, ya que previamente nos beneficiamos de la apreciación de su moneda, sino preguntarnos cómo podemos resolver nuestra falta de competitividad. El camino de la devaluación no es recomendable porque los costos (inflación, caída inicial, menor salario real y probabilidad de default del sector público) serían mayores que los beneficios de reducir el déficit de la balanza comercial. La mayor dificultad de la convertibilidad es que convive con el diagnóstico de que el gasto público no puede ser reducido, sin cuestionar seriamente por qué aumentó 10 mil millones, excluyendo intereses, durante la convertibilidad. En mi opinión se requiere un nuevo papel para la política fiscal: reemplazar la actual ley que manda eliminar el déficit en el 2003 por una nueva ley que obligue (al gobierno nacional y a las provincias) a reducir en los próximos 3 años el gasto público consolidado primario (excluyendo intereses) y simultáneamente bajar impuestos por una suma equivalente. El ajuste requerido sería del orden del 18 por ciento (18 mil millones de pesos en tres años), similar a la actual brecha de competitividad que tenemos con Brasil. Por el contrario, si aceptamos que el gasto público es inflexible a la baja, el ajuste fiscal descansa en los extremos de seguir subiendo impuestos (más economía en negro), o las nuevas voces que piden reducir impuestos en el ámbito nacional, si-guiendo el ejemplo reciente de Córdoba, con el peligro de deteriorar la solvencia fiscal.
¿Cuál es el diagnóstico y el pronóstico de ustedes sobre nivel de actividad y desempleo?
En el PBI el modelo de predicción, basado en dos escenarios de menor riesgo país y mejoras de los términos del intercambio y tipo de cambio real, arroja un crecimiento del 3,0 al 4,2 por ciento. Pero dada la demora en la recuperación, antes comentada, vemos hasta ahora más probable el crecimiento del 3,0 por ciento. En cuanto al desempleo, no prevemos grandes mejoras este año, aun con la reforma laboral, y si se mantiene la tasa de actividad, estimamos que caerá en promedio este año un punto porcentual, bajando a 13,1 por ciento.