Lo
que viene en la Red que cambiara la vida cotidiana
El futuro que prepara Bill
Con
Windows revolucionó el mercado, y ahora aspira a hacer lo
mismo con una nueva plataforma para Internet .Net. Bill
Gates redobla la apuesta.
Por
Claudio Scaletta
Lejos
de amedrentarse por las acusaciones de monopolio, desavenencias
legales y amenazas de partición, Microsoft está por
lanzar una nueva plataforma, pero esta vez no dentro de los límites
de la PC, como fue Windows, sino para toda la Red. Este es el objetivo
del proyecto .Net y el destino de 25 mil millones de
dólares de inversión en investigación y desarrollo
para los próximos cinco años. Al igual que ocurrió
en la transición de DOS a Windows, tras el nuevo proyecto
hay una apuesta a cómo será el futuro.
La visión global es que el acceso a Internet no será
sólo a través de una computadora aunque su presencia
en cada hogar será similar a la que hoy tiene el televisor,
el que también será un puerto de entrada a la Red,
sino que existirán una suma de adminículos para estar
conectados: desde teléfonos celulares inteligentes y con
pantallas más grandes, pasando por las PCs de bolsillo (similares
a una agenda electrónica) y las Table PCs (similares a una
pantalla plana sobre la que se escribirá directamente en
forma manuscrita). Los teclados tenderán a desaparecer reemplazados
por la voz, habrá un mix entre conexiones alámbricas
e inalámbricas y, además de la Web, existirán
variadas redes locales.
Un ejemplo muestra mejor las nuevas relaciones previstas entre dispositivos.
Supóngase una vista a un zoológico: se podrá
pasar la PC de bolsillo sobre un sensor infrarrojo a la entrada.
Esto dará lugar a varias acciones. Se descontará automáticamente
de una cuenta bancaria el costo de la entrada. De la red local del
parque se cargará toda la información relativa al
zoológico (plano, características de los animales,
pronóstico del tiempo, etc.). Según se haya programado,
se informará a varias personas dónde están,
las que recibirán el mensaje tanto en un teléfono
celular como en un televisor en el que estén viendo una película.
Para que esta múltiple interconexión del hardware
sea posible será necesario un nuevo tipo de protocolarización
para la transmisión de datos: esto es el lenguaje XML, ya
existente y cuyos datos se autoexplican, que reemplazará
al HTML actual. También se impondrán nuevos instrumentos
de autentificación de la identidad del usuario que tendrán,
además, una función de seguridad. Por un lado se podrán
realizar transacciones comerciales seguras. Por otro se harán
efectivas cuestiones propias del negocio de las empresas informáticas.
Entre los conceptos de Microsoft.Net se cuenta la idea del software
como servicio. Ya no se adquirirán (ni piratearán)
paquetes que vengan por ejemplo en un CD para instalar en el disco
rígido, sino que los programas estarán disponibles
on line y sólo se descargará lo que el
usuario individual necesite. Esto eliminará lo que en economía
se llama free riders (los que viajan sin pagar) del
software, aunque cabe esperar que siempre existan las redes
alternativas.
Pero qué hay detrás de este proceso de innovación
con miras a la creación de un nuevo estándar. Uno
de los más importantes economistas del siglo XX, Joseph A.
Schumpeter, sostuvo que la verdadera competencia capitalista no
se producía vía precios, sino a través de la
innovación. Esta afirmación, algo herética
en pleno auge académico de la economía neoclásica,
parece hoy más trivial. La característica del capital
tecnológico es, precisamente, la autonomía de la función
de innovar. Es el producto novedoso el que permite obtener, durante
el período que transcurre hasta su generalización,
un precio más alto y, por lo tanto, una ganancia diferencial.
En el caso de la tecnología, la capacidad de innovar es también
excluyente; involucra inversiones millonarias que sólo unas
pocas empresas están en condiciones de asumir. En este contexto
se comprende que Microsoft destine a investigación el 20
por ciento de sus utilidades, cuando el promedio de las firmas estadounidenses
es del 6 por ciento. También existe una cuestión relativa
a la naturaleza de la innovación que sirve para explicar
la apuesta de Microsoft. El éxito de las nuevas tecnologías
no depende sólo de las virtudes del producto. En ello juega
también su rol el azar y, a partir de este componente aleatorio
el aprendizaje de los usuarios en el uso de las nuevas tecnologías.
Dos ejemplos son los relojes con sistema de agujas que dan dos vueltas
cada 24 horas y los teclados tipo Qwerty (¿por qué
se impusieron estos formatos y no otros?). A esta generalización
se agrega otro fenómeno: las innovaciones que tienen éxito
son difíciles de reemplazar porque sus alternativas mueren.
Junto con ellas desaparecen también las personas entrenadas
en su uso. Windows y su estandarización son un ejemplo de
este proceso.
Hoy, difícilmente sus usuarios sepan manejar los sistemas
operativos anteriores, lo que retroalimenta su carácter de
sistema estándar sobre el que corre la mayoría de
las aplicaciones. En este caso, el azar tuvo menos que ver. Existió
antes una visión, por parte de una firma, de cómo
sería el futuro uso de la informática. El posterior
intento de asociación de la propiedad del estándar
con una aplicación (Internet Explorer), aunque Microsoft
argumente que sólo se trató de vincular Windows a
las nuevas necesidades demandadas por la irrupción de Internet,
es otra cuestión.
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