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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
10 SEPTIEMBRE 2000









Pobres en la Rúa

Por Maximiliano Montenegro

Los datos del Indec, que todavía mantienen bajo reserva en el Ministerio de Economía, revelan un impresionante salto de la pobreza. Entre octubre y mayo último, una etapa que casi por completo debe considerarse en la cuenta de la Alianza, 416 mil personas cayeron en la pobreza en Capital y Gran Buenos Aires. Nunca antes en la última década la miseria había aumentado tanto en un período tan corto. Así, en mayo pasado, el 31 por ciento de la población vivía bajo la llamada línea de pobreza, un nivel inédito desde los tiempos de la hiperinflación. Sólo en el área metropolitana son ya 3,7 millones de personas que no llegan a adquirir una canasta elemental de bienes y servicios, valuada en 155 pesos mensuales por adulto del hogar. Según los expertos, los nuevos pobres son familias de clase media baja que, recesión y ajuste mediante, fueron duramente golpeadas por el derrumbe de salarios e ingresos por cuenta propia.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos realiza una medición incompleta de la pobreza en la Argentina, ya que sólo procesa información de Capital Federal y los partidos del conurbano, en conjunto el denominado aglomerado Gran Buenos Aires. Sin embargo, esta información referida a la región metropolitana –donde viven casi 12 millones de personas– sirvió siempre como punto de partida para evaluar la temperatura social del país. En realidad, en el interior, como lo demostraron distintos estudios del Banco Mundial, la situación suele ser mucho peor.
El Indec releva dos veces al año, en mayo y octubre, la tradicional Encuesta Permanente de Hogares (EPH), de donde surge la tasa de desocupación. Sobre la misma encuesta se elaboran los datos de pobreza. A finales de julio, el Gobierno se estremeció al difundirse que la desocupación en la encuesta de mayo había aumentado, alcanzando al 15,5 por ciento de la población activa.
Sin embargo, las cifras de pobreza, que siempre tardan más tiempo en procesarse, todavía no fueron comunicadas oficialmente, lo que evitó a Fernando de la Rúa otro trago amargo. La atención que se presta a la encuesta de mayo se debe a que es la primera que evalúa la gestión de la Alianza, al menos, en los primeros seis meses. En ese lapso, la recesión no aflojó e, incluso, hay quienes dicen que el ajustazo aplicado por José Luis Machinea, para cumplir con el Fondo Monetario, no hizo más que agravarla, provocando una fuerte baja de ingresos y consumo en el mercado interno.
De acuerdo con los cálculos que manejan en el Indec, a las que accedió Cash, en mayo, el 31 por ciento de las personas del GBA se había hundido bajo la línea de pobreza, frente al 27,7 por ciento en octubre. Semejante grado de pauperización es record para la última década, y sólo fue superado durante los picos hiperinflacionarios de los años ‘89/’90.
Por otro lado, duplica los registros de 1994, cuando de la mano del boom reactivante de la primera etapa de la Convertibilidad, la pobreza tocó un piso del 16 por ciento. Desde entonces la tendencia ha sido ascendente, casi ininterrumpidamente.
En cantidad de personas, en mayo, 3,7 millones habían caído bajo la línea, frente a poco menos de 3,3 millones en octubre. Así, durante los primeros meses del Gobierno aliancista, el número de pobres creció en más de 400 mil (ver gráfico).

Mas indigentes
El salto de la pobreza fue acompañado por un aumento importante, aunque no equivalente, de la indigencia, definida como una canasta básica de alimentos valuada en 65 pesos por adulto del hogar. En la última medición, el 7,8 por ciento de la población del área metropolitana era considerada indigente, es decir, poco más de 930 mil personas en la región ni siquiera lograban consumir un dieta alimentaria mínima en calorías. En octubre, la proporción era del 7,1 por ciento, lo que significaba 842 mil personas. Deotro modo: entre octubre y mayo, unas 90 mil personas pasaron a las filas de los indigentes.
Los niveles de indigencia actuales para el Gran Buenos Aires también son máximos para la última década, más que duplican los de mediados de los ‘90, y sólo son superados por los registros de los meses de híper.

Causas
Sin embargo, es evidente que la indigencia no siguió en la última medición un recorrido tan explosivo como el de la pobreza. Según los técnicos del Indec, los motivos son los siguientes:
- Un aumento tan espectacular de la pobreza se explica porque hay una gran franja de la población de “clase media baja”, que sobrevive con un ingreso familiar que ronda los 600 pesos mensuales. Es decir, están apenas por encima de la línea de pobreza, y cualquier recorte en los ingresos del núcleo familiar los transforma en pobres para la estadística oficial.
- Justamente, en el último año, antes que una pérdida neta de puestos de trabajo, lo que se evidenció fue una pronunciada caída de los ingresos, a la que no escapó la clase media baja. El ajuste de las remuneraciones estuvo forzado por la recesión, en un contexto de alta desocupación. Pero también por el derrumbe del mercado interno, acentuado a comienzos de este año, el impuestazo primero y los anuncios de nuevos ajustes por el lado del gasto público, después.
- Así, buena parte del ejército de pauperizados que hacía equilibrio sobre la línea, se precipitó en el primer semestre de la administración aliancista. Para colmo, este sector no suele ser asistido por alguno de los programas asistenciales del Gobierno nacional o de la provincia de Buenos Aires.
- En cambio, para el segmento de ingresos más bajo, hay –aunque insuficiente– una red de protección social tendida por planes sociales y de empleo, como el Trabajar. Un subsidio del Trabajar –hoy de unos 160 pesos mensuales– alcanza para sacar a la familia en cuestión de la pobreza, pero no de la indigencia. Por eso, no es casual que el aumento en el número de indigentes –alrededor de 90 mil– se acerque a la cantidad de planes Trabajar que fueron dados de baja en el período.
- Esta tendencia queda confirmada si se tiene en cuenta que en octubre la indigencia había caído en relación a mayo del año pasado, pese a que la recesión golpeaba y la pobreza crecía. No casualmente, en octubre, mes de las elecciones, la distribución de subsidios Trabajar, guiada por el clientelismo político, alcanzó un record.
Mirando hacia adelante, Luis Beccaria, ex director del Indec y uno de los economistas que más estudió en la Argentina los fenómenos de concentración del ingreso y pobreza, no alienta demasiadas expectativas (ver aparte). Considerando las actuales condiciones del mercado laboral argentino, cree que, aun con la economía creciendo por arriba del 4 por ciento en los próximos cuatro años, los niveles de pobreza en Capital y Gran Buenos Aires no bajarían del 22 al 24 por ciento de la población, es decir, el doble de los registros de la década del ‘80 y todavía muy por encima de los primeros años de la Convertibilidad. Para octubre, en tanto, cuando el Indec vuelva a relevar la encuesta permanente de hogares, no habría que esperar una mejora. Y, tal vez, De la Rúa deberá soportar el segundo aumento consecuente de la pobreza durante su gestión.


