Diccionario
de la crisis
Por
Maximiliano Montenegro
Podría
llamarse el Pequeño Machinea Ilustrado. Pero
más que un direccionario es un compendio del vocabulario
de la crisis, porque, para entenderlo, es mejor no ordenarlo
alfabéticamente. Se destacan los términos que por
estos días plagan las páginas de los diarios, ya sea
en boca de funcionarios, políticos y opinadores económicos.
En cambio, tal vez para no afectar las señales al mercado
(ver definición más adelante), excluye términos
en desuso: deuda social, desigualdad, pobreza, marginación.
Sin embargo, en un esfuerzo de producción, Cash los incluye
en los destacados de la página 3 (ver aparte).
Deuda
La deuda
del gobierno argentino asciende hoy a 140.000 millones de dólares.
En 1991 era de 70.000 millones. Así, pese a que el Estado
vendió casi todas las empresas públicas, la deuda
se duplicó en los últimos nueve años. Semejante
incremento se debe a que ni Domingo Cavallo ni Roque Fernández
pudieron domar el déficit fiscal, una parte del cual se explica
por la carga de los propios intereses de la deuda, que se financió
entonces con más endeudamiento.
El ex presidente radical Raúl Alfonsín dijo qué
lindo que sería poder no pagar la deuda por dos años.
El actual ministro de Economía de la Alianza, el economista
radical José Luis Machinea, le contestó que esas declaraciones
hacen mucho daño. El actual presidente, el radical
Fernando de la Rúa, le contestó que hay temas
que es mejor ni hablar.
Este compendio sirve, justamente, para que aquellos que no se atrevían
a hablar de la deuda, más allá de las charlas de café,
cuenten con las herramientas básicas para poder hacerlo con
quien y donde les plazca.
Acreedores
A diferencia
de la década de los 80, cuando los acreedores eran un selecto
grupo de grandes bancos comerciales (Citibank, Chase, etc.), hoy
los acreedores están dispersos en los más diversos
rincones del mundo.
El método del endeudamiento público desde los noventa
es muy distinto de ir a un banco, llenar un formulario y pedir un
crédito. Por ejemplo, si el Gobierno necesita 1000 millones
de dólares, emite un bono o título por ese monto.
Si lo hace en el exterior, es seguro que le encomendará a
un banco de inversión extranjero (Merryl Lynch,
JP Morgan, Goldman Sachs, etc.) que haga de intermediario y que
venda ese bono a sus clientes.
Los clientes de estos bancos son desde magnates famosos (como George
Soros) hasta especuladores financieros y fondos de inversión,
que administran ahorro previsional (de las viudas de Witchita o
los jubilados de Escocia), seguros de vida, o los ahorros de gente
rica en todo el mundo. El negocio de intermediación de los
bancos de inversión mueve, sólo en términos
de comisiones administrativas que le cobran al Estado
argentino, más de 120 millones de dólares al año.
También hay acreedores locales. Porque el Gobierno también
les pide prestado, en dólares, a bancos locales y AFJP. Por
ejemplo, el 50 por ciento de los fondos de las AFJP está
invertido en préstamos al Estado: son 9600 millones
de dólares en títulos públicos.
Clave: luego, esos inversores individuales, fondos
de inversión y/o bancos compran o venden entre sí
esos títulos o bonos de deuda argentina según
les convenga.
Vencimientos
Como ocurre
con cualquier crédito, todos los años el Gobierno
tiene que pagar capital e intereses de la deuda.
En el 2001, Argentina tiene que hacer frente a vencimientos de:
- Capital por U$S 15.000 millones.
- Intereses por U$S 11.500 millones.
- En total: U$S 26.500 millones.
Clave: dicha cifra es más de la mitad de todo el Presupuesto
anual del Gobierno. Tres ejemplos más:
- Todos los planes sociales (alimentarios, de empleo, salud, educativos)
focalizados en los sectores más pobres que distribuye la
Nación representan apenas el 10,5 por ciento de ese monto.
- Todo el presupuesto educativo de la Nación significa sólo
el 11,3 por ciento de esa cifra.
- Los gobernadores del justicialismo le reclaman al presidente De
la Rúa 225 millones de pesos extra para prevenir estallidos
sociales en el interior: es el 0,8 por ciento de lo que hay que
pagar el año que viene para cumplir con la deuda.
Interés
y capital
En realidad,
el capital de la deuda es literalmente impagable. No
porque lo diga Alfonsín, sino porque los recursos del Estado
sólo alcanzan a pagar una parte de los intereses.
