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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
08 OCTUBRE 2000








 E-CASH 
 DE LECTORES


FMI-BM

Tomás Raichmann, encargado del “caso argentino” dentro del FMI, se animó a decir lo que todos percibíamos: las recetas implantadas por el FMI y el BM han fracasado. Raichmann se siente frustrado por ello. Confesión honesta sin duda. Pero los perjuicios producidos a nuestro país por la aplicación de esas recetas implicaron la privatización de toda las empresas estatales, la destrucción de la industria nacional, un enorme descenso del nivel de vida, mandar a la cola de los desocupados a 4.000.000 de personas y haber destruido los sistema de seguridad social. Explicar la falta de resultados por un estado de psicología social huele a no tener la más pálida idea de qué hacer para revertir la situación. La política aplicada por el FMI con medidas que promueven el empobrecimiento de la sociedad argentina ha transferido la riqueza a cada vez menos manos. Aquí tenemos el resultado de políticas fiscales y monetarias orientadas a beneficiar a grandes grupos financieros y de servicios, en detrimento de la producción y la capacidad de consumo de la población. Ninguna política que se implementa perjudicando a las grandes mayorías puede conducir al éxito. Esas políticas mal llamadas “capitalistas” en realidad son la negación misma del capitalismo, ya que son contrarias a usar la capacidad creativa del individuo para generar riqueza en base a una mayor producción de bienes y servicios. Las manifestaciones y declaraciones de los activistas repudiaron esas políticas. El FMI y el BM han negociado la mayor parte de los últimos 30 años con funcionarios corruptos que facilitaron la generación de una enorme e ilícita deuda externa y la venta de todos los activos nacionales sin contrapartida o beneficio alguno para la sociedad. A nuestros políticos y economistas, que como Raichman nos bombardearon de explicaciones, estadísticas y gráficos, hoy les deberíamos exigir que nos expliquen dónde está el dinero de los argentinos, de lo que vendimos y de lo que generó la deuda externa. Gracias por este paraíso a la dupla FMI-BM y a los corruptos nacionales.

Horacio Orihuela
[email protected]
General Roca - Río Negro


Devaluacion

En los últimos números de E-Cash varios lectores plantearon la necesidad de salir del tipo de cambio fijo que tiene la Argentina desde 1991, como si ésta fuera la raíz de todos los males. Esto es falso. No hay ningún consenso sobre cuál es el sistema cambiario más adecuado, simplemente porque ningún sistema es el mejor en todos los casos. Esto no es un gran problema: aun economistas favorables a la flexibilidad cambiaria como Paul Krugman admiten que el tema fundamental es que la política cambiaria sea creíble. Esto quiere decir que lo más importante no es el tipo de cambio sino las políticas monetarias y fiscales que están detrás. Si ellas no son consistentes, se va a ir al fracaso, con tipo de cambio fijo o flexible. Como la Argentina tiene déficit fiscal desde que se tenga memoria, si el BCRA pudiera emitir moneda libremente (que es lo que prohíbe la Convertibilidad), nadie creería que no se va a financiar el déficit con emisión. Resultado: inflación y devaluación. Para poder salir de la Convertibilidad, la Argentina debe resolver los problemas que hicieron que se tuviera que adoptar este sistema en primer lugar: sanear al Estado y hacer al país más productivo, no a través de la salida fácil de la devaluación sino de forma genuina, incorporando tecnología y creando un sistema económico que lleve al crecimiento y no al estancamiento. Algunos creen que deberíamos hacer una devaluación “controlada”. Eso es como decir que una mujer está “un poco embarazada”. Las devaluaciones raramente pueden controlarse (caso Asia, México, Brasil). Finalmente, admito que no entiendo por qué el lector La Gatto dice que la devaluación va a aumentar la recaudación y permitirá bajar las alícuotas. Como la deuda argentina es mayoritariamente en dólares, una devaluación aumentaría los pagos que debe hacer el Estado. Adivinen cómo se haría para resolver esto: más impuestos.

Pablo Ducros
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