Luis Beccaria ex director del INDEC

“Un tema que llevará años resolver”

“El problema del aumento de la pobreza responde fundamentalmente a la caída de los ingresos. Después de la medición de la última EPH, en mayo, los ingresos siguieron cayendo, así que no hay motivos parar esperar que la situación mejore en la próxima medición (octubre). Por otro lado, en un contexto de niveles de desocupación y subocupación tan altos no se pueden esperar mejoras en los salarios ingresos para los próximos años. A esto se le suma una posición negociadora cada vez más débil por parte de los sindicatos.
“Volver a niveles de pobreza del 15 o 16 por ciento, como los del ‘94, va a llevar muchos años. El 31 por ciento que habría registrado la última encuesta en el Gran Buenos Aires es demasiado alto para ser considerado estructural. Pero aun creciendo a tasas superiores al 4 por ciento por los próximos cuatro años, la pobreza no debería bajar del 22 al 24 por ciento, justamente por la debilidad en los ingresos mencionada anteriormente”.


 

Un funcionario de Trabajo ve señales optimistas

La radiografía de un mercado laboral en crisis

por Daniel Kotzer*

La Encuesta Permanente de Hogares del INdEC permite algunas interpretaciones interesantes sobre lo que ha sucedido en el mayor aglomerado urbano del país, el Gran Buenos Aires. Se realizó un análisis de panel para ver quiénes son los desocupados a mayo de 2000, unas 860.000 personas. Y allí se observa que una cuarta parte de los mismos (el 24,8%) son individuos que eran inactivos en la medición de octubre de 1999. Esto implica que no buscaban trabajo en octubre de 1999 y sí lo hicieron en mayo de 2000. De estas personas, el 68% son mujeres y un 17,2% jefes de hogar.
Un tercio de los desempleados de mayo pasado lo eran también en octubre. Son básicamente hombres, y dos tercios de los mismos no son jefes de hogar. El jefe de hogar debe buscar trabajo bajo cualquier circunstancia, por lo que es difícil que permanezca desempleado las dos ondas. Casi la mitad de los inactivos (46,1%), son menores de 24 años, esto es, jóvenes que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo. Paradójicamente pertenecen a deciles de ingresos mayores que en el caso de los que permanecieron desocupados las dos ondas, o que perdieron su empleo entre octubre y mayo de 2000. Esto hace pensar en hogares que han visto reducidos sus ingresos o que sienten una mayor vulnerabilidad o inseguridad que les lleva a buscar una nueva fuente de ingresos para la familia. Este dato coincide con el hecho de que los ingresos de los asalariados ocupados en el GBA cayó un 1,5% en promedio. Los sectores más golpeados fueron la industria manufacturera y la construcción.
Sin duda, mayo de 2000 fue el mes de la mayor caída en el proceso de recesión que viene desde setiembre de 1998. Pero la última encuesta de indicadores laborales muestra que aumentó la cantidad de empresas con altas en el segundo trimestre del año.
En mayo el 23,1% de las empresas tuvieron altas, pasando este número al 23,8% en junio y el 25,2% en julio, lo cual muestra que crece la tendenciaen general para el Gran Buenos Aires.
Requeridas las empresas sobre los motivos de las altas, en mayo el 17,6% respondieron que por motivos de incremento de la demanda, el 19,3% lo hicieron en junio, y el 22,6% en julio. Este es un dato alentador sobre el incremento en la demanda general de las empresas, que las lleva a aumentar su dotación de personal.
Mayo fue un punto de inflexión en esta tendencia, presentando en todos los casos los valores más bajos. El principal aumento en el rubro de incremento de la demanda se percibe en las empresas de tamaño mediano, que pasan del 14,3% de junio al 21,2% en julio, manteniéndose más o menos constantes las pequeñas (del 21,2% al 23,3%) y las grandes del 23,9% al 24,2%. Las empresas pequeñas habían saltado ya en junio que creció al 21,2% en ese mes desde el 13,2% de mayo. Ese mes fue un punto de inflexión en esta tendencia, presentando en todos los casos los valores más bajos. Es de esperarse que la tendencia ascendente continúe en el aglomerado del Gran Buenos Aires, durante los próximos meses.

* Coordinador de Estudios y Formulación de Políticas de Empleo. Secretaría de Empleo. Ministerio de Trabajo.