Más precisamente, de los 26.500 millones de dólares
en vencimientos de capital e intereses, el Estado sólo podrá
abonar el año próximo unos 5000 millones en concepto
de intereses. El resto (15 mil millones de capital y 6500 millones
de intereses) se patea en el tiempo, se refinancia,
con nuevos préstamos.
Clave: de ahí que el año próximo el Gobierno
tenga que pedir prestado a los mercados (bancos de inversión,
sus clientes, AFJP) 21.500 millones de dólares para cumplir
con los vencimientos de la deuda.
Cesación
de pagos
Si se
incumpliera uno solo de esos vencimientos, el país sería
declarado en cesación de pagos (Default, en la
jerga financiera). Mejor dicho: si el Gobierno no consiguiera quien
le preste para refinanciar las cuotas de la deuda, sería
declarado en quiebra.
Esto es lo que le ocurrió a México en el 82,
México en el 95, Tailandia en el 97 (desatando
la crisis del sudeste asiático) y Rusia en el 98.
Clave: lo que desvela a Machinea es que Argentina se pueda convertir
en el próximo en esa selecta lista. Semejante situación
significaría que, por bastante tiempo, nadie volvería
a prestarle al país. Además, seguramente, habría
fuga masiva de capitales y al Gobierno le resultaría muy
difícil mantener la Convertibilidad.
Riesgo
país
Básico:
mide cuánto más caro es el crédito para el
gobierno argentino en relación con el gobierno norteamericano.
Así, por ejemplo, la semana pasada el riesgo argentino
cerró a 8,25 puntos porcentuales: ésta es la tasa
de interés extra que debe pagar el Estado argentino sobre
la que paga el Tesoro norteamericano.
Avanzado: los inversores están conectados a nivel internacional
y pueden seguir las cotizaciones (el precio) de los títulos
argentinos a través de las pantallas de Bloomberg, una de
las principales agencias de noticias financieras. Como toda deuda,
los acreedores (tenedores) perciben un interés, mientras
que pueden cobrar el capital a su vencimiento.
El precio de los títulos se relaciona inversamente con la
tasa de interés que pagan. El motivo es simple: si todo el
mundo empieza a vender los títulos de la deuda argentina
que tenía en cartera por ejemplo, por temor a quedárselos
y que nadie los pague, o porque hay inversiones más seguras
o atractivas, entonces su cotización disminuirá.
Y el Gobierno tendrá que pagar una mayor tasa de interés
para hacer más atractiva la inversión.
Por eso, cuando caen las cotizaciones de los títulos argentinos
en Wall Street aumenta el riesgo país o, lo que es lo mismo,
la tasa de interés que paga el Gobierno.
Clave: si la tasa de interés que enfrenta el Gobierno aumenta,
mayor será el déficit fiscal después del pago
de intereses. Y esto, a su vez, puede desatar un círculo
vicioso: porque los inversores dudarán de la capacidad del
Gobierno para devolver el dinero y le exigirán una tasa de
interés todavía mayor para financiarlo. Pero además,
esa tasa de interés les fija un piso a las tasas del sector
privado, tanto de empresas como de particulares. Así, una
suba de las tasas retrae el consumo y la inversión y profundiza
la recesión (ver golpe de mercado).
Calificadora
de riesgo
Se encarga
de evaluar la capacidad del Gobierno de pagar o refinanciar la deuda.
Hay tres principales: Standard & Poors, Moodys y
Dulff & Phelps. Es como un informe Veraz a nivel
internacional. Pero en vez de relevar cosas tales como cheques rechazados
o cierres de cuentas, se fija en indicadores tales como:
a) Déficit fiscal (ingresos menos gastos): como el deudor
es el Estado, desde el lado de los acreedores, cuanto más
ajuste se haga, aumentando impuestos o recortando gastos, mejor.
Porque así habrá más fondos disponibles para
pagar los intereses de la deuda.
Ej.: el Gobierno negocia con las provincias un congelamiento del
gasto público primero (es decir, gastos operativos) por los
próximos cinco años. Así, todo aumento futuro
de la recaudación iría a financiar una porción
mayor de intereses de la deuda.
b) Crecimiento: de esto depende la marcha de la recaudación.
A mayor crecimiento, mayores ingresos impositivos y, en consecuencia,
más recursos para cumplir con la deuda.
c) Exportaciones: como el Gobierno tiene que pagar intereses de
la deuda en dólares y recauda sus ingresos en pesos, necesita
que haya en el país las divisas necesarias. En Chile, buena
parte de las exportaciones (las de cobre) son propiedad del Estado,
con lo cual los dólares ingresan directamente al fisco. En
Argentina, en cambio, las exportaciones las realizan íntegramente
empresarios privados. Pero, igualmente, el Estado necesita que haya
dólares en poder de residentes en Argentina, para cambiar
sus pesos, porque en el exterior nadie le aceptaría trocar
pesos por dólares.
