Blindaje

Con el anuncio del llamado “blindaje”, que sirve sólo para que puedan cobrar los acreedores, el Gobierno continúa la obra de liquidación de nuestras fuentes de trabajo que el anterior planificó con tanto “éxito”. Para recibir esa ayuda, que no es para nosotros sino, repito, para nuestros intocables acreedores, se fijaron las consabidas concesiones de turno. En la Carta de Intención con el FMI se compromete, entre otras cosas, a sacar por decreto de necesidad y urgencia la reforma previsional, cuyos principales objetivos son aumentar la edad de jubilación de las mujeres a 65 años y eliminar los 200 pesos de la Prestación Básica Universal de los futuros jubilados. Entiéndase bien, luego de un mes y medio durante el cual aparentemente se había logrado que la citada reforma fuera por lo menos tratada en el Congreso y cuando todo parecía que así se haría, vuelven a insistir con la vía del decreto. Con el sistema privado de jubilaciones, muchos no llegarán a jubilarse por falta de años de aportes o porque no los habrán hecho en la medida suficiente, ya sea porque los actuales autónomos (remiseros, dueños de pequeños comercios que sólo rinden para mantenerlos abiertos o para poder comer) no habrán podido hacerlo o porque muchas empresas habrán empleado en negro, o habrán tenido problemas financieros o para entonces habrán quebrado. Por otra parte, aquellos que tengan los aportes hechos correrán el riesgo de que el fondo que vayan acumulando se vea reducido por alguna devaluación que haya en el futuro, o que la compañía de seguros que tome a su cargo el pago de la renta vitalicia que adquieran el derecho a cobrar una vez que se jubilen pueda quebrar. Intentarán a toda costa agregar el descuento en los futuros haberes de esos 200 pesos que el FMI exige eliminar. Una “inseguridad social” absoluta. Por todo lo expuesto, hay que intentar articular una oposición masiva a esta situación oprobiosa.

José Brandone
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