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21 ENERO 2001








KIOSCO12


Rumbo a casita

- Las empresas privatizadas tienen ganancias que más que duplican la tasa de rentabilidad de las 500 empresas más grandes del país. Semejantes utilidades no fueron afectadas por la recesión.

- La remesas de utilidades de las multinacionales a sus países de origen está en pleno auge. De cada 1 peso ganado en el país, las empresas extranjeras que manejan compañías privatizadas giran
a sus casas matrices 80 centavos.

- La remesa de utilidades al exterior por parte de las privatizadas viene creciendo sistemáticamente y, según estimaciones privadas, el año pasado habría superado los 1600 millones de dólares.

Por Maximiliano Montenegro

Aun en una economía que atraviesa la recesión más larga de su historia, las empresas privatizadas baten records de ganancias. También baten records de remesas de dichas utilidades a sus países de origen. De otro modo: la levantan con pala... y la cargan al avión. En los últimos ocho años, de cada 1 peso ganado en el país, las compañías privatizadas giraron 80 centavos a sus casas matrices y sólo reinvirtieron 20 centavos en la Argentina. Más aún, en apenas ocho años, el 55 por ciento de todo el dinero que pusieron para la compra de las antiguas empresas públicas ya regresó a sus países de origen en forma de ganancias. De mantenerse la tendencia, a partir del 2004, la cuenta quedará saldada y se habrá ido más plata que la que alguna vez ingresó.
Como demostró el investigador de Flacso, Daniel Azpiazu, en base a cifras del Indec, “las ganancias de las privatizadas son extraordinarias dentro del grupo de las 500 empresas más grandes del país”. Así, mientras en 1998 la tasa de rentabilidad de las firmas privatizadas era del 16 por ciento anual, para el resto de empresas pertenecientes a ese selecto grupo apenas llega al 6,4 por ciento anual.
El peor año de la recesión, 1999, para Telefónica y Telecom fue uno de los mejores años en términos de utilidades desde que se hicieron cargo de los teléfonos locales: la compañía española embolsó 456 millones de dólares de ganancias, después de impuestos, mientras que la francesa consiguió 358 millones.
El año pasado, en tanto, gracias a que logró trasladar el aumento del precio del petróleo al surtidor, YPF–Repsol ganó 988 millones hasta septiembre. Cuando se contabilicen las ganancias del último trimestre, probablemente, dicha cifra superará los 1100 millones de dólares. Para que no queden dudas de que fue un año extraordinario para los ejecutivos españoles, basta mencionar que, en la última década, el año de mayor rentabilidad de la compañía había sido el ‘97, con 877 millones.
De las estadísticas que elaboran en la Dirección de Cuentas Internacionales del Ministerio de Economía surgen otros datos todavía más interesantes. Porque confirman que la remesa de utilidades de las multinacionales a sus países de origen está en pleno auge. Son los siguientes:
- En promedio, de cada 1 peso ganado en el país, las empresas extranjeras que manejan compañías privatizadas giraron a sus casas matrices 80 centavos.
- La remesa de utilidades al exterior por parte de las privatizadas viene creciendo sistemáticamente y, según estimaciones privadas, el año pasado habrían superado los 1600 millones de dólares.
- En cambio, la reinversión no acompaña el crecimiento de los beneficios. En promedio, de cada 1 peso de ganancia sólo 20 centavos se quedan en el país. Y aunque en 1999 la “reinversión de utilidades” parece haber pegado un salto, el aumento se explica por el traspaso a manos extranjeras de YPF.
- Entre 1992 y el 2000, la transferencia de utilidades al exterior alcanzaría los 8900 millones de dólares, el 55 por ciento del total de capitales ingresados al país desde 1990 por privatizaciones.
- A nivel global, esto significa que a partir del año 2004 el balance empezaría a ser negativo: en la cuenta, habría más plata saliendo del país que la que ingresó para adquirir activos públicos.
