Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
20 AGOSTO 2000








Lo que viene en la Red que cambiara la vida cotidiana

El futuro que prepara Bill

Con Windows revolucionó el mercado, y ahora aspira a hacer lo mismo con una nueva plataforma para Internet “.Net”. Bill Gates redobla la apuesta.

Por Claudio Scaletta

Lejos de amedrentarse por las acusaciones de monopolio, desavenencias legales y amenazas de partición, Microsoft está por lanzar una nueva plataforma, pero esta vez no dentro de los límites de la PC, como fue Windows, sino para toda la Red. Este es el objetivo del proyecto “.Net” y el destino de 25 mil millones de dólares de inversión en investigación y desarrollo para los próximos cinco años. Al igual que ocurrió en la transición de DOS a Windows, tras el nuevo proyecto hay una apuesta a cómo será el futuro.
La visión global es que el acceso a Internet no será sólo a través de una computadora –aunque su presencia en cada hogar será similar a la que hoy tiene el televisor, el que también será un puerto de entrada a la Red–, sino que existirán una suma de adminículos para estar conectados: desde teléfonos celulares inteligentes y con pantallas más grandes, pasando por las PCs de bolsillo (similares a una agenda electrónica) y las Table PCs (similares a una pantalla plana sobre la que se escribirá directamente en forma manuscrita). Los teclados tenderán a desaparecer reemplazados por la voz, habrá un mix entre conexiones alámbricas e inalámbricas y, además de la Web, existirán variadas redes locales.
Un ejemplo muestra mejor las nuevas relaciones previstas entre dispositivos. Supóngase una vista a un zoológico: se podrá pasar la PC de bolsillo sobre un sensor infrarrojo a la entrada. Esto dará lugar a varias acciones. Se descontará automáticamente de una cuenta bancaria el costo de la entrada. De la red local del parque se cargará toda la información relativa al zoológico (plano, características de los animales, pronóstico del tiempo, etc.). Según se haya programado, se informará a varias personas dónde están, las que recibirán el mensaje tanto en un teléfono celular como en un televisor en el que estén viendo una película.
Para que esta múltiple interconexión del hardware sea posible será necesario un nuevo tipo de protocolarización para la transmisión de datos: esto es el lenguaje XML, ya existente y cuyos datos se autoexplican, que reemplazará al HTML actual. También se impondrán nuevos instrumentos de autentificación de la identidad del usuario que tendrán, además, una función de seguridad. Por un lado se podrán realizar transacciones comerciales seguras. Por otro se harán efectivas cuestiones propias del negocio de las empresas informáticas. Entre los conceptos de Microsoft.Net se cuenta la idea del “software como servicio”. Ya no se adquirirán (ni piratearán) paquetes que vengan por ejemplo en un CD para instalar en el disco rígido, sino que los programas estarán disponibles “on line” y sólo se descargará lo que el usuario individual necesite. Esto eliminará lo que en economía se llama “free riders” (los que viajan sin pagar) del software, aunque cabe esperar que siempre existan las “redes alternativas”.
Pero qué hay detrás de este proceso de innovación con miras a la creación de un nuevo estándar. Uno de los más importantes economistas del siglo XX, Joseph A. Schumpeter, sostuvo que la verdadera competencia capitalista no se producía vía precios, sino a través de la innovación. Esta afirmación, algo herética en pleno auge académico de la economía neoclásica, parece hoy más trivial. La característica del capital tecnológico es, precisamente, la autonomía de la función de innovar. Es el producto novedoso el que permite obtener, durante el período que transcurre hasta su generalización, un precio más alto y, por lo tanto, una ganancia diferencial. En el caso de la tecnología, la capacidad de innovar es también excluyente; involucra inversiones millonarias que sólo unas pocas empresas están en condiciones de asumir. En este contexto se comprende que Microsoft destine a investigación el 20 por ciento de sus utilidades, cuando el promedio de las firmas estadounidenses es del 6 por ciento. También existe una cuestión relativa a la naturaleza de la innovación que sirve para explicar la apuesta de Microsoft. El éxito de las nuevas tecnologías no depende sólo de las virtudes del producto. En ello juega también su rol el azar y, a partir de este componente aleatorio el aprendizaje de los usuarios en el uso de las nuevas tecnologías. Dos ejemplos son los relojes con sistema de agujas que dan dos vueltas cada 24 horas y los teclados tipo Qwerty (¿por qué se impusieron estos formatos y no otros?). A esta generalización se agrega otro fenómeno: las innovaciones que tienen éxito son difíciles de reemplazar porque sus alternativas mueren. Junto con ellas desaparecen también las personas entrenadas en su uso. Windows y su estandarización son un ejemplo de este proceso.
Hoy, difícilmente sus usuarios sepan manejar los sistemas operativos anteriores, lo que retroalimenta su carácter de sistema estándar sobre el que corre la mayoría de las aplicaciones. En este caso, el azar tuvo menos que ver. Existió antes una visión, por parte de una firma, de cómo sería el futuro uso de la informática. El posterior intento de asociación de la propiedad del estándar con una aplicación (Internet Explorer), aunque Microsoft argumente que sólo se trató de vincular Windows a las nuevas necesidades demandadas por la irrupción de Internet, es otra cuestión.