La
nueva guardia
Por
Maximiliano Montenegro
Son
los dos economistas de mayor confianza del flamante jefe de Gobierno
porteño Aníbal Ibarra, el dirigente del Frepaso que,
de cumplir con las expectativas que generó en el segundo
mayor distrito del país, estará en la pole position
para competir en el futuro por la candidatura presidencial. A diferencia
del vicepresidente Carlos Alvarez, Ibarra llegó al poder
con una carta fuerte en estos tiempos: un equipo de economistas.
Roberto Feletti será, una vez que la Legislatura apruebe
su pliego, el titular del Banco Ciudad, y para instalarlo en ese
lugar Ibarra se enfrentó con Fernando de la Rúa y
el propio Alvarez, que pretendían imponer a un economista
más potable para el establishment. Eduardo Hecker es el secretario
de Desarrollo Económico y Turismo de la Ciudad. Ambos son
cuidadosos de no desentonar con el libreto de los Machinea Boys.
La propuesta de la CTA (Central de los Trabajadores Argentinos)
hay que considerarla dentro de las restricciones fiscales existentes,
dice, por ejemplo, Feletti, quien en otros tiempos participó
de ese movimiento. Así es como piensan:
¿Cómo se hace para salir de la recesión?
Roberto Feletti: Eramos economistas locales... (risas).
Eduardo Hecker: Estamos en una etapa, hace ya un tiempo, en
la que no seguimos cayendo. Está costando mucho salir de
la recesión, pero hay señales incipientes, tal vez
un poco débiles, de que se está saliendo de la recesión.
Es complicado definir en cuánto tiempo vamos a salir definitivamente.
Yo creo que el gobierno nacional está enfocando sus políticas
en este sentido. En principio, el objetivo fuerte es conseguir solvencia
fiscal para bajar la tasa de riesgo país y, por ende, la
tasa de interés, lo cual va a contribuir al incremento de
las inversiones. Por otro lado, está en el Congreso la ley
PyME, otro instrumento importante. Desde la Ciudad, nosotros también
tenemos cosas para aportar. Por ejemplo, hay buenas experiencias
con las grandes empresas para la formación de redes de proveedores.
¿Cómo se puede hacer para que las multinacionales,
a cargo de los servicios públicos, les compren insumos a
proveedores locales y no a extranjeros como ocurrió en los
últimos años?
R.F.: Tenemos la voluntad política de priorizar este
tema, y hay instrumentos para hacerlo. Pero también está
la posibilidad de direccionar el consumo hacia el comercio más
atomizado. Hoy uno de los problemas clave son los proveedores de
los grandes supermercados. Hay proyectos para organizar a estos
proveedores a través de redes de distribución menos
concentradas que pueden tener, a su vez, costos competitivos con
los grandes híper.
Volviendo a la macro, Feletti. ¿Usted también cree
que se está saliendo de la recesión?
R.F.: Comparto lo que dice Eduardo. El Gobierno está
haciendo una apuesta fuerte al equilibrio fiscal, como medida para
reducir la tasa de interés. Esto, en un país que está
altamente endeudado, es central para liberar recursos para el consumo
y la inversión. También hay proyectos de largo aliento
como el plan de obras públicas, con el fondo fiduciario federal.
¿Ustedes imaginan para los próximos años un
escenario internacional favorable para la convertibilidad?
R.F.: Argentina es un país que tiene una vulnerabilidad
externa alta. Y además tiene desequilibrios macroeconómicos
básicos, como el externo y del sector público, que
van a llevar su tiempo corregir. Por lo tanto, es claro que hay
riesgos ante un cambio en los flujos de capital. Ahora, si se afirma
un sendero de equilibrio fiscal, lo cual debería traducirse
en una rebaja de la tasa de interés, y ordenan cuestiones
que tienen que ver con la eficiencia del Estado en las provincias,
yo creo que hay posibilidades de crecer a tasas interesantes.
E.H.: No hay signos de que en los próximos tiempos
vaya a haber un ajuste muy grande en la economía internacional.
Por el contrario, el marco pinta tranquilo, con Brasil mejor y el
precios de los commodities recuperándose. Pero, dicho esto,
Argentina en realidad lo que se debe es una discusión del
modelo de desarrollo. Hoy estamos parados en un país que
es un exitoso productor de recursos naturales: granos, carnes, aceites,
combustibles, petróleo, gas, y un desarrollo promisorio de
la minería y forestal. Sin embargo, en todos estos sectores
vamos a estar siempre atrás del ciclo económico internacional.
Precisamente, uno tiene la sensación de que el único
modelo de desarrollo que planteó hasta hoy el gobierno nacional
es un acuerdo firmado a tres años con el Fondo Monetario
Internacional en el que se compromete a alcanzar una serie de metas
de reducción del déficit fiscal...
R.F.: No seamos tan emblemáticos...
¿No es la descripción de la realidad?
