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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
11 FEBRERO 2001








 

Intercambio
precios

- De una comparación de precios de 45 productos efectuada por Cash surge que en sólo dos (harina y leche) la Argentina es más competitiva que Brasil.

- Para el resto, la diferencia de precios en favor de Brasil es abrumadora: 26 por ciento más bajos en combustibles, más del 50 por ciento en teléfonos, hasta el 32 por ciento en autos y alrededor del 30 por ciento en alimentos.

- Eso sin considerar rubros como vestimenta y calzado, en los que la producción brasileña siempre fue mucho más competitiva y la disparidad es abismal.


Festival de precios

Por Maximiliano Montenegro

Los argentinos que veranean en Brasil no lo pueden creer. Los argentinos que producen en Argentina tampoco. Esta semana el real siguió devaluándose y superó la barrera de los 2 reales por dólar. Para los argentinos que vacacionan en las playas brasileñas, los precios en dólares se abaratarán aún más. Para los empresarios argentinos, en cambio, la competencia con las importaciones originadas en el socio del Mercosur se hará todavía más difícil. De una comparación de precios de 45 productos efectuada por Cash, surge que en sólo dos (harina y leche) Argentina es más competitiva que Brasil. Para el resto, la diferencia de precios en favor de Brasil es abrumadora: 26 por ciento más bajos en combustibles, más del 50 por ciento en teléfonos, hasta el 32 por ciento en autos y alrededor del 30 por ciento en alimentos.
Eso sin considerar rubros, como vestimenta y calzado, en los que la producción brasileña siempre fue mucho más competitiva y la disparidad es abismal. Del lado de los costos empresarios no sólo los insumos en Brasil son más baratos sino que además las multinacionales pagan salarios en dólares alrededor de un 50 por ciento menores que en Argentina. Pero, además, las ventajas impositivas, crediticias y subsidios a la producción en Brasil también explican en algunos casos que las rebajas de precios y tarifas sean aún mayores que la devaluación real del real en los últimos dos años.
Si se comparan precios de bienes de consumo típicos en la góndolas de un supermercado de Buenos Aires con los de un súper en San Pablo, se obtiene lo siguiente:
- Una lata de Coca en Buenos Aires cuesta 50 centavos, frente a 35 centavos en San Pablo, es decir, un 30 por ciento menos.
- Un kilo de arroz en Brasil se consigue un 27 por ciento más barato y un kilo de azúcar, un 25 por ciento.
- Sólo la harina y la leche son más caras en Brasil: un 23 y un 36 por ciento, respectivamente. Como es sabido, Argentina tiene en estas producciones lo que los economistas llaman ventajas comparativas naturales. E incluso, las exportaciones a Brasil de harina de trigo, y en menor medida de lácteos, son dos de los items más dinámicos de las ventas argentinas.
De la consulta a casas de electrodomésticos de primera línea, también se observa que los precios en Brasil son bastante menores, pese a que hasta antes de la devaluación del real de enero del ‘99 la cosa siempre había sido al revés: como Brasil tenía un arancel externo a las importaciones mayor en estos productos, gracias a la mayor apertura comercial –que, dicho sea de paso, barrió con buena parte de la industria local– los valores en Argentina eran inferiores. Así:
- Hoy, un televisor de 14 o 20 pulgadas cuesta en Brasil casi un 30 por ciento menos. En tanto, una videocasetera de marca, de última generación, se puede conseguir un 47 por ciento menos. Un lavarropas (capacidad 5 kg) se cotiza un 14 por ciento menos. Mientras que en cocinas y heladeras, los precios se hallan equilibrados: algunos modelos son más económicos en Brasil y otros en Argentina.
Otros rubros, tanto de consumo particular como insumos empresarios, revelan el desequilibrio de precios entre los dos socios principales del Mercosur:
- En promedio, las estaciones de servicio brasileñas venden la nafta súper un 18 por ciento más barato y el gasoil, un 33 por ciento.
- Un abono telefónico particular cuesta en Brasil un 44 por ciento menos, mientras que en uno comercial la rebaja llega al 63 por ciento. Más allá de la cuestión del tipo de cambio, semejantes diferencias de tarifas resultan sorprendentes si se tiene en cuenta que de uno y otro lado de la frontera la empresa operadora tomada como fuente es la misma: Telefónica.
- Una bolsa de cemento en Brasil sale un 11 por ciento menos.
- En el caso de los autos las multinacionales producen los distintos modelos en uno u otro país según la estrategia de complementación productiva de la firma. Por eso, la diferencia de precios responde a que en Brasil la carga impositiva sobre el precio final de los autos es menor. Ninguno de los ejemplos anteriores corresponde a sectores donde Brasil ha demostrado tradicionalmente notables ventajas competitivas, como en calzado e indumentaria. Allí las ofertas brasileñas son verdaderas gangas para los estándares argentinos. Por ejemplo, se puede comprar un par de zapatos tipo náutico de buena suela por apenas 5 dólares, una cuarta parte de lo que cuesta el calzado de calidad similar más austero en Argentina. A su vez, remeras que aquí valen 10 dólares, en Brasil se adquieren por 1. Lo que se dice un país que hace honor al slogan publicitario “todo x dos” pesos... o dólares, o sea, “todo x cuatro” reales.

