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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
13 AGOSTO 2000








“La nueva guardia



Por Maximiliano Montenegro

Son los dos economistas de mayor confianza del flamante jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, el dirigente del Frepaso que, de cumplir con las expectativas que generó en el segundo mayor distrito del país, estará en la pole position para competir en el futuro por la candidatura presidencial. A diferencia del vicepresidente Carlos Alvarez, Ibarra llegó al poder con una carta fuerte en estos tiempos: un equipo de economistas. Roberto Feletti será, una vez que la Legislatura apruebe su pliego, el titular del Banco Ciudad, y para instalarlo en ese lugar Ibarra se enfrentó con Fernando de la Rúa y el propio Alvarez, que pretendían imponer a un economista más potable para el establishment. Eduardo Hecker es el secretario de Desarrollo Económico y Turismo de la Ciudad. Ambos son cuidadosos de no desentonar con el libreto de los Machinea Boys. “La propuesta de la CTA (Central de los Trabajadores Argentinos) hay que considerarla dentro de las restricciones fiscales existentes”, dice, por ejemplo, Feletti, quien en otros tiempos participó de ese movimiento. Así es como piensan:
¿Cómo se hace para salir de la recesión?
Roberto Feletti: –Eramos economistas locales... (risas).
Eduardo Hecker: –Estamos en una etapa, hace ya un tiempo, en la que no seguimos cayendo. Está costando mucho salir de la recesión, pero hay señales incipientes, tal vez un poco débiles, de que se está saliendo de la recesión. Es complicado definir en cuánto tiempo vamos a salir definitivamente. Yo creo que el gobierno nacional está enfocando sus políticas en este sentido. En principio, el objetivo fuerte es conseguir solvencia fiscal para bajar la tasa de riesgo país y, por ende, la tasa de interés, lo cual va a contribuir al incremento de las inversiones. Por otro lado, está en el Congreso la ley PyME, otro instrumento importante. Desde la Ciudad, nosotros también tenemos cosas para aportar. Por ejemplo, hay buenas experiencias con las grandes empresas para la formación de redes de proveedores.
¿Cómo se puede hacer para que las multinacionales, a cargo de los servicios públicos, les compren insumos a proveedores locales y no a extranjeros como ocurrió en los últimos años?
R.F.: –Tenemos la voluntad política de priorizar este tema, y hay instrumentos para hacerlo. Pero también está la posibilidad de direccionar el consumo hacia el comercio más atomizado. Hoy uno de los problemas clave son los proveedores de los grandes supermercados. Hay proyectos para organizar a estos proveedores a través de redes de distribución menos concentradas que pueden tener, a su vez, costos competitivos con los grandes híper.
Volviendo a la macro, Feletti. ¿Usted también cree que se está saliendo de la recesión?
R.F.: –Comparto lo que dice Eduardo. El Gobierno está haciendo una apuesta fuerte al equilibrio fiscal, como medida para reducir la tasa de interés. Esto, en un país que está altamente endeudado, es central para liberar recursos para el consumo y la inversión. También hay proyectos de largo aliento como el plan de obras públicas, con el fondo fiduciario federal.
¿Ustedes imaginan para los próximos años un escenario internacional favorable para la convertibilidad?
R.F.: –Argentina es un país que tiene una vulnerabilidad externa alta. Y además tiene desequilibrios macroeconómicos básicos, como el externo y del sector público, que van a llevar su tiempo corregir. Por lo tanto, es claro que hay riesgos ante un cambio en los flujos de capital. Ahora, si se afirma un sendero de equilibrio fiscal, lo cual debería traducirse en una rebaja de la tasa de interés, y ordenan cuestiones que tienen que ver con la eficiencia del Estado en las provincias, yo creo que hay posibilidades de crecer a tasas interesantes.