El examen de las calificadores de riesgo también incluye
un componente de riesgo político. Supuestamente,
evalúan la disposición y capacidad del Gobierno para
imponer o consensuar políticas que aseguren el cumplimiento
de la deuda: es decir, políticas de ajuste fiscal.
Las calificadoras le ponen un nota al Gobierno (a la deuda o títulos
que emite). Esa nota es tenida en cuenta por los inversores extranjeros,
que en muchos casos ni siquiera conocen quién es el presidente
argentino a la hora de comprar esos bonos (es decir, dar crédito
al Gobierno).
Según la nota de las principales calificadoras, Argentina
revista en una categoría que sólo es apta para inversores
especulativos, es decir, para gente amante de las ganancias
rápidas, aunque signifique asumir másriesgo. En un
nivel similar están los gobiernos de países como Perú,
Venezuela y Brasil.
Por el contrario, Argentina está lejos del grado de
inversión (investment grade), una categoría
que abre el mercado de los fondos de pensión americanos,
que sólo están autorizados a operar con títulos
de deuda en los que casi no hay riesgo de cesación de pagos.
En esta categoría están Chile y México.
Clave: cuanto peor es la nota de la calificadora, más alto
será el riesgo país y, en consecuencia, mayor la tasa
de interés que deberá pagar el Gobierno para endeudarse.
Golpe
de mercado
Hace diez
días, Machinea pidió prestado a los principales bancos
extranjeros que operan en Argentina (los llamados creadores
de mercado) 1100 millones de dólares. Lo hizo porque
por otra ventanilla tenía vencimientos de la deuda por ese
monto y necesita el dinero para refinanciarlos. Le cobraron una
tasa de interés exorbitante: 16 por ciento anual, en dólares,
por el plazo de un año. En el exterior, en tanto, el riesgo
argentino superó esa semana el techo de los 10 puntos porcentuales
(más de lo que paga el Tesoro norteamericano).
Semejante histeria fue justificada en el discurso oficial con el
argumento de que los mercados desconfiaban que el Gobierno
pudiera honrar la deuda. Y se identificó como
principal causa de tal temor el ruido político
que provocaban la crisis de la Alianza, tras la renuncia de Chacho
Alvarez, y los divagues de Alfonsín, mientras almorzaba con
Mirtha Legrand.
Lo cierto es que los propios analistas-jefe de los bancos de inversión
internacionales, la mayoría yuppies argentinos
radicados en Nueva York, venían trasmitiendo a sus clientes
ya sea en conferencias telefónicas o reportes escritos
una visión crítica de la Argentina. No sólo
en lo político sino también en lo económico:
por la prolongación de la recesión. Luego, a manera
de profecía autocumplida, la situación empeoró.
Clave:con tasas de interés tan altas, no hay cuenta fiscal
que cierre. De mantenerse, elevarían la carga anual de intereses
de la deuda en 2300 millones de dólares, adicionales a los
vencimientos por 11.500 millones previstos para el año próximo.
Para tener una idea de la magnitud de esa cifra: el recorte salarial
en el sector público reporta un ahorro anual de sólo
600 millones de pesos.
Además, las tasas de interés para el sector privado
se dispararían. Si un banco le puede prestar al Gobierno
a una tasa en dólares del 16 por ciento, por el plazo de
un año, ¿por qué otorgar créditos aunque
sean hipotecarios a una tasa menor a un plazo de 15 años?
En la semana pico de la crisis, las tasas para los descubiertos
de las cuentas corrientes, en tanto, treparon al 60 por ciento anual.
Con semejante costo del crédito, no hay economía,
con deflación (caída de precios), que pueda funcionar
por mucho tiempo sin colapsar. La secuencia es conocida: aumento
de la morosidad en la cartera de los bancos, quiebre en la cadena
de pagos comerciales y efecto dominó entre las empresas.
Señales
al mercado
Es lo
que trata de despachar José Luis Machinea desde que llegó
al Ministerio de Economía el 10 de diciembre. En su visión,
confianza es la palabra clave. Hay que despertar
confianza en los mercados, es su frase de cabecera. Todas
las medidas apuntaban a ese objetivo: primero, el impuestazo; después,
el recorte salarial; luego, un paquete pro inversiones; y ahora
el ajustazo de las jubilaciones y el congelamiento del gasto público
por cinco años. Al principio, el argumento era que, dando
señales al mercado con el ajuste fiscal, bajaría
el riesgo país, lo cual disminuiría la tasa de interés
y promoverían un boom de capitales e inversiones hacia Argentina.