R.F.: Una de las consecuencias del período de la década
del noventa, es que el mercado aparece como el exclusivo asignador
de recursos, guiado por la tasa de retorno. Eso va a generando que
se trabaje fuerte sobre la explotación de recursos naturales
no renovables, industrias ensambladoras de componentes importados,
y explotación de servicios con marcos reguladores laxos.
Lo que debemos hacer es reinsertar el Estado en la sociedad.
No creen que esta discusión está faltando a nivel
de gobierno nacional. Cambió el gobierno en diciembre, y
hay una continuidad asombrosa en todos los aspectos de la política
económica, cuya prioridad es el ajuste fiscal.
R.F.: Para pensar un modelo de desarrollo hay que cumplir
ciertas condiciones previas, como consolidar una situación
de solvencia fiscal. Después, podemos discutir un nuevo modelo
de inserción internacional, el problema de la vulnerabilidad
externa, la capacidad de industrializar los recursos naturales,
el direccionamiento del consumo en grandes concentraciones y la
casi desaparición de una burguesía local.
E.H.: Somos conscientes de que un país que evidencia
esta tasa de desempleo algún problema de desarrollo económico
tiene.
¿No se corre el peligro de pasar los próximos cuatro
años, ajuste tras ajuste, encarando el tema fiscal, y seguir
con la indefinición de un modelo de desarrollo?
Ambos: No.
Tal vez, hasta las propias alianzas que se están haciendo
para conseguir el equilibrio fiscal o para que a Machinea lo bendigan
diariamente los mercados van en contra de un modelo de desarrollo
deseable. Por ejemplo,acercarse al establishment financiero y darle
la espalda a empresarios industriales o del agro.
R.F.: El Gobierno está tratando de consolidarse en
la gestión del Estado. Está lanzando programas de
inversión, reordenando planes sociales, encaró la
reorganización del PAMI. Insisto: hay una perspectiva de
que ordenando la cuestión fiscal, si baja la tasa de interés,
puede haber una corriente importante de inversiones.
¿Por qué va a haber una corriente de inversiones hacia
Argentina, aunque baje la tasa de interés, si los proyectos
no son rentables económicamente: no hay demanda suficiente,
el mercado local en relación al brasileño es chico
y hay un atraso cambiario importante que encarece los costos en
dólares y dificulta la exportación?
R.F.: En el pasado hubo flujos de inversión importantes
con este tipo de cambio.
Pero en la última década hubo privatizaciones, y todo
un camino de reconversión industrial por delante podía
hacer que empresas locales, a buen precio de venta para las multinacionales,
se transformaran en negocios altamente productivos, que se aglutinaron
en un segmento muy concentrado de la economía. Todo eso ya
fue: muchos negocios ya repagaron la inversión original.
E.H.: Hubo inversión más allá de los
take overs de empresas locales por parte de multinacionales. No
todos los negocios están hechos. Siempre hay nuevos negocios,
nuevas motivaciones, nuevos consumos postergados y nuevas demandas
de la población. Hace algunos años no existía
un sector de informática y telecomunicaciones como el que
podemos tener de aquí para adelante.
¿El modelo entonces no está agotado?
R.F.: La pregunta es cuál es el modelo. Si está
circunscripto a la explotación de recursos naturales y a
una industria de armaduría, sí.
Los
proyectos para la Ciudad de Buenos Aires
Nuevo rol del Estado
¿Cuál
es el principal problema económico de Buenos Aires?
Roberto Feletti: La tarea de una coalición progresista
en el gobierno es recrear un proceso de reintegración social
y geográfica de la ciudad. Y eso se hace desde un nuevo rol
del Estado, con un nuevo modelo de gestión.
¿Se puede desde una provincia tener una política más
progresista, es decir, más redistribucionista,
cuando al mismo tiempo hay un gobierno nacional cuya política
está guiada por las reglas de mercado?
R.F.: No se puede hacer desde el costado de las políticas
de demanda. Sí desde el de las políticas de oferta.
¿Por ejemplo?
R.F.: A través de los servicios sociales. Si hoy el Estado
es capaz de elevar de sus servicios sociales, concretamente, educación
y salud, desplazando al sector privado, va a producir una mejora
en el ingreso de los habitantes de la ciudad. La educación
puede generar capacidades de igualación para acceder a puestos
de trabajo. Eso es progresismo por el lado de la oferta. Lo que
no va a generar la educación son más puestos de trabajo
per se. Esas políticas ofertistas también pueden incluir
un conjunto de instrumentos fiscales, financieros, desde el Banco
de la Ciudad, para lograr que los PyMEs estén en condiciones
de competir. Lo que sí no se puede garantizar es la demanda,
que esos sectores tengan mercado, pero sí generamos condiciones
de competencia mejores.
