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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
03 DICIEMBRE 2000








 


Con los dados cargados

Por Roberto Navarro

Ante la decisión del Gobierno de eliminar el régimen de reparto y dejar en manos de las AFJP todo el manejo del sistema previsional, Cash se propuso brindar un informe especial, un servicio, a los lectores. La siguiente investigación revela el “negocio” que hacen los trabajadores que aportan a las administradoras. Y el “negocio” que significa para las AFJP. Los resultados no dejan de sorprender.
Un empleado afiliado desde el inicio del régimen de capitalización a una AFJP que cobra una comisión media del sistema y haya obtenido una rentabilidad también promedio, por cada 100 pesos aportado, hoy sólo tiene 93. En vez de acrecentar su capital, perdió un 7 por ciento. Si hubiese colocado ese dinero mes por mes en un plazo fijo al 6 por ciento anual, hoy tendría 123 pesos.
La diferencia se la quedaron las AFJP, que cobran una comisión superior al 31 por ciento de los aportes previsionales de los trabajadores por manejar los fondos. Si se mantienen las condiciones vigentes, los trabajadores tendrán que esperar hasta el 2003 para recién recuperar en su cuenta individual el capital aportado.
Hace dos meses en el seno de la Alianza se discutía la posibilidad de que los afiliados disconformes pudieran pasarse al régimen de reparto. Ahora el Gobierno decidió cerrar esa puerta. El ejemplo arriba detallado corresponde a un promedio general del sistema. Para el lector afiliado y para que se vaya preparando emocionalmente el que vaya a ser inscripto a una AFJP luego de aprobada la reforma previsional, Cash investigó el saldo de la cuenta de capitalización de un trabajador según diferentes escalas salariales y también según tres períodos diferentes de aportes al sistema privado.

Salario de 240 pesos
Los empleados en relación de dependencia aportan el 11 por ciento de sus haberes al sistema previsional. Un trabajador que cobra 240 pesos por mes, y que se sumó a una AFJP desde 1994, cuando se inició el régimen previsional privado, con comisiones y rentabilidad promedio del sistema para ese segmento de ingresos, lleva depositados 2059 pesos. Pero el saldo de su cuenta personal es sólo de 1751 pesos: 15 por ciento menos. Si hubiese depositado mes a mes sus aportes en un plazo fijo al 6 por ciento anual, tendría 2538 pesos: 45 por ciento más de lo que tiene.
Los trabajadores que menos ganan son los que, en proporción, más capital pierden, porque pagan un porcentaje de comisión mayor que los que perciben una remuneración superior. La razón es que las comisiones se conforman por una parte fija, que ronda los dos pesos mensuales, y otra móvil. Esa parte fija tiene una carga mayor cuanto más reducido es el salario. La comisión promedio en este segmento es del 4,16 por ciento del sueldo. En otros términos: un 37,4 por ciento de los aportes.
Un trabajador que también gana 240 pesos, pero que ingresó al sistema en 1996, perdió más aún. En este caso lleva aportados 1372 pesos y sólo le quedaron 1047: 24 por ciento menos. Si hubiera invertido en plazo fijo sus ahorros, serían un 52 por ciento más altos: tendría 1592 pesos.
Peor le fue al que entró en 1998, que lleva puestos 686 pesos, tiene 463 (32,5 por ciento menos) y podría haber alcanzado, invirtiendo en plazo fijo, 727 pesos, un 58 por ciento más que su saldo actual.

Salarios de 480 pesos
Esos afiliados pagan a las AFJP una comisión promedio que equivale al 3,69 por ciento de su retribución salarial. Un trabajador con ese jornal que aporta desde 1994 lleva puestos 4118 pesos. Pero, debido a la altísima comisión descontada, en su cuenta personal sólo quedan 3741: 9 por ciento menos. Depositando en plazos fijos ya llevaría ahorrados 5075 pesos: 36 por ciento más alto que el monto acumulado en el sistema previsional privado.
Con el mismo salario, un empleado que se registró en una administradora en 1996 lleva aportados 2735 pesos. Pero si revisa su resumen de cuenta personal, encontrará que sólo ahorró 2237 pesos: 18 por ciento menos. Si sus contribuciones las hubiera depositado mes a mes en plazos fijos, incluso en el mismo banco que es dueño de la AFJP, hoy tendría un 42 por ciento más: 3181 pesos.
Esos mismos trabajadores que ingresaron al régimen privado en 1998 ya aportaron 1373 pesos, de los que apenas quedaron 990 (27,9 por ciento menos). Un simple plazo fijo mensual le hubiera asegurado 1456 pesos, casi un 47 por ciento más.

