Pobres en la Rúa
Por
Maximiliano Montenegro
Los
datos del Indec, que todavía mantienen bajo reserva en el
Ministerio de Economía, revelan un impresionante salto de
la pobreza. Entre octubre y mayo último, una etapa que casi
por completo debe considerarse en la cuenta de la Alianza, 416 mil
personas cayeron en la pobreza en Capital y Gran Buenos Aires. Nunca
antes en la última década la miseria había
aumentado tanto en un período tan corto. Así, en mayo
pasado, el 31 por ciento de la población vivía bajo
la llamada línea de pobreza, un nivel inédito desde
los tiempos de la hiperinflación. Sólo en el área
metropolitana son ya 3,7 millones de personas que no llegan a adquirir
una canasta elemental de bienes y servicios, valuada en 155 pesos
mensuales por adulto del hogar. Según los expertos, los nuevos
pobres son familias de clase media baja que, recesión y ajuste
mediante, fueron duramente golpeadas por el derrumbe de salarios
e ingresos por cuenta propia.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos realiza una
medición incompleta de la pobreza en la Argentina, ya que
sólo procesa información de Capital Federal y los
partidos del conurbano, en conjunto el denominado aglomerado Gran
Buenos Aires. Sin embargo, esta información referida a la
región metropolitana donde viven casi 12 millones de
personas sirvió siempre como punto de partida para
evaluar la temperatura social del país. En realidad, en el
interior, como lo demostraron distintos estudios del Banco Mundial,
la situación suele ser mucho peor.
El Indec releva dos veces al año, en mayo y octubre, la tradicional
Encuesta Permanente de Hogares (EPH), de donde surge la tasa de
desocupación. Sobre la misma encuesta se elaboran los datos
de pobreza. A finales de julio, el Gobierno se estremeció
al difundirse que la desocupación en la encuesta de mayo
había aumentado, alcanzando al 15,5 por ciento de la población
activa.
Sin embargo, las cifras de pobreza, que siempre tardan más
tiempo en procesarse, todavía no fueron comunicadas oficialmente,
lo que evitó a Fernando de la Rúa otro trago amargo.
La atención que se presta a la encuesta de mayo se debe a
que es la primera que evalúa la gestión de la Alianza,
al menos, en los primeros seis meses. En ese lapso, la recesión
no aflojó e, incluso, hay quienes dicen que el ajustazo aplicado
por José Luis Machinea, para cumplir con el Fondo Monetario,
no hizo más que agravarla, provocando una fuerte baja de
ingresos y consumo en el mercado interno.
De acuerdo con los cálculos que manejan en el Indec, a las
que accedió Cash, en mayo, el 31 por ciento de las personas
del GBA se había hundido bajo la línea de pobreza,
frente al 27,7 por ciento en octubre. Semejante grado de pauperización
es record para la última década, y sólo fue
superado durante los picos hiperinflacionarios de los años
89/90.
Por otro lado, duplica los registros de 1994, cuando de la mano
del boom reactivante de la primera etapa de la Convertibilidad,
la pobreza tocó un piso del 16 por ciento. Desde entonces
la tendencia ha sido ascendente, casi ininterrumpidamente.
En cantidad de personas, en mayo, 3,7 millones habían caído
bajo la línea, frente a poco menos de 3,3 millones en octubre.
Así, durante los primeros meses del Gobierno aliancista,
el número de pobres creció en más de 400 mil
(ver gráfico).
Mas
indigentes
El salto de la pobreza fue acompañado por un aumento
importante, aunque no equivalente, de la indigencia, definida como
una canasta básica de alimentos valuada en 65 pesos por adulto
del hogar. En la última medición, el 7,8 por ciento
de la población del área metropolitana era considerada
indigente, es decir, poco más de 930 mil personas en la región
ni siquiera lograban consumir un dieta alimentaria mínima
en calorías. En octubre, la proporción era del 7,1
por ciento, lo que significaba 842 mil personas. Deotro modo: entre
octubre y mayo, unas 90 mil personas pasaron a las filas de los
indigentes.
