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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
01 ABRIL 2001








 BUENA MONEDA
Por Alfredo Zaiat


¿El último cumpleaños?

En el barrio, entre los amigos de la banda, existe un código que a veces es cruel aunque tiene una profunda esencia de justicia: “El que las hace, las paga”, se sabe entre los miembros de esa comunidad de complicidades, lealtades y traiciones. Tardó mucho más que lo necesario pero, en última instancia, tuvo que asumir su responsabilidad. Hace exactamente diez años la hizo, hoy tiene que pagar. No en una forma directa y brutal de un castigo, pero sí de estar obligado a buscar caminos para superar los daños que ha provocado en ese período. Ahora está en el mismo lugar desde donde anunció que el 1° de abril de 1991 la economía argentina se encerraba en una jaula de 1x1 y tiraba la llave al mar. Celda que terminó siendo despojada al liquidarse casi todos sus bienes en controvertidos procesos de privatizaciones y que se ha convertido en un polvorín social por el desmantelamiento de la industria y el consiguiente aumento explosivo de la desocupación y la precariedad laboral. Domingo Cavallo volvió, además de salvador de un gobierno a la deriva, para arreglar los desaguisados provocados por la Convertibilidad, que se manifiestan en una recesión que se prolonga insoportablemente.
En última instancia, volvió para salvar a su criatura o para enterrarla definitivamente. El predicamento que tiene entre los hombres de negocios, la aceptación en los ámbitos académicos más exclusivos, la confianza que se ganó en el mundo de las finanzas y la imagen de salvavidas para un sector de la sociedad que se está ahogando son sus virtudes que le permiten hacer lo que otros ministros no pudieron o no supieron. Pero el activo de Cavallo más valioso y a la vez más pesado para su mochila es que es el único que puede hablar de la debilidad de la Convertibilidad sin generar, por ahora, pánico. Porque no es otra cosa que transparentar la vulnerabilidad de la paridad fija cuando se refiere a la sobrevaluación del peso y la necesidad de mejorar en un 20 por ciento la competitividad de la economía. Incluso avanza un poco más y adelanta que su objetivo es dejar el actual régimen cambiario del 1=1 para pasar a una canasta de monedas.
Mientras avanza en esa dirección, que ciertamente no es poca cosa, Cavallo no mostró hasta el momento cartas iniciales distintas a las de anteriores ministros de Economía en sus primeras semanas en el cargo: presentar la crisis como terminal, aumentar impuestos y anunciar una moratoria o blanqueo. Desde el punto de vista objetivo, poco ha cambiado en estos días. No hubo un cambio de tendencia en las ventas, como algunos analistas panqueques han empezado a difundir, ni una mayor demanda de créditos ni una señal de mejora en la producción y el empleo.
Lo que sí cambió ha sido el estado de ánimo. Se ha depositado la esperanza de salir del pozo recesivo en Cavallo, que aparece como un hombre providencial, percepción colectiva de una sociedad que muestra ciertos rasgos de inmadurez. Llegó un hombre que en 48 horas se tomó dos aviones, volando a Brasil y luego a España; que extorsionó a un Congreso con el caos de la cesación de pagos para conseguir en una semana superpoderes; que maltrató a los banqueros ante un auditorio de 500 empresarios en el Banco Nación; y que dice que él no va a negociar con el FMI, debido a que ésa es una tarea de técnicos. Esa hiperactividad genera admiración de muchos y algunos quedan ingenuamente embelesados de esa vocación irrefrenable de acumular poder.
En última instancia, dejando los fuegos artificiales que tanto le gusta encender y de su sueño de Presidente, Cavallo volvió para ver qué se hace con la Convertibilidad. Ya se sabe que hay muchos economistas brillantes y que escriben trabajos aceptados y financiados por la comunidad de negocios que dicen que no se puede romper la actual paridad cambiaria. Esos mismos economistas han exhibido poca pericia cuando les tocó el turno de salir del laboratorio y sentarse en la poltrona principal del Palacio de Hacienda. Ahora llegó a ese lugar Cavallo en el 10° aniversario de la Convertibilidad. ¿Será el último festejo?