Elvis
y los camellos
Los
préstamos se hicieron por motivos bastardos, en el contexto
de la Guerra Fría, cuando era políticamente correcto
ganarse a dictadores que se aprovecharon de aquel dinero fácil.
Esos personajes ya han desaparecido, pero sus súbditos, que
les sufrieron, ahora tienen que pagar su deuda.
¿Cómo reaccionaban?
Los que tienen cargos políticos saben que la condonación
de la deuda es aceptable para los votantes, pero se escudan en que
el mercado financiero no lo puede tolerar, que es la mayor herejía
y que crearía un mal precedente. Entonces, pregunté
quién era el magnate más influyente, el personaje
capaz de dar el OK. Mis palabras exactas: ¿Quién
es Elvis en el mundo del dinero?
El irlandés Bono, líder de la banda de rock U2, hizo
esa pregunta a políticos importantes, como Bill Clinton y
Tony Blair, en su cruzada por la condonación de la deuda
de los países del Tercer Mundo. En un atractivo reportaje
publicado en la revista dominical del diario El País de Madrid,
Bono reveló que le señalaron al octogenario Paul Volcker,
ex titular de la Reserva Federal (banca central de Estados Unidos),
como ese Elvis del poder financiero.
Un hombre mayor en una habitación casi en la
oscuridad. Le suelto mi rollo. Me interrumpe: ¿Qué
tal eres como pescador? Yo, desconcertado, sigo hablándole,
totalmente descorazonado. Al final, me mira compasivamente. Asegura
que le han planteado ese mismo argumento cuatro o cinco veces a
lo largo de su vida... y que no cree en perdonar deudas.
Las necesidades de financiamiento de Argentina para afrontar el
vencimiento del capital de la deuda y para cubrir el déficit
fiscal previsto en el 2001 asciende a unos 19.000 millones de dólares.
Más de 11.000 millones de intereses de esa deuda están
previstos para su pago en el Presupuesto que está discutiendo
el Gobierno con la oposición. Por esa porción no están
muy nerviosos los acreedores, puesto que los políticos discuten
el Presupuesto sin que ninguno se anime a cuestionar ese rubro que
se lleva el 23 por ciento de los recursos. Debate que tampoco inquieta
a los dueños del dinero, debido a que la forma de obtener
esos ingresos (o sea, con impuestos) para pagar los servicios de
la deuda no es motivo de discusión entre los legisladores.
Que los ricos gocen del paraíso fiscal que brinda la estructura
tributaria en Argentina no resulta relevante para los legisladores.
Estos están preocupados por la reasignación de partidas
equivalentes al 1 por ciento del Presupuesto, como el Fondo del
Tabaco, subsidio al gas patagónico, importantes cuestiones
pero no menos que el peso de la deuda.
La ansiedad de los acreedores, así dadas las cosas, se dirige
a la capacidad del país para poder refinanciar el vencimiento
del capital de la deuda y el agujero de las cuentas públicas.
Ese temor es el que se refleja en el mercado financiero, con idas
y vueltas infartantes de las cotizaciones, repunte de la tasa de
riesgo país y evaluación negativa de las perspectivas
de la economía por parte de la calificadora Standard &
Poors. El regreso de Domingo Cavallo se entiende, precisamente,
por ese miedo. Quien fuera uno de los arquitectos de la estatización
de la deuda en los 80, de instrumentar el Plan Brady para
Argentina y de la capitalización de deuda para comprar empresas
estatales en los 90 es el mejor garante para los acreedores.
Con esos antecedentes y sabiendo que es la city la que lo quiere
en el Ministerio de Economía, resulta absurdo mencionar a
Cavallo como un neodesarrollista, categoría con la que el
ex ministro de Carlos Menem busca lavar su pasado.
Ustedes son como los camellos, que introducen gratis
a incautos en la heroína y, cuando ya son adictos, les quitan
el suministro y encima les recriminan que aceptan el regalo
contó Bono, en el citado reportaje, que les dijo a
los líderes políticos mundiales en su campaña
por la condonación de la deuda.
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