E.H.: –No hay signos de que en los próximos tiempos vaya a haber un ajuste muy grande en la economía internacional. Por el contrario, el marco pinta tranquilo, con Brasil mejor y el precios de los commodities recuperándose. Pero, dicho esto, Argentina en realidad lo que se debe es una discusión del modelo de desarrollo. Hoy estamos parados en un país que es un exitoso productor de recursos naturales: granos, carnes, aceites, combustibles, petróleo, gas, y un desarrollo promisorio de la minería y forestal. Sin embargo, en todos estos sectores vamos a estar siempre atrás del ciclo económico internacional.
Precisamente, uno tiene la sensación de que el único modelo de desarrollo que planteó hasta hoy el gobierno nacional es un acuerdo firmado a tres años con el Fondo Monetario Internacional en el que se compromete a alcanzar una serie de metas de reducción del déficit fiscal...
R.F.: –No seamos tan emblemáticos...
¿No es la descripción de la realidad?
R.F.: –Una de las consecuencias del período de la década del noventa, es que el mercado aparece como el exclusivo asignador de recursos, guiado por la tasa de retorno. Eso va a generando que se trabaje fuerte sobre la explotación de recursos naturales no renovables, industrias ensambladoras de componentes importados, y explotación de servicios con marcos reguladores laxos. Lo que debemos hacer es reinsertar el Estado en la sociedad.
No creen que esta discusión está faltando a nivel de gobierno nacional. Cambió el gobierno en diciembre, y hay una continuidad asombrosa en todos los aspectos de la política económica, cuya prioridad es el ajuste fiscal.
R.F.: –Para pensar un modelo de desarrollo hay que cumplir ciertas condiciones previas, como consolidar una situación de solvencia fiscal. Después, podemos discutir un nuevo modelo de inserción internacional, el problema de la vulnerabilidad externa, la capacidad de industrializar los recursos naturales, el direccionamiento del consumo en grandes concentraciones y la casi desaparición de una burguesía local.
E.H.: –Somos conscientes de que un país que evidencia esta tasa de desempleo algún problema de desarrollo económico tiene.
¿No se corre el peligro de pasar los próximos cuatro años, ajuste tras ajuste, encarando el tema fiscal, y seguir con la indefinición de un modelo de desarrollo?
Ambos: –No.
Tal vez, hasta las propias alianzas que se están haciendo para conseguir el equilibrio fiscal o para que a Machinea lo bendigan diariamente los mercados van en contra de un modelo de desarrollo deseable. Por ejemplo,acercarse al establishment financiero y darle la espalda a empresarios industriales o del agro.
R.F.: –El Gobierno está tratando de consolidarse en la gestión del Estado. Está lanzando programas de inversión, reordenando planes sociales, encaró la reorganización del PAMI. Insisto: hay una perspectiva de que ordenando la cuestión fiscal, si baja la tasa de interés, puede haber una corriente importante de inversiones.
¿Por qué va a haber una corriente de inversiones hacia Argentina, aunque baje la tasa de interés, si los proyectos no son rentables económicamente: no hay demanda suficiente, el mercado local en relación al brasileño es chico y hay un atraso cambiario importante que encarece los costos en dólares y dificulta la exportación?
R.F.: –En el pasado hubo flujos de inversión importantes con este tipo de cambio.
Pero en la última década hubo privatizaciones, y todo un camino de reconversión industrial por delante podía hacer que empresas locales, a buen precio de venta para las multinacionales, se transformaran en negocios altamente productivos, que se aglutinaron en un segmento muy concentrado de la economía. Todo eso ya fue: muchos negocios ya repagaron la inversión original.
E.H.: –Hubo inversión más allá de los take overs de empresas locales por parte de multinacionales. No todos los negocios están hechos. Siempre hay nuevos negocios, nuevas motivaciones, nuevos consumos postergados y nuevas demandas de la población. Hace algunos años no existía un sector de informática y telecomunicaciones como el que podemos tener de aquí para adelante.
¿El modelo entonces no está agotado?
R.F.: –La pregunta es cuál es el modelo. Si está circunscripto a la explotación de recursos naturales y a una industria de armaduría, sí.

