Comparaciones odiosas
El
déficit fiscal previsto para este año alcanza al 3,4
por ciento del Producto Bruto. La deuda externa representa casi
la mitad del PBI. Las reservas internacionales en el Banco Central
suman 30.374 millones de dólares. Esas variables macroeconómicas
corresponden a Brasil. Para Argentina, esas mismas estadísticas
brindan el siguiente saldo: el desequilibrio fiscal será
del 2,3 por ciento en el revisado Presupuesto 2001, que prevé
un aumento del déficit; la relación deuda/PBI es también
del 50 por ciento; y las reservas totalizan unos 25.000 millones
de dólares, dando una cobertura amplia al circulante. Cuando
se observan esos datos claves para evaluar la mayor o menor solvencia
de una economía, es imposible evitar estas preguntas: ¿por
qué Argentina está tan mal vista por calificadoras
de riesgo e inversores? y ¿por qué Brasil recibe tantos
elogios de esas mismas evaluadoras? O Argentina no está en
riesgo de cesación de pagos o Brasil va camino de ingresar
en default. O el equipo de José Luis Machinea no necesita
desesperadamente el blindaje financiero de 14 mil millones de dólares
del FMI o el que lidera Pedro Malan hizo muy mal en rechazar esta
semana un desembolso del Fondo por 2100 millones de dólares.
Esa comparación, obviamente, es incompleta, pero no por eso
interesante para analizar las muchas veces irracional reacción
de los inversores. Y también para dejar en evidencia la fragilidad
estructural de la economía convertible argentina pese a registrar
indicadores macroeconómicos mejores que su vecino mayor.
Existen cuatro variables claves para entender por qué Argentina
está al borde del precipicio, mientras que Brasil goza de
la simpatía de los inversores.
1. El mercado local de financiamiento es muy reducido en Argentina,
lo que provoca una dependencia muy pronunciada de los inversores
internacionales para cubrir los vencimientos de la deuda. Esa subordinación
la deja en una posición muy vulnerable al inestable humor
de los operadores hacia los denominados países emergentes.
En Brasil, en cambio, más del 50 por ciento de sus colocaciones
la realiza en la plaza local.
2. Brasil recuperó una mayor flexibilidad en la posibilidad
de hacer política económica a partir de la devaluación
del real en enero de 1999. La Convertibilidad es un cepo.
3. Una variable que ha pasado a ser relevante para los dueños
del dinero caliente en la evaluación de la perspectiva de
un país es la tasa de crecimiento de la economía.
Argentina muestra estancamiento desde junio de 1998, con un escenario
recesivo que ya se extiende a 29 interminables meses. Brasil, en
cambio, está en línea a contabilizar un crecimiento
del 3,5 al 4,5 por ciento anual.
4. Pero todavía más importante que el cálculo
estimado de aumento del Producto resulta la tendencia que muestra
la economía en ese sentido. Y en Argentina la perspectiva
es bastante desalentadora: Machinea pretende generar un shock
de confianza diciendo que se crecerá el magro ¡2,5
por ciento! en el 2001. Por su parte, Brasil corre con una ventaja
que es la de hacer creer a los inversores que tiene un potencial
de crecimiento muy grande, promesa que todavía no ha cumplido,
pero que seduce desde años a quienes deciden dónde
colocar el dinero.
Con estos elementos adicionales, la comparación de estadísticas
macro ya no es tan linea. Más allá de esas variables
y del blindaje financiero que viene a apagar un incendio, la actual
crisis revela el agotamiento de un modelo que empecinadamente el
Gobierno insiste en aplicar, asesorados por los tradicionales economistas
de la city.
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