FMI-BM
Tomás Raichmann, encargado del caso argentino
dentro del FMI, se animó a decir lo que todos percibíamos:
las recetas implantadas por el FMI y el BM han fracasado. Raichmann
se siente frustrado por ello. Confesión honesta sin duda.
Pero los perjuicios producidos a nuestro país por la aplicación
de esas recetas implicaron la privatización de toda las
empresas estatales, la destrucción de la industria nacional,
un enorme descenso del nivel de vida, mandar a la cola de los
desocupados a 4.000.000 de personas y haber destruido los sistema
de seguridad social. Explicar la falta de resultados por un estado
de psicología social huele a no tener la más pálida
idea de qué hacer para revertir la situación. La
política aplicada por el FMI con medidas que promueven
el empobrecimiento de la sociedad argentina ha transferido la
riqueza a cada vez menos manos. Aquí tenemos el resultado
de políticas fiscales y monetarias orientadas a beneficiar
a grandes grupos financieros y de servicios, en detrimento de
la producción y la capacidad de consumo de la población.
Ninguna política que se implementa perjudicando a las grandes
mayorías puede conducir al éxito. Esas políticas
mal llamadas capitalistas en realidad son la negación
misma del capitalismo, ya que son contrarias a usar la capacidad
creativa del individuo para generar riqueza en base a una mayor
producción de bienes y servicios. Las manifestaciones y
declaraciones de los activistas repudiaron esas políticas.
El FMI y el BM han negociado la mayor parte de los últimos
30 años con funcionarios corruptos que facilitaron la generación
de una enorme e ilícita deuda externa y la venta de todos
los activos nacionales sin contrapartida o beneficio alguno para
la sociedad. A nuestros políticos y economistas, que como
Raichman nos bombardearon de explicaciones, estadísticas
y gráficos, hoy les deberíamos exigir que nos expliquen
dónde está el dinero de los argentinos, de lo que
vendimos y de lo que generó la deuda externa. Gracias por
este paraíso a la dupla FMI-BM y a los corruptos nacionales.
Horacio Orihuela
[email protected]
General Roca - Río Negro
Devaluacion
En los últimos números de E-Cash varios lectores
plantearon la necesidad de salir del tipo de cambio fijo que tiene
la Argentina desde 1991, como si ésta fuera la raíz
de todos los males. Esto es falso. No hay ningún consenso
sobre cuál es el sistema cambiario más adecuado,
simplemente porque ningún sistema es el mejor en todos
los casos. Esto no es un gran problema: aun economistas favorables
a la flexibilidad cambiaria como Paul Krugman admiten que el tema
fundamental es que la política cambiaria sea creíble.
Esto quiere decir que lo más importante no es el tipo de
cambio sino las políticas monetarias y fiscales que están
detrás. Si ellas no son consistentes, se va a ir al fracaso,
con tipo de cambio fijo o flexible. Como la Argentina tiene déficit
fiscal desde que se tenga memoria, si el BCRA pudiera emitir moneda
libremente (que es lo que prohíbe la Convertibilidad),
nadie creería que no se va a financiar el déficit
con emisión. Resultado: inflación y devaluación.
Para poder salir de la Convertibilidad, la Argentina debe resolver
los problemas que hicieron que se tuviera que adoptar este sistema
en primer lugar: sanear al Estado y hacer al país más
productivo, no a través de la salida fácil de la
devaluación sino de forma genuina, incorporando tecnología
y creando un sistema económico que lleve al crecimiento
y no al estancamiento. Algunos creen que deberíamos hacer
una devaluación controlada. Eso es como decir
que una mujer está un poco embarazada. Las
devaluaciones raramente pueden controlarse (caso Asia, México,
Brasil). Finalmente, admito que no entiendo por qué el
lector La Gatto dice que la devaluación va a aumentar la
recaudación y permitirá bajar las alícuotas.
Como la deuda argentina es mayoritariamente en dólares,
una devaluación aumentaría los pagos que debe hacer
el Estado. Adivinen cómo se haría para resolver
esto: más impuestos.
Pablo Ducros
[email protected]