Salario de 800 pesos
El sueldo promedio del régimen previsional privado es de 800 pesos. Y los trabajadores que reciben esa remuneración abonan a las AFJP por el manejo de sus fondos una comisión, que también es la media del sistema, que equivale al 3,5 por ciento de sus ingresos.
Los empleados con ese salario que se registraron en 1994 llevan aportados 6864 pesos, de los que sólo le quedaron 6395: 7 por ciento menos. El cálculo de sus aportes colocados en plazo fijo arroja un saldo de 8458 pesos: 32 por ciento más que lo que indica su resumen de la AFJP.
Un trabajador con el mismo sueldo que ingresó al sistema en 1996 ya realizó contribuciones por un monto de 4567 pesos. Su saldo personal es un 16 por ciento menos: 3824 pesos. Sus aportes a plazo fijo hubiesen acumulado 5303 pesos: 39 por ciento más.
Quienes comenzaron a aportar en 1998 con un ingreso similar ya pusieron en el pozo 2286 pesos. La rebanada de las comisiones sólo les dejó en sus cuentas 1692 pesos: 26 por ciento menos. Plazo fijo mediante hubieran acumulado un 44 por ciento más: 2427 pesos.

Salario de 1200 pesos
Para esa franja de ingresos las AFJP cobran una comisión promedio de 3,37 por ciento. Los que se anotaron al sistema privado en 1994 llevan aportados 10.296 pesos. Pero el resumen de un trabajador de este segmento sólo acusa un saldo de 9759 pesos: 6 por ciento menos de lo que puso. El plazo fijo le hubiese asegurado un ahorro total de 11.967 pesos: 23 por ciento más.
El trabajador que ingresó al sistema en 1996 con este mismo ingreso lleva pagados 6864 pesos, de los que apenas le quedan 5836: casi 15 por ciento menos. En este tiempo un plazo fijo le hubiera acumulado un capital un 36 por ciento mayor: 7953 pesos.
Otra vez los que ingresaron al sistema privado años más tarde registran todavía peores resultados. Quienes comenzaron a aportar en 1998 llevan depositados 3432 pesos, de los que sólo quedan 2583 (24,7 por ciento menos). Con el sistema de plazo fijo tendría 3640 pesos: 41 por ciento más.

Salarios de 4800 pesos
Para confirmar que el régimen de capitalización es lo opuesto de un sistema solidario, los trabajadores que más ganan son los que menor comisión pagan. En el segmento de salarios superiores a 4800 pesos, la comisión cae al promedio del 2,95 por ciento del ingreso. Así un empleado que gana exactamente esa suma y se registró en una administradora al inicio del sistema, en 1994, aportó hasta ahora 41.184 pesos y su cuenta personal arroja un saldo casi idéntico: 41.177 pesos. De todas maneras si hubiera colocado sus aportes en plazo fijo tendría 50.748 pesos. Esos 9571 pesos significan una diferencia positiva del 23 por ciento.
Con este mismo salario quien ingresó en 1996 lleva aportados 27.456 pesos y acumula en su cuenta un 11 por ciento menos: 24.614. Mediante elsistema de plazo fijo tendría 31.827: 29 por ciento más. En cambio un trabajador que también gana 4800 pesos al mes y comenzó a aportar en 1998 ya aportó 13.728 pesos, de los que apenas quedaron en su cuenta 10.895 (20,6 menos). Plazo fijo mediante podría haber conseguido un ahorro un 34 por ciento mayor: 14.563 pesos.