Salarios brasileños

Aunque pueda parecerle mentira a un operario argentino que no puede llegar a fin de mes, su sueldo traducido a dólares es demasiado elevado comparado con lo que pagan los empresarios brasileños. Ahí no hay otra explicación que la sobrevaluación del peso para explicar tamaña paradoja.
La diferencia salarial en dólares entre uno y otro país es todavía más notable en el caso de los empleados calificados de las empresas multinacionales. Por caso, un gerente de producción brasileño tiene un salario en dólares un 59 por ciento más bajo que su par argentino. Para un jefe de producción, en tanto, la brecha es del 44 por ciento. Mientras que para un analista de sistemas con varios años de experiencia la diferencia llega al 60 por ciento.

 

Como competir en el mercosur

Por qué está todo tan barato

Desde enero del ‘99, el real se devaluó alrededor de un 40 por ciento en términos nominales, pasando de 1,2 real por dólar a poco más de 2 reales por dólar está semana. Pero en ese mismo tiempo, los precios en Brasil aumentaron alrededor de un 15 por ciento. Así, la devaluación real del real –valga la redundancia– fue del 25 por ciento.
¿Qué significa esto? Muy simple: que los precios en dólares en Brasil debieron haber disminuido en promedio alrededor de un 25 por ciento.
Para los turistas argentinos que veranean en las playas brasileñas el resultado es obvio: como viajan con dólares en mano, todo les cuesta mucho más barato que hace dos años.
Para los empresarios argentinos, sin embargo, el efecto es el contrario. Si quieren exportar a Brasil, donde les van a pagar en dólares, tendrían que reducir sus precios para ser competitivos en ese mercado. De otro forma, los importadores brasileños percibirían que los productos argentinos son un 25 por ciento más caros. Para los empresarios argentinos que venden en el mercado local, la competencia de las importaciones provenientes de Brasil ahora les resultará más difícil, porque justamente viene con precios devaluados.
“Estas diferencias de precios que no se pueden igualar con aumentos de productividad”, aseguran en la Unión Industrial Argentina. Traducido, aunque una empresa argentina se haga más eficiente y logre abaratar costos produciendo más con los mismos recursos, difícilmente logre bajar sus precios en semejantes magnitudes.
“No es sólo la devaluación del real lo que explica desequilibrios tan grandes de precios. Brasil tuvo siempre una caja de políticas de estímulo a la producción (crediticias, subsidios, desgravaciones impositivas) que hoy se potencian con la devaluación”, concluyen en la UIA.