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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
27 AGOSTO 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Ensalada de metas

Si algo abunda en la economía argentina son las metas fiscales, dice el Ieral (Fundación Mediterránea) en su último informe. En esta ensalada se confunden las negociadas con el Fondo Monetario en 1999 por tres años, y por tanto vigentes, y las establecidas en la ley de responsabilidad fiscal. De esta manera, si alguien pregunta cuál es la meta para el 2000 se le podrán dar por lo menos tres respuestas, cuando lo que seguramente esperaría es una sola pero inequívoca. Como se sabe, el número convenido con el Fondo es de 4700 millones, pero está en proceso de revisión y, según los técnicos que encabeza Guillermo Mondino, acabará aterrizando en los 5900 millones. En cuanto a la ley, si se la lee con criterio restringido su tope se sitúa en 4800 millones, lo que implicaría que será violada en año de debut. No obstante, de la misma norma podría deducirse un límite superior a los 6000 millones: más exactamente, 6350. A este guarismo se llega partiendo del rojo de 7347,5 millones con que cerró 1999 el sector público nacional. Como la ley impone reducir el desequilibrio un 0,4 por ciento del Producto Bruto, y suponiendo que éste crezca nominalmente 2,2 por ciento, resultan los 6350 millones señalados. De todas formas, este embrollo de metas no debe ser dramatizado. Para poner el asunto en su verdadera dimensión conviene tomar perspectiva. Según rememora el Ieral, de acuerdo al compromiso firmado en 1997 por la Argentina con el FMI, el déficit debería ser de 1014 millones en el presente año. Pero el Fondo fue convalidando sucesivos desbordes, hasta admitir en 1999 un desvío del 177 por ciento, a todas luces considerable y fruto de una suma de recesión y desmadre del gasto en las horas finales del menemismo. En cualquier caso, tomar decisiones en base a datos como las metas fiscales parece un poco aventurado. Para los mediterráneos, “en las cuestiones fiscales lo que importa es la tendencia”, lo mismo que en la deuda y en el gasto. Y esa tendencia no estará determinada por el número que dibuje un secretario de Hacienda, sino por el crecimiento de la economía.