- A nivel individual, hay negocios que hace rato que repagaron la inversión inicial y cuyo balance de divisas es muy negativo para el país. Es decir que al avión ya se subió más plata que la que alguna vez ingresó a la Argentina. Por ejemplo, para comprar ENTel, Telefónica y Telecom pusieron 1250 millones de dólares, inversión que recuperaron con las ganancias de los primeros cuatro años, entre 1991 y 1994. Desde entonces, Telefónica acumuló ganancias por 2627 millones y Telecom por 1876 millones.
- Las empresas privatizadas tienen un peso cada vez mayor en las ganancias totales de las compañías extranjeras que operan en el país, lo cual es lógico porque operan en mercados cautivos, que no sufren los vaivenes del mercado interno y, en el caso de los servicios públicos, cuentan con un régimen especial de indexación tarifaria.
- Tampoco es sorprendente, entonces, que la remisión de utilidades de estas compañías al exterior sea en proporción mayor que el resto de las multinacionales que opera en el país. O, lo que es lo mismo, la reinversión de utilidades sea menor. Así, mientras que, desde 1992, en promedio el 80 por ciento de las ganancias de las privatizadas fueron transferidas al exterior, para el total de las firmas extranjeras radicadas en el país esa proporción es del 63 por ciento.
¿Es normal a nivel internacional que las filiales de las multinacionales remitan a sus casas matrices el 80 por ciento de sus utilidades?
–No, para nada –responde Bernardo Kosacoff, uno de los mayores expertos argentinos en empresas multinacionales. Como regla general, según Kosacoff, los actuales no son tiempos para que las compañías extranjeras realicen nuevas inversiones sino para que cosechen los frutos de las anteriores. Los negocios más rentables ya fueron desarrollados y ahora las multinacionales encuentran mercados más atractivos, como Brasil.
En cuanto a las privatizadas en particular, Kosacoff cree que, con mercados cautivos y contratos laxos, tampoco existen incentivos para reinvertir. “Sólo con un clima más competitivo, con mercados desafiables, van a invertir más, porque si no otro les puede robar el mercado”, afirma. Los bajos niveles de reinversión de utilidades de las firmas extranjeras plantean una discusión de fondo, que pone en duda la idea de que la inversión extranjera directa sea “la panacea” para un país necesitado de escapar al subdesarrollo.
“¿Qué hubiera sido mejor para el país, que Repsol comprara YPF, o que YPF siguiera en manos locales y consiguiera crédito a tasas internacionales?”, se pregunta, provocativo, Kosacoff.
“La empresa nacional siempre va a tener una mayor propensión a reinvertir en el país. Pero no me refiero sólo al caso argentino sino que vale para España, para Estados Unidos, para todos los lados. Sobre esto hay papers escritos en todo el mundo. Las razones son obvias: si está el núcleo de los negocios asentados en el país, la tendencia a invertir acá será mucho mayor que si uno es un jugador marginal dentro de una gran corporación global”, responde el economista de la Cepal. Y agrega: “La reinversión de utilidades es el punto central para preferir las empresas nacionales, pero, claro, siempre y cuando pudieran financiarse a tasas internacionales”.
El segundo tema clave es el peso de las remesas de utilidades en el balance de pagos del país. Porque esa “fuga” de divisas hace que la Argentina tenga que pedir prestado por otra ventanilla para mantener sus niveles de consumo o inversión. Como explica Roberto Frenkel, semejante nivel de remesas –2600 millones anuales, contando todas las multinacionales, no sólo las privatizadas– fija un nuevo piso al déficit de cuenta corriente (rojo comercial, más pago de intereses de la deuda externa, más remesas). Es el financiamiento que hay que conseguir en el exterior para que la Convertibilidad no se vea amenazada. Y, paradójicamente, cuanto más abultada sea esa cuenta, más dudarán los inversores financieros en apostar en el país, por miedo a una crisis que ellos mismos pueden detonar.

