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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
03 DICIEMBRE 2000








 BUENA MONEDA
 por Alfredo Zaiat


Comparaciones odiosas

El déficit fiscal previsto para este año alcanza al 3,4 por ciento del Producto Bruto. La deuda externa representa casi la mitad del PBI. Las reservas internacionales en el Banco Central suman 30.374 millones de dólares. Esas variables macroeconómicas corresponden a Brasil. Para Argentina, esas mismas estadísticas brindan el siguiente saldo: el desequilibrio fiscal será del 2,3 por ciento en el revisado Presupuesto 2001, que prevé un aumento del déficit; la relación deuda/PBI es también del 50 por ciento; y las reservas totalizan unos 25.000 millones de dólares, dando una cobertura amplia al circulante. Cuando se observan esos datos claves para evaluar la mayor o menor solvencia de una economía, es imposible evitar estas preguntas: ¿por qué Argentina está tan mal vista por calificadoras de riesgo e inversores? y ¿por qué Brasil recibe tantos elogios de esas mismas evaluadoras? O Argentina no está en riesgo de cesación de pagos o Brasil va camino de ingresar en default. O el equipo de José Luis Machinea no necesita desesperadamente el blindaje financiero de 14 mil millones de dólares del FMI o el que lidera Pedro Malan hizo muy mal en rechazar esta semana un desembolso del Fondo por 2100 millones de dólares.
Esa comparación, obviamente, es incompleta, pero no por eso interesante para analizar las muchas veces irracional reacción de los inversores. Y también para dejar en evidencia la fragilidad estructural de la economía convertible argentina pese a registrar indicadores macroeconómicos mejores que su vecino mayor. Existen cuatro variables claves para entender por qué Argentina está al borde del precipicio, mientras que Brasil goza de la simpatía de los inversores.
1. El mercado local de financiamiento es muy reducido en Argentina, lo que provoca una dependencia muy pronunciada de los inversores internacionales para cubrir los vencimientos de la deuda. Esa subordinación la deja en una posición muy vulnerable al inestable humor de los operadores hacia los denominados países emergentes. En Brasil, en cambio, más del 50 por ciento de sus colocaciones la realiza en la plaza local.
2. Brasil recuperó una mayor flexibilidad en la posibilidad de hacer política económica a partir de la devaluación del real en enero de 1999. La Convertibilidad es un cepo.
3. Una variable que ha pasado a ser relevante para los dueños del dinero caliente en la evaluación de la perspectiva de un país es la tasa de crecimiento de la economía. Argentina muestra estancamiento desde junio de 1998, con un escenario recesivo que ya se extiende a 29 interminables meses. Brasil, en cambio, está en línea a contabilizar un crecimiento del 3,5 al 4,5 por ciento anual.
4. Pero todavía más importante que el cálculo estimado de aumento del Producto resulta la tendencia que muestra la economía en ese sentido. Y en Argentina la perspectiva es bastante desalentadora: Machinea pretende generar un “shock de confianza” diciendo que se crecerá el magro ¡2,5 por ciento! en el 2001. Por su parte, Brasil corre con una ventaja que es la de hacer creer a los inversores que tiene un potencial de crecimiento muy grande, promesa que todavía no ha cumplido, pero que seduce desde años a quienes deciden dónde colocar el dinero.
Con estos elementos adicionales, la comparación de estadísticas macro ya no es tan linea. Más allá de esas variables y del blindaje financiero que viene a apagar un incendio, la actual crisis revela el agotamiento de un modelo que empecinadamente el Gobierno insiste en aplicar, asesorados por los tradicionales economistas de la city.