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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
03 DICIEMBRE 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Premio a la plata negra

Cualquier residente sufre en Suiza, centro financiero por excelencia, una retención del 35 por ciento en la fuente por cualquier renta financiera –desde un dividendo hasta los intereses de un depósito– en concepto de impuesto a las Ganancias. En la Argentina, para reimplantar mínimamente ese tributo, aplicándolo sólo a los plazos fijos colocados por sociedades, se ha vuelto a la eliminación de ese gravamen sobre los intereses pagados por empresas al tomar créditos. Unánimemente se etiquetaba de “distorsivo” a este impuesto porque castiga la movilización de recursos, desalentando la transformación de saldos líquidos en activos productivos. Sin embargo, esa tributación fue establecida en 1998, no para enfriar una economía que presuntamente recalentaba (!), como se dice ahora, ya que Roque Fernández, entonces ministro, aplicaba el piloto automático: él no pensaba en cómo hacer crecer más o crecer menos la actividad. Ese impuesto procuró en verdad cerrar una generalizada vía de evasión en Ganancias. Un sector privado que mantiene fuera del país unos 100 mil millones de dólares, o incluso más, sucumbía a la enorme tentación de disfrazar de préstamo cualquier autoinyección de capital. De esta manera, las utilidades obtenidas con esa plata podían ser remesadas al exterior sin pagar Ganancias por ellas, sino, por el contrario, deduciéndolas de los beneficios como un costo financiero. Para colmo, ese autocrédito se hacía con dólares negros, fruto de la evasión fiscal, colocados en el exterior. El fisco premiaba así a los grandes evasores con un régimen incluso más perverso que un blanqueo. Ahora se ha repuesto aquella regla de juego previa a Roque, sin explicar cómo se piensa impedir que reabra una amplia ventana de evasión. Paralelamente, la reimplantación del impuesto a los plazos fijos empresarios es presentada como una medida fiscalmente compensatoria, cuando en realidad la imposición de la renta financiera debería ser un recurso permanente, como lo es en casi todo el mundo.