Los niveles de indigencia actuales para el Gran Buenos Aires también
son máximos para la última década, más
que duplican los de mediados de los 90, y sólo son
superados por los registros de los meses de híper.
Causas
Sin embargo, es evidente que la indigencia no siguió
en la última medición un recorrido tan explosivo como
el de la pobreza. Según los técnicos del Indec, los
motivos son los siguientes:
- Un aumento tan espectacular de la pobreza se explica porque hay
una gran franja de la población de clase media baja,
que sobrevive con un ingreso familiar que ronda los 600 pesos mensuales.
Es decir, están apenas por encima de la línea de pobreza,
y cualquier recorte en los ingresos del núcleo familiar los
transforma en pobres para la estadística oficial.
- Justamente, en el último año, antes que una pérdida
neta de puestos de trabajo, lo que se evidenció fue una pronunciada
caída de los ingresos, a la que no escapó la clase
media baja. El ajuste de las remuneraciones estuvo forzado por la
recesión, en un contexto de alta desocupación. Pero
también por el derrumbe del mercado interno, acentuado a
comienzos de este año, el impuestazo primero y los anuncios
de nuevos ajustes por el lado del gasto público, después.
- Así, buena parte del ejército de pauperizados que
hacía equilibrio sobre la línea, se precipitó
en el primer semestre de la administración aliancista. Para
colmo, este sector no suele ser asistido por alguno de los programas
asistenciales del Gobierno nacional o de la provincia de Buenos
Aires.
- En cambio, para el segmento de ingresos más bajo, hay aunque
insuficiente una red de protección social tendida por
planes sociales y de empleo, como el Trabajar. Un subsidio del Trabajar
hoy de unos 160 pesos mensuales alcanza para sacar a
la familia en cuestión de la pobreza, pero no de la indigencia.
Por eso, no es casual que el aumento en el número de indigentes
alrededor de 90 mil se acerque a la cantidad de planes
Trabajar que fueron dados de baja en el período.
- Esta tendencia queda confirmada si se tiene en cuenta que en octubre
la indigencia había caído en relación a mayo
del año pasado, pese a que la recesión golpeaba y
la pobreza crecía. No casualmente, en octubre, mes de las
elecciones, la distribución de subsidios Trabajar, guiada
por el clientelismo político, alcanzó un record.
Mirando hacia adelante, Luis Beccaria, ex director del Indec y uno
de los economistas que más estudió en la Argentina
los fenómenos de concentración del ingreso y pobreza,
no alienta demasiadas expectativas (ver aparte). Considerando las
actuales condiciones del mercado laboral argentino, cree que, aun
con la economía creciendo por arriba del 4 por ciento en
los próximos cuatro años, los niveles de pobreza en
Capital y Gran Buenos Aires no bajarían del 22 al 24 por
ciento de la población, es decir, el doble de los registros
de la década del 80 y todavía muy por encima
de los primeros años de la Convertibilidad. Para octubre,
en tanto, cuando el Indec vuelva a relevar la encuesta permanente
de hogares, no habría que esperar una mejora. Y, tal vez,
De la Rúa deberá soportar el segundo aumento consecuente
de la pobreza durante su gestión.
Luis
Beccaria ex director del INDEC
Un
tema que llevará años resolver
El problema del aumento de la pobreza responde
fundamentalmente a la caída de los ingresos. Después
de la medición de la última EPH, en mayo, los ingresos
siguieron cayendo, así que no hay motivos parar esperar que
la situación mejore en la próxima medición
(octubre). Por otro lado, en un contexto de niveles de desocupación
y subocupación tan altos no se pueden esperar mejoras en
los salarios ingresos para los próximos años. A esto
se le suma una posición negociadora cada vez más débil
por parte de los sindicatos.