Ganancias
Todo lo que los trabajadores perdieron fue a parar a las arcas de las AFJP, que en seis años ya llevan cobradas comisiones por un total de 6262 millones de pesos. De cada 100 pesos que aporta el trabajador, las administradoras se quedan con 31. Gastan 8,4 pesos en un seguro de vida e invalidez, 5,6 pesos en administración y 8,8 pesos en marketing. Los 8,2 restantes son la ganancia de un negocio enorme, simple y sin riesgos, en el cual los clientes están obligados por ley a contratar sus servicios.
Las AFJP sólo tardaron tres años en amortizar su inversión inicial y, de concretarse la eliminación del régimen de reparto, tendrán asegurado un largo período de ganancias. En los últimos doce meses, entre las 13 administradoras que comparten el negocio en pacífica convivencia tuvieron utilidades netas, luego de impuestos, por 196 millones de pesos. Cifra que equivale al 15 por ciento de la facturación y una rentabilidad veinte veces superior al promedio que perciben las 200 mayores empresas del país.

Competencia y comisiones

La concentración del mercado es una de las razones que permiten a las administradoras cobrar comisiones tan altas. De las 27 AFJP que había en 1994 quedan 13. Y las cuatro más grandes acaparan el 67 por ciento de los fondos, que ya superan los 20 mil millones de pesos. Así el mercado derivó en un oligopolio que, según indicó a Cash un miembro del equipo económico que solicitó no ser mencionado, estaría incurriendo en maniobras de cartelización (acuerdo de precios). Además, el 70 por ciento de los trabajadores, por falta de información, no elige una AFJP. El Estado los distribuye entre todas las administradoras, anulando así cualquier posibilidad de competencia. La Alianza había prometido en la campaña electoral enviar a los indecisos a las dos administradoras que cobraran menor comisión por cada segmento salarial. Recién casi un año después de asumir el Gobierno, Economía incluyó la propuesta dentro del proyecto que envió al Congreso, pero con la condición de que salga junto con la eliminación del régimen estatal y de la Prestación Básica Universal. Mientras tanto las AFJP “compiten” sólo por el 30 por ciento de trabajadores restantes. Pero no lo hacen ofreciendo menores costos de administración, sino mediante enormes campañas publicitarias, para las que destinan casi el 30 por ciento de lo que perciben en concepto de comisiones. Así se da la paradoja de que los trabajadores aportan el 1,15 por ciento de sus salarios para que las AFJP mantengan o incrementen la cantidad de afiliados-trabajadores.

 

El calvario de autonomos y monotributistas

Dinero tirado a un pozo ciego

Los que más dinero pierden con el régimen previsional privado son los trabajadores independientes. Los autónomos, como los denomina el sistema, aportan para sus futuras jubilaciones el 32 por ciento de su renta presunta mensual. El 5 por ciento va directo al PAMI, el 16 por ciento queda para el Estado y sólo el 11 por ciento llega a las AFJP. El salario promedio de los autónomos que aportan al régimen de capitalización es de 766 pesos. Su aporte mensual es de 245 pesos, de los que sólo 84 llegan a la AFJP. Luego de la comisión, el importe que se acredita en su cuenta personal es de apenas 58 pesos.
De esta manera un trabajador independiente con un salario promedio de 766 pesos, que aporta desde que se inició el sistema en 1994, lleva puestos 17.640 pesos. Pero en su cuenta personal sólo quedaron 4734. Si hubiera depositado sus aportes en un plazo fijo al 6 por ciento anual tendría ahorrados 21.112 pesos. En sólo seis años ya perdió 16.378 pesos, el 73,2 por ciento de su capital.
Desde 1994, el monto mínimo que deben aportar los trabajadores independientes aumentó un 65 por ciento. En el mismo período la cantidad de aportantes descendió a la mitad. La mayoría de los autónomos son personas que desarrollan un oficio, como plomeros, electricistas u otros, y pequeños comerciantes. Todas ocupaciones castigadas por la crisis económica. A pesar de eso, los autónomos están abonando una contribución previsional, que por sus características, los contadores consideran que dejó de ser un aporte jubilatorio, para convertirse en un impuesto.
Muchos trabajadores independientes aceptaron en los últimos años la invitación del Estado de convertirse en monotributistas. Así pagan un monto fijo que les cubre IVA, Ganancias y el aporte previsional. La promesa estatal era que la jubilación de estos trabajadores se iba a conformar por la Prestación Básica Universal (PBU), de 200 pesos, y, en algunos casos, la prestación complementaria, de hasta 100 pesos. El proyecto que envío Economía al Congreso prevé la eliminación de la PBU, pero no explica qué jubilación van a cobrar los monotributistas.