Ahora, el argumento también se ajustó, es más
austero: sin estas señales, Argentina se queda sin financiamiento
y peligra la estabilidad convertible.
La lógica de que era necesario cerrar el déficit fiscal
para crecer falló. El ajuste prolongó la recesión,
con lo cual la recaudación no aumentó y hubo que hacer
más ajuste para que las cuentas fiscales no se desbordaran.
Ahora, hay quienes dicen que la fórmula para ganar la
confianza de los mercados es justo al revés: primero
crecer y después achicar el déficit. El tema es cómo
crecer, cuando no hay recetas milagrosas.
Clave: en el Frepaso consideran que, de persistir la crisis, el
presidente De la Rúa seguirá dando señales
en línea con las condiciones del Fondo Monetario, para asegurarse
el aval de Washington frente a los mercados. Dicen que la nueva
vuelta de tuerca que reclamarían serían dos: el arancelamiento
de las universidades y la privatización del Banco Nación.
Blindaje/salvataje
Blindaje
es el término en el lenguaje oficial. Otros dicen que la
palabra salvataje se ajusta más a la realidad.
Sea como fuere, los más de 20.000 millones de dólares
en préstamos que negocia el Gobierno con el FMI, el Banco
Mundial, el BID y bancos privados tiene una única finalidad:
asegurarles a los acreedores que se podrán pagar
los vencimientos por 21.500 millones dólares que el Gobierno
debe refinanciar el año próximo. De otro modo: el
salvataje es para los que invirtieron (especularon)
prestándole al Estado argentino a tasas jugosas. Así,
con la garantía, en la fecha indicada podrán pasar
por ventanilla a cobrar, la jugada les saldrá doblemente
ganadora.
Clave: el Gobierno apuesta a que este premio aleje el fantasma de
la cesación de pagos. Y, por lo tanto, aliente a otros inversores
(especuladores) a comprar títulos de la deuda argentina.
Es decir, que haya más inversores dispuestos a financiar
al Gobierno. Así, la tasa de interés disminuiría,
cosa que ocurrió en la última semana. El problema
es que según los expertos la tasa (o, lo que
es lo mismo, el riesgo país) no perforaría el piso
que tenía hacia fines de setiembre: a lo sumo, 1 punto menos
que los niveles actuales. Entonces todavía no había
estallado la crisis política de las Alianza, pero el problema
era el mismo que ahora: cómo hacer para salir de la recesión
y bajar niveles record de desocupación y pobreza.
Convertibilidad
Machinea
la criticó duramente desde que la instauró Cavallo
en abril de 1991 hasta agosto del 94, cuando el ahora ministro
publicó un paper que sorprendió a todos: allí
decía que el gobierno de Menem había dado con el
camino correcto al adoptar la Convertibilidad y terminar con
la inflación. Eso le permitió posicionarse en el medio
político, en especial, frente al Frepaso de Chacho Alvarez,
que la defendió desde antes que el radicalismo.
Es un régimen superdependiente del ingreso de capitales,
y por lo tanto del endeudamiento externo. Del listado de países
que todavía la aplican en el mundo, sólo el caso de
la isla de Hong Kong, un centro financiero que dejó de ser
protectorado británico y hoy integra China, le puede resultar
familiar al lector. El resto son pequeñas ex colonias francesas,
británicas u holandesas, que no superan los 200 mil habitantes:
Djibouti (Africa Central), Santa Lucía, St. Kitts and Nevis,
Granada, Antigua y Barbuda y Brunei. Bosnia, después de la
guerra, y algunos países del este europeo la aplicaron con
diversa suerte.
Como definió un economista de la Alianza: Hoy, Argentina
es rehén de la Convertibilidad. Devaluar sería
un salto al vacío, dado que todo el mundo, incluido el Estado,
está endeudado en dólares.
Pero lo cierto es que la Convertibilidad deja al país en
una trampa. En un mundo en que los competidores comerciales devalúan,
el tipo de cambio fijo en 1 peso/1 dólar hace que los costos
en dólares en Argentina resulten demasiado elevados, ya sea
para competir con las importaciones o para exportar. Así,
salvo en los sectores con mercados cautivos como los de servicios
públicos o con ventajas naturales como en petróleo
los empresarios no encuentran rentabilidad para invertir y no hay
motor del crecimiento. Sin crecimiento, no hay cuenta fiscal que
cierre si se le carga el peso de los intereses de la deuda, y así
la rueda vuelve al principio: Machinea no sabe qué más
hacer para que los mercados no desconfíen.
|