Los proyectos para la Ciudad de Buenos Aires

Nuevo rol del Estado

¿Cuál es el principal problema económico de Buenos Aires?
Roberto Feletti: –La tarea de una coalición progresista en el gobierno es recrear un proceso de reintegración social y geográfica de la ciudad. Y eso se hace desde un nuevo rol del Estado, con un nuevo modelo de gestión.
¿Se puede desde una provincia tener una política más “progresista”, es decir, más redistribucionista, cuando al mismo tiempo hay un gobierno nacional cuya política está guiada por las reglas de mercado?
R.F.: –No se puede hacer desde el costado de las políticas de demanda. Sí desde el de las políticas de oferta.
¿Por ejemplo?
R.F.: A través de los servicios sociales. Si hoy el Estado es capaz de elevar de sus servicios sociales, concretamente, educación y salud, desplazando al sector privado, va a producir una mejora en el ingreso de los habitantes de la ciudad. La educación puede generar capacidades de igualación para acceder a puestos de trabajo. Eso es progresismo por el lado de la oferta. Lo que no va a generar la educación son más puestos de trabajo per se. Esas políticas ofertistas también pueden incluir un conjunto de instrumentos fiscales, financieros, desde el Banco de la Ciudad, para lograr que los PyMEs estén en condiciones de competir. Lo que sí no se puede garantizar es la demanda, que esos sectores tengan mercado, pero sí generamos condiciones de competencia mejores.
Eduardo Hecker: –Cada gobierno local cuenta con grados de libertad para hacer política. Eso no quiere decir que uno puede hacer una política absolutamente independiente de lo que pasa en la Nación, cosa que tampoco es nuestro deseo. Pero desde el punto de vista de las políticas concretas tenemos la posibilidad de tener una impronta propia. Por una serie de motivos. Primero, es una ciudad con un producto per cápita importante (casi 20 mil pesos anuales) con relación al resto del país. Luego, la ciudad tiene una gestión presupuestaria muy buena, lo cual permite, a diferencia de la Nación, no tener que ajustar demasiado.
R.F.: –La herencia recibida es distinta...
E.H.: –No tenemos la necesidad de hacer un sobreajuste.
¿Pero, más allá de las cuestiones típicas, como mejora salud o educación, en el corto plazo puede haber algún seguro de desempleo local o impuestos más progresivos?
E.H.: –La distribución del ingreso se ha hecho más regresiva, no sólo en el país sino también en la Ciudad de Buenos Aires. Pero también desde el punto de vista geográfico: el Sur quedó muy relegado en la ciudad con relación al Norte. Por eso, este gobierno va a focalizar el desarrollo del Sur. La segunda cuestión es el problema del empleo: con una tasa de desocupación tan alta, todo lo que se hace con pocos instrumentos no va al fondo del problema. Entonces, lo principal es la creación de nuevos empleos. En la ciudad lo vamos a hacer a través de obras de infraestructura y de servicios públicos.
¿Puede haber una intervención directa del Estado con instrumentos como subsidios de capacitación para desempleados o rebajas impositivas para estimular la contratación de trabajadores por las PyMEs?
R.F.: –La posibilidad de trabajar con incentivos, ya sea vía rebaja fiscal o gasto directo o subsidios son alternativas que están siendo consideradas, pero que siempre van a tener como marco no desbalancear el presupuesto.
¿Por qué las empresas de Internet argentinas que se venden por cientos de millones no radican su base de operaciones en Buenos Aires sino en Miami?
E.H.: –El principal problema es de infraestructura tecnológica y de servicios. Estamos trabajando para que esas empresas se radiquen en el país. Estamos pensando en hacer un hotel de telecomunicaciones en la ciudad de Buenos Aires. Es decir, concentrar las empresas tecnológicas en un área con el soporte técnico correspondiente.

Hay que tener paciencia

¿Hay que crecer y después distribuir, o para poder crecer primero hay que redistribuir?
R.F.: –El que debe distribuir es el Estado. Si se le deja esa función al mercado, como ocurrió en la última década, se agrava la concentración del ingreso.
¿Pero el gobierno nacional no aplicó un shock redistributivo de ingresos, por ejemplo, con una política tributaria claramente progresiva?
R.F.: –Pasaron sólo 7 meses de gobierno, no seamos injustos, no apresuremos el debate, teniendo en cuenta la gravedad de la situación fiscal heredada. Yo confío en que estas cosas van a estar presentes en la política económica.

Machinea es progresista

Ustedes dicen que Ibarra va a hacer un gobierno “progresista”. Ustedes, me imagino, se autodefinen como progresistas...
–Sí señor.
¿Y Machinea?
Roberto Feletti: –También.
Eduardo Hecker: –También.
¿...?
E.H.: –Hoy ser progresista es mantener los equilibrios macroeconómicos que el país necesita, para hacer un país estable. El ajuste fiscal es necesario, no es ni progresista ni reaccionario.
¿Cavallo es progresista?
–...
Machinea definió a Cavallo como “un buen ministro de Economía”. ¿Coinciden con esta definición?
R.F.: –Cavallo no fue un buen ministro. Desaprovechó una oportunidad histórica, al encontrarse con un ciclo de holgura de capitales externos y de holgura en lo fiscal, por las privatizaciones, que lo habilitaban para dejar equilibrios macroeconómicos mucho más solidos, junto con un proceso de integración productiva.

El FMI y el modelo

Eduardo Hecker: –No hay que exagerar el acuerdo con el Fondo. Haya o no acuerdo no se puede tener desequilibrio fiscal. Si hay desequilibrio, o sube enormemente la tasa o hay un desplazamiento del financiamiento privado. No veo ninguna contradicción entre acordar con el FMI y un modelo de desarrollo progresista.
Roberto Feletti: –Lo que sí habría que discutir es cómo se alcanza ese equilibrio fiscal, porque no es neutral. Y en este sentido habría que rediscutir la política tributaria, y cómo se gasta. El otro tema es cómo repensar la inserción internacional, que no puede ser definida por sí sola por la apertura comercial. También hay que rediscutir la asignación del crédito, apalancando proyectos de desarrollo viables, con tasas de interés baratas. Un parámetro para evaluar estos proyectos puede ser su efecto sobre el empleo.