 

LA SEGURIDAD SOCIAL PIERDE RECURSOS
Y EL DEFICIT FISCAL SE AGIGANTA

Calesita de costos enormes

Por R.N.

Hasta 1994, el régimen previsional era estatal y con un criterio de solidaridad intergeneracional. Los aportes de los trabajadores iban a una gran caja administrada por el Estado, que a su vez se hacía cargo del pago de los haberes jubilatorios. En ese año, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo implementó la reforma previsional que dio inicio al sistema privado de capitalización individual. El argumento para justificar el cambio fue que en el futuro el régimen estatal iba a generar un déficit público imposible de sobrellevar.
Aunque el régimen estatal siguió existiendo, la reforma fue diseñada para que la mayoría de los trabajadores aportara a una AFJP. Los empleados que no eligieron si querían seguir en el sistema de reparto o en el privado (el 70 por ciento) fueron derivados a una administradora y no pudieron volver al sistema estatal. Así, en pocos años, el 88 por ciento de los aportes fue a parar al sistema privado. En total, el régimen de reparto deriva a las administradoras 4500 millones de pesos anuales. Entonces, el sistema estatal, que sigue pagando las jubilaciones y pensiones anteriores, más la Prestación Básica Universal de los nuevos jubilados estatales y privados, se desfinanció y se convirtió en la principal causa del déficit público.
Para financiar ese déficit público se permitió que la cartera de inversiones de las AFJP pudiera conformarse con un máximo de hasta un 50 por ciento de títulos públicos nacionales y un 15 por ciento de provinciales. El aumento del desequilibrio y la restricción creciente de crédito externo que sufrió el país en los últimos años elevó la tasa de interés que debe pagar el Estado para financiarse. Así los títulos argentinos fueron cada vez más atractivos para las AFJP, que gracias a la elevada tasa de interés que paga el Estado se aseguraron una rentabilidad histórica del 12,2 por ciento anual, difícil de conseguir de otra manera. La cartera promedio de las AFJP tiene el 56 por ciento de sus fondos invertidos en títulos nacionales y provinciales.
Además, las AFJP invierten el 15 por ciento de los fondos en plazos fijos. Como los bancos invierten el 40 por ciento de sus depósitos en títulos públicos, el total de fondos de capitalización que fue a parar nuevamente al Estado alcanza el 62 por ciento (56 por ciento directo más 6 por ciento a través de los bancos públicos). De esta manera, los que creyeron que aportando a una administradora privada estaban a salvo del riesgo estatal, se equivocaron. Si el Estado no puede pagar sus deudas, las AFJP no podrán pagar las jubilaciones y pensiones. Además, el garante de última instancia del capital que administran las AFJP es el mismo Estado, que, de quebrar, no podrá hacer frente a sus obligaciones. Entonces, los afiliados a una AFJP siguen bajo el riesgo estatal, con el agravante de que pagan más de un 30 por ciento de comisión por la administración de sus fondos.
A su vez, el Estado, que se desentendió del sistema previsional para evitar un fuerte déficit fiscal en un futuro lejano (las proyecciones de los especialistas previsionales preveían el colapso del antiguo sistema estatal para el 2025), comenzó a financiar una porción cada vez mayor de su déficit actual con los fondos que administran las AFJP. La diferencia es que antes recibía esos fondos gratis y ahora tiene que pagar intereses astronómicos, que no cumplen el propósito de generar generosas jubilaciones futuras sino que, comisiones mediante, quedan en las arcas de las AFJP.
El proyecto de reforma previsional que envió el Ejecutivo al Congreso cierra el círculo que inició Cavallo hace seis años. Ahora, Economía propone incrementar la cantidad de títulos estatales que pueden comprar las AFJP. De aprobarse, las administradoras podrán invertir hasta el 60 por ciento de sus fondos en títulos públicos nacionales y hasta el 25 por ciento en bonos provinciales. Así, en seis años, el Estado dibujó la extraña pirueta de privatizar el régimen previsional para luego volver a estatizarlo de hecho, pero con la salvedad de que en el medio quedaron las AFJP, que son las únicas ganadoras.