Zurdos
contrariados
Situación
extraña se ha generado alrededor de la permanencia de José
Luis Machinea al frente del Ministerio de Economía. Quienes
en la Alianza piensan que todavía no han arriado la bandera
del progresismo salieron a respaldarlo como si la actual política
económica se estuviera escribiendo con la mano izquierda.
A la vez, quienes apuntan a Machinea son los sectores más
liberales y reaccionarios que le exigen más y más
ajuste. Qué rara está resultando esa puja. El ministro
que ha mudado a una militancia fiscalista desconocida en él,
hasta llegar a aplicar ajustes que tienen el sello de los economistas
más ultra, como la baja salarial, es azuzado por derecha.
Y resulta más patético observar cuando en lugar de
enfrentarlos, Machinea sale a explicarse que él es el ministro
que está haciendo el ajuste más importante de los
últimos años. En esa confusa discusión, Raúl
Alfonsín y Carlos Chacho Alvarez, que se ven
como el progresismo en la Alianza, son los que se plantan con firmeza
en la defensa de Machinea para evitar, dicen, que venga en reemplazo
un ortodoxo, como Fernando de Santibañes o Ricardo López
Murphy. Pero ese respaldo político queda girando en el aire
cuando sale el propio Machinea a definirse ante la city como amigo
de toda la vida de los mismos Santibañes y López Murphy.
Y a insistir que no está haciendo nada diferente de lo que
ellos postulan.
En esa comedia de enredos sobre el perfil de la política
económica, quienes critican desde la Alianza a Machinea por
su ortodoxia quedan atrapados involuntariamente en el juego de aquellos
que quieren que el actual libreto sea redactado directamente con
mano derecha. Pero alguien con sentido común, ¿puede
pensar que existe margen para aplicar una política todavía
más ortodoxa que la presente sin que el país estalle
en mil pedazos? En realidad, hasta ahora, la posición sobre
el proyecto de dolarización es lo único que ha marcado
diferencia entre unos y otros.
Todo se desarrolla entonces en una gran confusión sobre el
lugar que ocupa Machinea en el tablero. Tanto para aquellos que
se denominan progresistas en la Alianza como para los
que se definen como ortodoxos. En realidad, a unos y
otros los separa una delgada línea roja que hace más
al origen o a la reputación, como mencionó
Miguel Angel Broda, que a las políticas que impulsan. Qué
cosa no hizo Machinea para congraciarse con lo que demandaba el
mercado. Qué cosa diferente hubiera hecho Broda, quien ahora
se ha convertido en escrutador del pasado de los economistas. Si
fuera por reputación, ¿cuál de todos los economista
del elenco estable puede tirar la primera piedra?
Ese enredo está abonado, además, con la idea de que
Machinea es el ministro de Economía que puede tener hoy la
Alianza porque refleja el equilibrio político dentro de la
coalición de gobierno. Equilibrio que más bien está
inclinado hacia la diestra. Hasta los industriales han quedado atrapados
en esa nebulosa. Sostienen que Machinea es un freno a las visiones
ultraortodoxas pero, a la vez, le reclaman a gritos medidas para
alentar a la producción. Iniciativas que el equipo económico
no está muy convencido de impulsar porque ya lo han manifestado
en más de una oportunidad que el equilibrio fiscal, y solamente
ese equilibrio, permitirá el crecimiento de la economía.
Y para otorgar algo a la industria se requiere de algún sacrificio
fiscal. Pese a ello, los industriales mantienen la esperanza precisamente
por la reputación de Machinea. Y el viernes el
ministro les dió, al menos, una señal al nombrar a
un ejecutivo de Techint, Javier Tizado, al frente de la Secretaría
de Industria. Así, el grupo de la familia Rocca ya tiene
tres de sus hombres cerca de Machinea.
En definitiva, como a los zurdos contrariados, que de chicos los
obligaron a escribir con la derecha, el ala progresista
de la Alianza ha quedado atrapada en un juego en el cual tienen
todo para perder.
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