Eduardo Hecker: Cada gobierno local cuenta con grados de libertad
para hacer política. Eso no quiere decir que uno puede hacer
una política absolutamente independiente de lo que pasa en
la Nación, cosa que tampoco es nuestro deseo. Pero desde
el punto de vista de las políticas concretas tenemos la posibilidad
de tener una impronta propia. Por una serie de motivos. Primero,
es una ciudad con un producto per cápita importante (casi
20 mil pesos anuales) con relación al resto del país.
Luego, la ciudad tiene una gestión presupuestaria muy buena,
lo cual permite, a diferencia de la Nación, no tener que
ajustar demasiado.
R.F.: La herencia recibida es distinta...
E.H.: No tenemos la necesidad de hacer un sobreajuste.
¿Pero, más allá de las cuestiones típicas,
como mejora salud o educación, en el corto plazo puede haber
algún seguro de desempleo local o impuestos más progresivos?
E.H.: La distribución del ingreso se ha hecho más
regresiva, no sólo en el país sino también
en la Ciudad de Buenos Aires. Pero también desde el punto
de vista geográfico: el Sur quedó muy relegado en
la ciudad con relación al Norte. Por eso, este gobierno va
a focalizar el desarrollo del Sur. La segunda cuestión es
el problema del empleo: con una tasa de desocupación tan
alta, todo lo que se hace con pocos instrumentos no va al fondo
del problema. Entonces, lo principal es la creación de nuevos
empleos. En la ciudad lo vamos a hacer a través de obras
de infraestructura y de servicios públicos.
¿Puede haber una intervención directa del Estado con
instrumentos como subsidios de capacitación para desempleados
o rebajas impositivas para estimular la contratación de trabajadores
por las PyMEs?
R.F.: La posibilidad de trabajar con incentivos, ya sea vía
rebaja fiscal o gasto directo o subsidios son alternativas que están
siendo consideradas, pero que siempre van a tener como marco no
desbalancear el presupuesto.
¿Por qué las empresas de Internet argentinas que se
venden por cientos de millones no radican su base de operaciones
en Buenos Aires sino en Miami?
E.H.: El principal problema es de infraestructura tecnológica
y de servicios. Estamos trabajando para que esas empresas se radiquen
en el país. Estamos pensando en hacer un hotel de telecomunicaciones
en la ciudad de Buenos Aires. Es decir, concentrar las empresas
tecnológicas en un área con el soporte técnico
correspondiente.
Hay
que tener paciencia
¿Hay
que crecer y después distribuir, o para poder crecer
primero hay que redistribuir?
R.F.: El que debe distribuir es el Estado. Si se le
deja esa función al mercado, como ocurrió en
la última década, se agrava la concentración
del ingreso.
¿Pero el gobierno nacional no aplicó un shock
redistributivo de ingresos, por ejemplo, con una política
tributaria claramente progresiva?
R.F.: Pasaron sólo 7 meses de gobierno, no seamos
injustos, no apresuremos el debate, teniendo en cuenta la
gravedad de la situación fiscal heredada. Yo confío
en que estas cosas van a estar presentes en la política
económica.
Machinea
es progresista
Ustedes
dicen que Ibarra va a hacer un gobierno progresista.
Ustedes, me imagino, se autodefinen como progresistas...
Sí señor.
¿Y Machinea?
Roberto Feletti: También.
Eduardo Hecker: También.
¿...?
E.H.: Hoy ser progresista es mantener los equilibrios
macroeconómicos que el país necesita, para hacer
un país estable. El ajuste fiscal es necesario, no
es ni progresista ni reaccionario.
¿Cavallo es progresista?
...
Machinea definió a Cavallo como un buen ministro
de Economía. ¿Coinciden con esta definición?
R.F.: Cavallo no fue un buen ministro. Desaprovechó
una oportunidad histórica, al encontrarse con un ciclo
de holgura de capitales externos y de holgura en lo fiscal,
por las privatizaciones, que lo habilitaban para dejar equilibrios
macroeconómicos mucho más solidos, junto con
un proceso de integración productiva.
El
FMI y el modelo
Eduardo
Hecker: No hay que exagerar el acuerdo con el Fondo.
Haya o no acuerdo no se puede tener desequilibrio fiscal.
Si hay desequilibrio, o sube enormemente la tasa o hay un
desplazamiento del financiamiento privado. No veo ninguna
contradicción entre acordar con el FMI y un modelo
de desarrollo progresista.
Roberto Feletti: Lo que sí habría que
discutir es cómo se alcanza ese equilibrio fiscal,
porque no es neutral. Y en este sentido habría que
rediscutir la política tributaria, y cómo se
gasta. El otro tema es cómo repensar la inserción
internacional, que no puede ser definida por sí sola
por la apertura comercial. También hay que rediscutir
la asignación del crédito, apalancando proyectos
de desarrollo viables, con tasas de interés baratas.
Un parámetro para evaluar estos proyectos puede ser
su efecto sobre el empleo.
|
|