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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
17 SEPTIEMBRE 2000








 E-CASH 
 DE LECTORES


TABU I

En respuesta a la incredulidad expresada por el lector Mario D. La Gatto, en Cash del domingo 10 de setiembre pasado, por la prolongación de la “no devaluación”, tengo mi opinión particular. Creo que ningún economista bienintencionado rebatiría los argumentos por él descriptos. Personalmente creo que todo esto fue concebido para matar a la industria argentina, fuente de bienestar de nuestra población. No descarto que la hiperinflación haya sido el primer paso. No soy experto en el tema, lo cual no quita que aplique el sentido común, previendo cuál sería el resultado de la política desde su comienzo. Hoy estoy comprobando, lamentablemente, que no estaba equivocado. A los resultados me remito. Tampoco soy experto en criminología, pero no puedo dejar de hacer un paralelo con una situación imaginaria: si ante innumerables testigos, alguien de un equipo de expertos neurólogos cargara un arma de fuego, apoyara el caño en la cabeza de una persona medianamente sana, le quitara el seguro y tirara del gatillo, disparando, ¿quedaría alguna duda de su intención de asesinato? Ni siquiera, si los mismos médicos lo internaran en una dudosa sala de terapia intensiva. Mucho menos si los mismos testigos estuvieran presenciando nuevos disparos con la misma arma. Eso sí; los nuevos disparos van intercalados de dosis de aspirinas y acompañados de discursos geniales como “Hemos implementado todos los recursos a nuestro alcance, para la recuperación de este paciente”. Cientos de economistas me cuestionarán y me explicarán que Mario, yo y otros tantos estamos equivocados, pero no somos obstinados, y a lo único que nos remitimos es a las pruebas.

Zohrab Sagiryan
CI: 5.692.202

TABU II

Profunda alegría me causó leer la carta del Sr. La Gatto desde Brasil en el E-Cash del domingo 10 de setiembre pasado. Allí trata de desmitificar el tema tabú de los economistas de moda: la devaluación. Eso me decidió a escribir mi parecer que, desde hace mucho, vengo mascullando. Creo que en la Argentina no se puede hablar de devaluación simplemente porque eso entraría en conflicto con los capitales extranjeros que han sido invertidos, sobre todo en la compra de las empresas privatizadas. Subir el valor de las importaciones implicaría una menor tasa de rentabilidad para este tipo de empresas que, como se leyera en este suplemento, compran gran volumen de sus insumos en sus países de origen. Sus secuaces (léase economistas de moda o políticos lábiles) les siguen el juego, quedando la discusión relegada a un sector de supuestos delirantes que “pretenden enterrar al país en una profunda crisis”. Pareciera ser que todos los países del mundo excepto Argentina han caído bajo los efectos de la psicosis y han acudido a ajustar sus monedas acorde a sus respectivas variables. Digámoslo claro: al cambio fijo lo están soportando las clases bajas y medias del país mediante reducciones salariales y desocupación. Recurro al reportaje de este mismo suplemento del día 10 de setiembre a Sebastián Edwards, ex economista-jefe del Banco Mundial. Allí él sentencia: “... con un sistema de cambio fijo, la única forma de bajar la desocupación es con más flexibilización laboral y salarial”. Por último: propongo a los lectores que dejen fluir sin miedo sus opiniones acerca de este tema, para crear un reservorio de opinión que combata la chatura y la complicidad de los gurúes de turno.

Horacio I. Cohen
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