Roberto Frenkel macroeconomista

“Así el crecimiento se hace insostenible”

“Así como los repagos de intereses son el resultado del financiamiento vía deuda, las remesas de utilidades son la consecuencia del financiamiento vía inversión extranjera directa. La inversión extranjera directa siempre se consideraba mejor porque es menos volátil, lo cual es verdad. El que compró YPF lo hizo para extraer petróleo, la va a vender porque halla una crisis; en cambio, el que entró a 30 días en títulos públicos o el que compró acciones las puede vender rápidamente. La virtud es que es menos volátil. Pero hay un punto importante: que es más cara. Porque estos inversores adoptan una inversión de riesgo sobre la base de que la rentabilidad sea mayor que comprar otros activos argentinos que les den un interés seguro. Puede haber decisiones particulares a corto plazo, pero en general a largo plazo la inversión extranjera directa tiende a ser más cara en términos de transferencia de fondos a no residentes en el país que la deuda financiera. Lo está diciendo hoy el gobierno chileno, porque hoy Chile tiene un agujero de balance de pagos impresionante, no por los intereses de la deuda, sino por las remesas de utilidades de las multinacionales.
Desde el punto de vista macroeconómico, más de 2500 millones anuales de remesas de utilidades al exterior es mucha plata. Hoy, éste es un problema mayor que el déficit comercial, para las cuentas externas. En el ‘94 y en el ‘98, cuando hubo picos del nivel de actividad, el déficit comercial alcanzó un máximo de casi 6000 millones. Pero el déficit comercial, al final, ajusta cuando hay recesión. En cambio, las remesas no. Por eso, si ahora entráramos en una recuperación, partimos de un piso de déficit de cuenta corriente del 3,5 por ciento del PBI, que son los intereses de la deuda más las remesas. Y a medida que pasa el tiempo y se sigue tomando deuda y sigue habiendo inversión extranjera, el piso se hace cada vez más alto. Esto hace insostenible el crecimiento.”

 

 

Bernardo Kosacoff director del Area Industrial de la Cepal

“No encuentran motivos para reinvertir acá”

“Las privatizadas tienen tasas de rentabilidad mucho más altas que el resto de las empresas extranjeras que operan en el país. Y como el proceso de reinversión ha disminuido, claramente hay cada vez mayores transferencias de utilidades al exterior. En un contexto de estancamiento y donde los retornos de las nuevas inversiones son muy bajos, no hay incentivos para la reinversión local. Además, los negocios más rentables ya fueron desarrollados, ahora es tiempo de cosechar.
En muchos casos de compra de empresas locales por multinacionales hubo errores de apreciación, en especial, sobre las perspectivas de expansión del mercado interno. Pero a las privatizadas el negocio les salió redondo. Desde la casa matriz no se establecen pisos ni criterios fijos a la remisión de utilidades. Todos los años, hay una especie de sistema de licitación interna en la corporación. Se presentan los proyectos de inversión de todas las filiales y los que tienen mejor tasa de rentabilidad son los elegidos. A nivel internacional, el caso argentino se destaca por la escasa reinversión de utilidades. Esto no es producto de que sean malos y no quieran reinvertir acá, sino que no es lógico hacerlo. Cuando están discutiendo dónde van a poner la nueva inversión, si en Brasil o Argentina, el análisis de rentabilidad da mejor en Brasil, porque tienen costos más adecuados, porque el mercado es mayor, porque crece.
A veces se plantea que hay una inversión extranjera buena y una mala. La buena sería la inversión directa, porque trae trabajo, y la mala es la financiera porque es volátil, de corto plazo. El tema está mal planteado: lo ideal sería que hubiera excelentes condiciones de financiamiento para que empresas nacionales generen capacidades productivas propias. Porque la empresa nacional va a tener una propensión a reinvertir en el país mayor.”