Volver a niveles de pobreza del 15 o 16 por ciento, como los
del 94, va a llevar muchos años. El 31 por ciento que
habría registrado la última encuesta en el Gran Buenos
Aires es demasiado alto para ser considerado estructural. Pero aun
creciendo a tasas superiores al 4 por ciento por los próximos
cuatro años, la pobreza no debería bajar del 22 al
24 por ciento, justamente por la debilidad en los ingresos mencionada
anteriormente.
Un
funcionario de Trabajo ve señales optimistas
La
radiografía de un mercado laboral en crisis
por
Daniel Kotzer*
La
Encuesta Permanente de Hogares del INdEC permite algunas interpretaciones
interesantes sobre lo que ha sucedido en el mayor aglomerado urbano
del país, el Gran Buenos Aires. Se realizó un análisis
de panel para ver quiénes son los desocupados a mayo de 2000,
unas 860.000 personas. Y allí se observa que una cuarta parte
de los mismos (el 24,8%) son individuos que eran inactivos en la
medición de octubre de 1999. Esto implica que no buscaban
trabajo en octubre de 1999 y sí lo hicieron en mayo de 2000.
De estas personas, el 68% son mujeres y un 17,2% jefes de hogar.
Un tercio de los desempleados de mayo pasado lo eran también
en octubre. Son básicamente hombres, y dos tercios de los
mismos no son jefes de hogar. El jefe de hogar debe buscar trabajo
bajo cualquier circunstancia, por lo que es difícil que permanezca
desempleado las dos ondas. Casi la mitad de los inactivos (46,1%),
son menores de 24 años, esto es, jóvenes que se incorporan
por primera vez al mercado de trabajo. Paradójicamente pertenecen
a deciles de ingresos mayores que en el caso de los que permanecieron
desocupados las dos ondas, o que perdieron su empleo entre octubre
y mayo de 2000. Esto hace pensar en hogares que han visto reducidos
sus ingresos o que sienten una mayor vulnerabilidad o inseguridad
que les lleva a buscar una nueva fuente de ingresos para la familia.
Este dato coincide con el hecho de que los ingresos de los asalariados
ocupados en el GBA cayó un 1,5% en promedio. Los sectores
más golpeados fueron la industria manufacturera y la construcción.
Sin duda, mayo de 2000 fue el mes de la mayor caída en el
proceso de recesión que viene desde setiembre de 1998. Pero
la última encuesta de indicadores laborales muestra que aumentó
la cantidad de empresas con altas en el segundo trimestre del año.
En mayo el 23,1% de las empresas tuvieron altas, pasando este número
al 23,8% en junio y el 25,2% en julio, lo cual muestra que crece
la tendenciaen general para el Gran Buenos Aires.
Requeridas las empresas sobre los motivos de las altas, en mayo
el 17,6% respondieron que por motivos de incremento de la demanda,
el 19,3% lo hicieron en junio, y el 22,6% en julio. Este es un dato
alentador sobre el incremento en la demanda general de las empresas,
que las lleva a aumentar su dotación de personal.
Mayo fue un punto de inflexión en esta tendencia, presentando
en todos los casos los valores más bajos. El principal aumento
en el rubro de incremento de la demanda se percibe en las empresas
de tamaño mediano, que pasan del 14,3% de junio al 21,2%
en julio, manteniéndose más o menos constantes las
pequeñas (del 21,2% al 23,3%) y las grandes del 23,9% al
24,2%. Las empresas pequeñas habían saltado ya en
junio que creció al 21,2% en ese mes desde el 13,2% de mayo.
Ese mes fue un punto de inflexión en esta tendencia, presentando
en todos los casos los valores más bajos. Es de esperarse
que la tendencia ascendente continúe en el aglomerado del
Gran Buenos Aires, durante los próximos meses.
*
Coordinador de Estudios y Formulación de Políticas
de Empleo. Secretaría de Empleo. Ministerio de Trabajo.
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