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DESECONOMIAS |
por
Julio Nudler
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Un INdEC descarnado
Así
como hubo tiempos en que el INdEC elaboraba un índice minorista
descarnado para erradicar la distorsiva influencia
del encarecimiento de la carne sobre el costo de vida, en Estados
Unidos se llegó aún más lejos durante los
inflacionarios 70. Tras el primer shock petrolero, el entonces
presidente de la Reserva Federal, Arthur Burns, ordenó
a sus economistas excluir la energía del índice
de precios al consumidor. Y cuando vio que también los
alimentos subían más de la cuenta, mandó
asimismo suprimirlos del indicador. Después eliminó
las joyas y hasta las casas rodantes, hasta que el índice
vio reducida su canasta de bienes a menos de la mitad. Con este
ardid, Burns posponía el momento de enfriar la economía
subiendo las tasas.
Del propio Alan Greenspan se viene sospechando cierta manipulación,
porque de pronto manifestó preferir el índice de
consumo personal (ICP) al normal índice de precios al consumidor
(IPC). En aquel, que sube menos, las ponderaciones cambian cada
año para tomar en cuenta la sustitución de los productos
más encarecidos por otros más baratos, mientras
que el IPC parece sobreestimar la inflación al no reflejar
debidamente estos reemplazos. A Greenspan no parecen preocuparle
las sospechas de que en ese ejercicio de desechar los productos
más encarecidos, el consumidor deteriora la calidad de
su canasta. Prefiere que los números le confirmen que el
soft landing de la economía mantiene a raya la inflación.
La novedad en esta Argentina deflacionaria no es que se haya manipulado
un índice, sino que el heredado Héctor Montero se
fue del INdEC y que en su lugar fue nombrado Osvaldo Kacef, hasta
ahora subsecretario de Programación. Como se recordará,
Montero había llegado al cargo tras la renuncia de Héctor
Valle cuando el Instituto pasó a depender de Programación,
y por tanto del ministro de Economía. A Valle no le gustó
ese cambio de esfera porque implicaba un eventual riesgo para
la independencia del organismo. La pregunta es si deberá
reconocerse algún día que sus temores eran fundados.
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