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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
31 DICIEMBRE 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Las antenas de Dios

El arzobispo de Canterbury, jefe espiritual de la Iglesia Anglicana, descubrió que ahora que los británicos ya no colman las naves eclesiales ni aportan óbolos suficientes, templos y capillas pueden encontrar en la tecnología los recursos que la teología no les proporciona. Instruyó por tanto a las 16 mil parroquias del Reino Unido a ofrecer sus campanarios y chapiteles a las compañías de telefonía celular, para que acomoden en ellos sus antenas, a cambio de un alquiler a convenir. Así lo ha hecho la iglesia de Santa María, en Winkfield, una aldea rural de Berkshire, al oeste de Londres, que acordó el negocio con Vodafone, la mayor empresa europea de celulares. Además de lograr que los aldeanos tengan buena recepción y puedan telefonear a gusto, sumándose a la fiebre general de la comunicación por la comunicación misma, el vicario consiguió que Vodafone pague 7000 libras por el primer año de arriendo y 4700 por cada año sucesivo. En la oficina del arzobispado calculan que el filón podrá reportar unos 12 millones de libras anuales, además de evitar que el contorno arquitectónico de antiguos pueblos se vea ofuscado por el emplazamiento de horribles postes. Por otro lado, y como ha ocurrido en Winkfield, cuya iglesia data del siglo XIII, la antena es casi imperceptible desde el suelo, y tan pequeña que no molesta al campanero cuando debe hacer sonar el carillón. De esta manera, una institución venerable y trascendente como la Iglesia, que cualquier economista encuadraría en el sector servicios, obtiene nuevos ingresos sin salirse de ese sector, aunque en una dimensión claramente más terrenal. Si bien la torre de Santa María sólo alcanza los doce metros de altura, su propósito fue siempre la comunicación, ya fuera con los fieles de la comarca, ya fuera con Dios, y ahora sigue en la misma tónica, aunque los diálogos telefónicos que encauza ya no sean necesariamente piadosos. Pero si las libras esterlinas recaudadas se consagran a mejor servir al Todopoderoso, ello compensará las indecencias que puedan susurrarse los celufeligreses.